Arxiu diari: 20 d'abril de 2020

LUNES, 20 DE ABRIL. TRIGÉSIMO SÉPTIMO DÍA. MILAGROS DE SAN VICENTE

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA

Casi todos los años, en el Almanaque de “Las Provincias”, se publicaba el “milacre” ganador del concurso que Lo Rat Penat ponía en pie entre los que se escribían para los altares de San Vicente Ferrer. En las actas de beatificación del dominico valenciano constan más de seiscientas acciones milagrosas realizadas a lo largo de sus predicaciones; pero tampoco era preciso que los escritores de “milacres” fueran especialmente rigurosos en la toma de los datos: la sencillez, la espontaneidad eran siempre  el principal el encanto de las representaciones infantiles, donde la ingenuidad predominaba siempre sobre el rigor.

Un Almanaque elegido al azar de la estantería, el de 1972, nos ofrece una pieza de Pere Delmonte Hurtado que es ejemplar del género literario que cada año se pone en escena, en primavera, para la fiesta del Santo. “La Jueva d’Ecija” es la escenificación libre, libérrima pero encantadora, de un milagro que el predicador hizo en el pueblo andaluz en la persona de una mujer judía que, obviamente, se adhiere con fervor al cristianismo después de haber sido salvada de la muerte por el Pare Vicent cuando le cae encima una pared de piedra.

Con todo, entre los milagros del fraile valenciano abundan los que se remiten a la curación de muchos apestados o enfermos en peligro de muerte. Nacido solo dos años después de la peste que asoló Europa entera en 1348, Vicente Ferrer obedece a la cultura de una generación que estaba lógicamente impregnada de los efectos sociales de las pandemias. El dominico Vicente Ferrer es un predicador, muchas veces apocalíptico, que bebe en las fuentes de esa cultura, la que proclama el arrepentimiento de los pecados ante un final que puede llegar en cualquier momento, de manera rápida y artera, a causa de una enfermedad que se extiende como plaga.

“Els milacres de Sant Vicent” se mueven en un mundo infantil y están escritos para un público sencillo, que escucha las andanzas milagreras del santo en los retablos improvisados en la calle. El primero que se conserva impreso fue escrito para el altar de la calle del Mar y apareció en el “Diario de la Ciudad de Valencia” de  22 de abril de 1827. Se titula “La Font de Lliria” y recrea el conocido milagro que permite que el manantial del actual parque de San Vicente no se haya secado nunca ni en las peores carestías. Después vendrían muchos más: historias inocentes de vicio y virtud, hombres malos y en vicioso pecado, demonios exorcizados de mujeres rabiosas, niños que se paran en el aire antes de golpearse contra el suelo, bebés resucitados en las manos de madres llorosas… Y apestados que se levantan para caer rendidos a los pies del fraile que les da la bendición.

El que Pere Delmonte escribió en los primeros setenta se representó en el altar del Carmen y tiene en su cuadro de actores a todos los niños de las familias Romero y Borrego, vecinos de raigambre en el entorno de la plaza de Na Jordana, valencianos de hondas raíces dispuestos a unirse a todas las fiestas.

— Alça’t i no plores més. / Per la teua contricció / Déu te dóno el seu perdó / per bo i bondadós com es./

El predicador transmite el perdón a la arrepentida. La moraleja cae sobre los espectadores como lluvia en primavera. Y los vecinos del barrio aplauden, un año más, ante el evidente triunfo del bien sobre el mal. Este año, aunque no hay representaciones, hay más público que nunca esperando el milagro del gran Santo valenciano.

Fuente: https://fppuche.wordpress.com/

20 D’ABRIL, 37É DIA DE CONFINAMENT

DANIEL ALFONSO MEDRANO, CRONISTA OFICIAL D’OTOS

Tradicionalment, el dilluns de Sant Vicent a les terres valencianes és l’últim dia de les festes de Pasqua en el que la gent va a menjar-se la mona i a berenar amb bona companyia i diversió. Però, tot i que té un fort arrelament, es tracta d’una festa  de caràcter local a efectes laborals en la que segons el municipi es treballa o no. De forma que,  per posar exemples pròxims,  a Albaida és un dia normal i utilitzen el dia festiu a la fira de juliol o a l’octubre com passa a Ontinyent, mentre que a Otos els dos dies festius que pertoquen solen ser el dia de Sant Vicent Ferrer i el segon dia de Nadal, ja que no es contemplen a tal efecte les festes d’agost.

