EL HOSPITAL MILITAR DE MONTEOLIVETE EN LA EPIDEMIA DE 1885

MIGUEL APARICI NAVARRO, CRONISTA OFICIAL DE CORTES DE PALLÁS

El valenciano José Aparici Puig y Antonio Bernal, dos distinguidos médicos de la Sanidad Militar que estuvieron encargados de la asistencia de coléricos en el Hospital Militar de Monteolivete de Valencia, dirigieron a su director de Sanidad Militar el Teniente General Manuel Salamanca Negrete -que había sido Capitán General de Valencia- una memoria escrita sobre la epidemia del cólera morbo asiático de 1885.

Con extensos conocimientos del tema que describían, empezaban con una historia del cólera y de las causas de esta enfermedad; aportando datos destacados de las epidemias habidas hasta la fecha por Europa desde que salió, por primera vez, de su cuna en el Ganges. Marcando sus causas y relacionándolas con las recientes teorías del famoso Koch y de otros distinguidos profesores.

En una segunda parte, presentaron el origen y el curso de la presente epidemia, desde que se presentó en Marsella, Tolón, Nápoles y Alicante, en 1884, hasta sus primeros casos en Beniopa, Játiva, Alcira y todos los pueblos de la ribera y del norte de la capital. Hasta que el día 13 de abril se inició en Valencia y el día 10 de junio hubo el primer caso en la fuerza militar de Paterna; debido a la afectada próxima población de Burjasot. Infectando al resto de la guarnición, hasta sus últimos casos ocurridos en la primera quincena de agosto.

Explicando aquí la marcha que siguió la epidemia en todo España, que ellos consideraron que tenía como causa principal “la dirección de las aguas”, como medio más fácil y seguro de propagarse en extensas comarcas. Aunque también reconocían la gran importancia de otros focos, como las ropas, en el contagio y propagación.

En una tercera parte, se ocupan del hospital de Monteolivete; reseñando detalladamente tanto el edificio como el material y los medios con que contaba. Momento en el que rinden tributo de agradecimiento al instalador y ordenador de todo, el jefe de Sanidad Militar (a la sazón ya retirado) Eduardo Cañizares; que contó con el apoyo del General Azcárraga, Capitán General en el momento, que en julio de 1885 visitaba a los enfermos y ordenaba la retirada del servicio de la guardia para que no se contaminasen.

Describen los medios de desinfección que fueron empleados en el edificio, así como las medidas con los objetos y las ropas. Postulando la importante de la higiene y del uso de desinfectantes “enérgicos”; a lo que atribuyen que, pese a los servicios prestados por el personal, no quedo invadido ninguno.

Exponían, luego, el cuadro sintomatológico clínico; por periodos. E insistían, en la constancia en la medicación y en los cuidados sin descanso al enfermo. Siendo los militares, dados de alta, enviados al lazareto de Paterna y, más tarde, de licencia a sus casas.

Luego, presentan en el informe los principales medicamentos que ensayaron: la helenina y el citrato de hierro, en inyecciones hipodérmicas.

Y, a continuación, insertaron en el texto “cinco estadísticas y seis trazados”. Las primeras, con los resultados obtenidos. Los segundos, registrando los ingresados, los recuperados y los fallecidos; por días.

Indicándose el corto número de infectados en la guarnición militar, ya que sólo fueron 166 (número muy limitado en relación con las desastrosas cifras en la población civil), de los que fallecieron 51. Ingresando 23 en un primer estadio, 18 en período agónico y el resto “en diversas formas de padecimiento”. Número de enfermos graves al ingreso que pudo deberse al cuarto de aislamiento que había en todos los cuarteles, donde de inmediato se separaba de sus compañeros a todo aquél al que le aquejara cualquier síntoma sospechoso.

Finalmente, expusieron las medidas que habían tomado las autoridades militares a favor de los soldados, lo que sin duda fue la causa del corto número de invadidos en la guarnición, en comparación con el mayor número de civiles.

Recordemos que nuestro paisano, el doctor José Aparici, había pasado por los destinos del Regimiento San Fernando (1891), el Hospital Militar de Burgos (1897), había estado en Cuba (1898) y, luego, en el Hospital Militar de Burgos. Siendo, finalmente, nombrado director del Hospital Militar de Alcalá de Henares; donde falleció, al contaminarse por un corte cuando operaba a un soldado.

Fuente: https://www.abc.es