GABRIEL SEGURA, CRONISTA OFICIAL DE ELDA
La pandemia de gripe desarrollada en tres oleadas sucesivas entre 1918 y el verano de 1920 dejó según cálculos de los investigadores un total 40 millones de fallecimientos en todo el mundo.
Su origen parece estar en los Estados Unidos (marzo, 1918), fue transportada a Europa por los soldados norteamericanos combatientes en la I Guerra Mundial (1914-1918) y en suelo europeo se extendió rápidamente por todo el continente, asolado por la Gran Guerra y luego por la pandemia más devastadora de la historia.
Tras registrarse los primeros casos en Europa la gripe pasó a España. Un país neutral que no censuró la publicación de los informes sobre la enfermedad y sus consecuencias. Ser el único país que se hizo eco del problema provocó que la epidemia se conociese como la Gripe Española. Y a pesar de no ser el epicentro, España fue uno de los más afectados con 8 millones de personas infectadas y 300.000 personas fallecidas.
La oleada más virulenta y letal ocurrió a partir de mediados de agosto de 1918 y se extendió durante el otoño, convirtiéndose en la mayor catástrofe sanitaria mundial del siglo XX. Afectó a hombres y mujeres por igual, muriendo de forma fulminante en pocas horas o días, siendo los más atacados los adultos de entre 20 y 40 años.
Elda no fue ajena a aquella dinámica y los eldenses de hace cien años también sufrieron en sus carnes la letalidad de aquella pandemia vírica. Fiebre elevada, dolor de oídos, cansancio corporal, diarreas y vómitos ocasionales eran los síntomas propios de esta enfermedad. La mayoría de las personas que fallecieron durante la pandemia sucumbieron a una neumonía bacteriana secundaria, ya que no había antibióticos disponibles.
En Elda se llegaron a diagnosticar un total de 533 casos de gripe, lo que supuso un contagio al 6,61 % de la población total de la ciudad. Pero fue un 14 de agosto de 1918 cuando tenemos constancia del primer fallecimiento en Elda a causa de la gripe (una mujer de 35 años), que fue seguido por otros fallecimientos los días 18 (una muchacha de 14 años) y el día 19, una niña de dos añitos.
Ante las graves y trágicas noticias que se publicaban, el ayuntamiento eldense adoptó medidas de limpieza de calles, recogida de basuras y desinfección de locales con zotal. Medidas que no evitaron que, a pesar de que septiembre solo registró 2 víctimas, el mes de octubre se convirtiera en un mes trágico con 29 muertes registradas a causa del virus de la gripe. Noviembre no anduvo a la zaga, contabilizándose un total de 14 fallecimientos por la misma causa. Afortunadamente, el mes de diciembre solo registró 3 muertes, y fueron las últimas. En total se contabilizaron 52 óbitos a causa de aquel brote de virus A, del subtipo H1N1, que a diferencia de otros virus que afectan básicamente a niños y ancianos, muchas de sus víctimas fueron jóvenes y adultos saludables entre 20 y 40 años, una franja de edad que probablemente no estuvo expuesta al virus durante su niñez y no contaba con inmunidad natural.
En aquel año de 1918 la población eldense era de 8.067 personas, lo que supone que la epidemia de la gripe tuvo un índice de mortalidad del 0,64% de la población. Hoy en día, con una población de 52.618 habitantes tendríamos que alcanzar los 332 fallecimientos para llegar a aquel índice de mortalidad que, cual plaga bíblica, azotó la Elda de hace un siglo.
Como curiosidad, destacar que aquella epidemia de gripe fue la causante del fallecimiento no solo de mujeres y hombres “anónimos” sino también de personas conocidas en la sociedad eldense de aquel momento, como fueron el ilustre abogado Manuel Maestre Payá (4 de octubre), presidente del Partido Reformista en Elda y de la religiosa sor Arcángela Badosa, quien contrajo la gripe atendiendo a los enfermos en el Hospital Municipal, falleciendo un 27 de noviembre de 1918.
Afortunadamente, sería en 1933 cuando se demostró la etiología vírica de la gripe y se pudo empezar a combatir adecuadamente con tratamientos médicos.
Fuente: https://www.valledeelda.com