Enguany, la crisi derivada del coronavirus està trastocant tota la planificació preestablida i s’han suspès o ajornat grans celebracions com les Falles, la Pasqua o els moros i cristians d’Alcoi i d’Agullent i no se sap quan tornaran a ser possibles amb tot el que això comporta a efectes econòmics i socials. Quan es permetran de nou les aglomeracions i la lliure circulació de persones? Quantes empreses del sector de l’oci estaran preparades en eixe moment? Quin pressupost li podran destinar a les festes tant les famílies com les administracions? Podrem fer vida més normal a un municipi sense afectats que al centre de Madrid? En definitiva, com serà la desescalada del confinament i quins canvis comportarà?

Enfront de tants interrogants no ens hem de posar apocal·líptics com feia sant Vicent. Només podem seguir amb els indicacions sanitàries per protegir-nos i per evitar una multa i també preparar-nos per allò que el temps puga portar. Aprofitem la quarantena a casa i, hui que ha eixit el sol, mengem-nos la mona. Si voleu conèixer millor la figura de Sant Vicent a Otos, la seua literatura i com se celebrava la festa punxeu ací.

I tantes preguntes que ens fem estos dies de confinament, com si d’una forma light d’arrest domiciliari es tractara, ens han portat a recordar cançons i missatges amb melàngia com diu la cançó 20 de abril del 90, versionada 30 anys després amb tots els canvis que ha portat el temps.

Fuente: http://publicacionsotos.blogspot.com/

DESDE CASINOS, ESTAMOS MÁS DE TREINTA DÍAS SIN SALIR DE CASA

JOSÉ SALVADOR MURGUI. CRONISTA OFICIAL DE CASINOS

Podía pensar que es el ecuador de la historia, podía ilusionarme con que ya empezó la cuenta atrás, podía ser tan generoso que lo daría todo por salir de casa… Podía, no deja ser el momento en el que conjugo la primera persona del pretérito imperfecto de indicativo del verbo poder. No es lo mismo decir “podía” que “puedo.”

Yo, tu, el, nosotros, vosotros, ellos, no “puedo” en singular, o no “podemos” en plural, en cada una de las personas conjugadas, salir de casa. Al menos hoy por hoy. El 10 de marzo se paró paulatinamente Valencia, el 15 de marzo, se paró España. Un mes cerrado en casa, la frase se hizo viral”yo me quedo en casa.”

En este tiempo hemos aprendido mucho, yo al menos. Hoy hago esta reseña sin hablar del pasado, de la historia de ayer, de los recuerdos vividos; hoy hablo del presente, ya que esta crónica empieza con las conjugaciones, continua conjugando el tiempo presente.

En la escuela del hogar, este mes he aprendido a convivir con la televisión, con los mensajes, con los videos, con los homenajes a nuestras “heroínas” y “héroes”, con video-llamadas familiares y al exterior, con las buenas noticias cuando desciende la curva, y con las peores noticias al ver como suma y sigue el número de difuntos.

Me he enterado de episodios escalofriantes ante la muerte de personas conocidas, he tenido que dar el pésame a familias amadas que han perdido seres queridos, tragándose las lágrimas y con el más absoluto silencio, abrazaron la más desgarradora soledad. He conocido gestos de buenas personas, de familias, que han ayudado a mitigar las carencias; he hablado con médicos y sanitarios, que al pie del cañón con una voluntad férrea, han demostrado cada día, su valía, entereza y humanidad. He podido saludar a amigos de la U.M.E. y de la Guardia Civil, que no han cesado en sus labores humanitarias.

