FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA
Tal y como tenía previsto, el buque que estamos siguiendo en
estas notas diarias, el MSC Eloane, está atravesando hoy el Canal de Suez.
Cuando me conecto, me lo encuentro ya, navegando a ocho nudos, cerca del
Pequeño Lago Amargo.
El Canal es una fila de hormigas que navegan despacio. De
norte a sur hay una hilera que ha entrado desde el Mediterráneo, en Port Said;
de sur a norte van avanzando los que proceden del Mar Rojo. En los lagos
salados, y en las zonas del Canal donde hay dos “carriles” de navegación, los
técnicos organizarán los necesarios cruces. Es sencillo, es como ordenar el
paso de vehículos por una calle estrecha; pero aquí estamos hablando de
petroleros con una carga enorme, de buques de crucero para miles de turistas,
de barcos contenedores de cuatrocientos metros de largo, como este MSC Eloane,
que no cabría, ni de ancho ni de largo, en nuestra calle de la Paz.
El Pequeño Lago Amargo no es tan pequeño, tiene varios
kilómetros, aunque es obviamente menor que el Gran Lago Amargo, que está al
norte. Al trazar y construir el Canal, en el siglo XIX, Fernando Lesseps se
apoyó en estos dos lagos, extremadamente salinos, para facilitar su proyecto.
El resultado fue que sus aguas, setenta años después, ya no eran casi salinas
porque recibieron aguas de los dos mares comunicados. Los expertos dicen que
eso no fue tan malo: la extracción de sal, que se practicaba quizá desde los
tiempos de los faraones, casi se perdió; pero las aves, que rehuían unos lagos
sin vida, aprendieron pronto a usarlos en sus migraciones norte-sur.
El MSC Eloane navega detrás de un enorme petrolero, sin
prisa. Usará casi todo el día de hoy en pasar al Mediterráneo, por Ismailía y
Al Qantara el Sharqiyya. Un poco más al norte hay un buque turístico, el crucero
Columbus, y el Emma Maersk, otro grande del transporte de contenedores, de casi
400 metros de eslora. El CMA CGM Vela, veterano también del puerto de Valencia,
les sigue de cerca; todos van alternados con buques de menos porte que marchan
despacio, atentos a la radio y a los sistemas de posición, a los remolcadores
que esperan para los tramo difíciles.
En el Gran Lago Amargo, a bordo de un acorazado, se
reunieron el presidente Roosevelt y el rey Saud de Arabia, en 1945, cuando la
guerra estaba terminando. Los intereses del petróleo del mundo libre se
afirmaron sobre un pacto para la historia. Según leemos, el Pequeño Lago Amargo
se hizo famoso en la Guerra de los Seis Días, la de aquel general Moshe Dayan
que llevaba un parche en un ojo. Catorce barcos se quedaron metidos en la
ratonera del lago y allí tuvieron que seguir varios años, hasta que en 1975 se
organizó una “operación salida” de buques que ya eran chatarra semi oxidada,
cubiertos de una capa de arena de medio metro.
MSC Eloane saldrá al Mediterráneo esta tarde, por Port Said.
Y entonces es posible que establezca su rumbo y su destino, seguramente
Rotterdam, quizá antes algún puerto español. ¿Qué lleva en sus bodegas? De
todo. Todo lo que se fabrica en China y en Singapur, todo lo que procede de las
fábricas y talleres de Oriente viaja en unas bodegas casi infinitas; él solo
lleva la carga de diez mil caravanas de los tiempos de Marco Polo. desde
mascarillas a televisores, desde libros a motores… Todo estará en su destino,
hacia el 12 de abril, cuando la Europa frágil empiece a salir de su
confinamiento después del atroz paso de la pandemia.
Mientras tanto, aquí, las cosas siguen como sabemos.
Confinamiento y desconcierto. Los más sabios, los rectores de las Universidades
españolas, los que suponen que tenían que ser prudentes consejeros de la
sociedad, no se han puesto de acuerdo con el modelo a aplicar a sus
estudiantes. El curso ni se sabe cuándo acabará ni cómo se dará por concluido.
Otro fracaso a apuntar en el libro triste de esta tragedia.
Fuente: https://fppuche.wordpress.com