En el mundo siempre ha tenido un valor de referencia el dinero; el dinero a la hora de circular se vale de papel y de monedas, las monedas tienen dos caras. En muchas ocasiones son la balanza del precio de algo, o la permuta que nos entregamos cuando hay que elegir entre cara y cruz. Estos días son como una moneda, tenemos las dos caras; hoy es un día que la cara amarga (no sé cuál de las dos es), me ha motivado a escribir estas palabras. Hoy ha sido un día cargado de llamadas, mensajes, testimonios… un día diferente y de contrastes. En los últimos informativos, las noticias no han sido buenas. Seguimos hablando del día de hoy.

Según el Ministerio de Sanidad ya son 172.541 casos confirmados, 18.056 fallecidos y 67.504 curados del Covid-19 en nuestro país. Enhorabuena a los que se han curado, y mucho ánimo a los casos confirmados, deseándoles una rápida y pronta recuperación. Pero lo peor de todas las cifras es esa que ya supera lo dieciocho mil difuntos. (Cierro los ojos y suspiro en silencio).

En este tiempo de confinamiento, hemos aprendido a aplaudir, a salir al balcón, a las ventanas; quizás haya sido y sea una buena terapia cantar “Resistiré”, también debe ser algo bonito hacer todos esos homenajes: la hora del aplauso, de la cacerolada, de la vida pública del balcón es un hecho, un momento importante. No estoy cuestionando el párrafo anterior, ni criticando a quien lo hace, mis palabras son fruto de una reflexión que llega desde un contumaz respeto a tod@s.

Por mi edad, circunstancias familiares y personales, estoy rodeado de “riesgo”, soy consciente al sector que pertenezco, pero me hubiera gustado que me dejaran salir para ir a esos ocultos tanatorios a hablar con esas familias que han perdido a sus seres queridos, echo de menos que se cree un voluntariado para con guantes, mascarillas, batas o gafas, poder decir a algunas de esas familias destrozadas, que esperan a la puerta de esos hospitales, habitaciones calladas, pabellones de desconsuelo, que no están solas. Que sentimos su dolor y la muerte. Que somos conscientes de que en vida se ha intentado todo, pero que una vez los ojos se cierran y ya nada de forma humana se puede hacer, poder mirar a los ojos a esas personas y regalarles un hálito de paz, de amor, de comprensión. Solo esa mirada de ternura.

Decía en una de sus canciones titulada “Ciudad Joven” el gran amigo y compositor Vicente Morales de Brotes de Olivo, en los años ochenta: “El vivir para servir, gozándolo en gratuidad, dando razón de esperanza, fermentando la unidad; anunciando el resto pobre que llame a despertar, la conciencia tan dormida, que existe en la humanidad.” Palabras proféticas, que nadie imaginaba en aquella década, que tantos años después iban a ser de rabiosa actualidad. Hoy se está pidiendo “fermentar la unidad”, sabemos que todos, TODOS, somos pobres ¿Con cuántos millones de parados nos vamos a enfrentar? ¿Qué nos han dicho de la caída del P.I.B.? Y mi última pregunta ¿Qué hago yo para despertar la conciencia, mi conciencia tan dormida que existe en la humanidad?

Esa es la pregunta de hoy. Es el silencio ante la muerte. Es el paso que nos separa del hoy al mañana. He dicho en repetidas ocasiones que la palabra clave es esperanza, hay más palabras claves: UNIDAD, CONCIENCIA, GENEROSIDAD y VERDAD. Mientras esas palabras en tiempo presente no despierten nuestra dormida conciencia, el confinamiento podrá ser eterno. Yo ahora estoy pensando que me guardo las palmas, la música, los gritos, cualquier manifestación externa, porque mi corazón está de luto, al igual que lloran en silencio, esas familias que han perdido a un ser querido y que lo están perdiendo todo. Porque cuando se pierde la vida en circunstancias como las actuales, nadie es digno de cuestionarse nada, solo debemos ser capaces de ser humanos y solidarios. Mirar el horizonte de los enfermos, de las familias, de los hijos, del mundo.

Fuente: https://www.elperiodicodeaqui.com