Arxiu diari: 18 d'abril de 2020

LA “GRIPE ESPAÑOLA” AZOTA ELDA

GABRIEL SEGURA, CRONISTA OFICIAL DE ELDA

La pandemia de gripe desarrollada en tres oleadas sucesivas entre 1918 y el verano de 1920 dejó según cálculos de los investigadores un total 40 millones de fallecimientos en todo el mundo.

Su origen parece estar en los Estados Unidos (marzo, 1918), fue transportada a Europa por los soldados norteamericanos combatientes en la I Guerra Mundial (1914-1918) y en suelo europeo se extendió rápidamente por todo el continente, asolado por la Gran Guerra y luego por la pandemia más devastadora de la historia.

Tras registrarse los primeros casos en Europa la gripe pasó a España. Un país neutral que no censuró la publicación de los informes sobre la enfermedad y sus consecuencias. Ser el único país que se hizo eco del problema provocó que la epidemia se conociese como la Gripe Española. Y a pesar de no ser el epicentro, España fue uno de los más afectados con 8 millones de personas infectadas y 300.000 personas fallecidas.

La oleada más virulenta y letal ocurrió a partir de mediados de agosto de 1918 y se extendió durante el otoño, convirtiéndose en la mayor catástrofe sanitaria mundial del siglo XX. Afectó a hombres y mujeres por igual, muriendo de forma fulminante en pocas horas o días, siendo los más atacados los adultos de entre 20 y 40 años.

Elda no fue ajena a aquella dinámica y los eldenses de hace cien años también sufrieron en sus carnes la letalidad de aquella pandemia vírica. Fiebre elevada, dolor de oídos, cansancio corporal, diarreas y vómitos ocasionales eran los síntomas propios de esta enfermedad. La mayoría de las personas que fallecieron durante la pandemia sucumbieron a una neumonía bacteriana secundaria, ya que no había antibióticos disponibles.

En Elda se llegaron a diagnosticar un total de 533 casos de gripe, lo que supuso un contagio al 6,61 % de la población total de la ciudad. Pero fue un 14 de agosto de 1918 cuando tenemos constancia del primer fallecimiento en Elda a causa de la gripe (una mujer de 35 años), que fue seguido por otros fallecimientos los días 18 (una muchacha de 14 años) y el día 19, una niña de dos añitos.

Ante las graves y trágicas noticias que se publicaban, el ayuntamiento eldense adoptó medidas de limpieza de calles, recogida de basuras y desinfección de locales con zotal. Medidas que no evitaron que, a pesar de que septiembre solo registró 2 víctimas, el mes de octubre se convirtiera en un mes trágico con 29 muertes registradas a causa del virus de la gripe. Noviembre no anduvo a la zaga, contabilizándose un total de 14 fallecimientos por la misma causa. Afortunadamente, el mes de diciembre solo registró 3 muertes, y fueron las últimas. En total se contabilizaron 52 óbitos a causa de aquel brote de virus A, del subtipo H1N1, que a diferencia de otros virus que afectan básicamente a niños y ancianos, muchas de sus víctimas fueron jóvenes y adultos saludables entre 20 y 40 años, una franja de edad que probablemente no estuvo expuesta al virus durante su niñez y no contaba con inmunidad natural.

En aquel año de 1918 la población eldense era de 8.067 personas, lo que supone que la epidemia de la gripe tuvo un índice de mortalidad del 0,64% de la población. Hoy en día, con una población de 52.618  habitantes tendríamos que alcanzar los 332 fallecimientos para llegar a aquel índice de mortalidad que, cual plaga bíblica, azotó la Elda de hace un siglo.

Como curiosidad, destacar que aquella epidemia de gripe fue la causante del fallecimiento no solo de mujeres y hombres “anónimos” sino también de personas conocidas en la sociedad eldense de aquel momento, como fueron el ilustre abogado Manuel Maestre Payá (4 de octubre), presidente del Partido Reformista en Elda y de la religiosa sor Arcángela Badosa, quien contrajo la gripe atendiendo a los enfermos en el Hospital Municipal, falleciendo un 27 de noviembre de 1918.

Afortunadamente, sería en 1933 cuando se demostró la etiología vírica de la gripe y se pudo empezar a combatir adecuadamente con tratamientos médicos.

Fuente: https://www.valledeelda.com

SÁBADO, 18 DE ABRIL. TRIGÉSIMO QUINTO DÍA. TODOS CONTRA TODOS LOS GOBIERNOS

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA

La gente echa pestes del Gobierno. A la más mínima, sin necesidad. Cuando saludas en la caja del supermercado al que viene detrás, un hombre que no conoces de nada, no elige una frase de resignación, no emplea una palabra de afecto para responderte: simple y llanamente escupe –desde luego tras su máscara– que “todo esto es gracias al Gobierno que tenemos”.

La gente tiende a echar la culpa de su desgracia a los gobiernos. Todos lo hacemos. Si hablas con los amigos que aguantan en una ciudad de México de 30 millones de habitantes, es igual que si preguntas a los que están confinados, en Estados Unidos, en medio del bosque: todos los gobiernos lo están haciendo mal. Incluso es posible que se quejen en Suecia o en Suiza…

Pero es que a lo largo de tantos años de bienestar, acunados por tantas y tan buenas prestaciones, no podemos evitar pensar que mi hernia, mi contratiempo, mi problema, tiene como causa el Gobierno. Pensamos que un gobierno está para ser precavido y tomar decisiones antes de que se presente el problema. Y en este caso, lo sucedido da muchas razones  para creerlo. Claro que hay que acordarse del alcalde, por poner un solo ejemplo al azar, esperando que alguien decidiera “por arriba” la suspensión de las Fallas. No se le hubiera entendido, no se hubiera aceptado sin lamentos y protestas, una suspensión en la segunda quincena de febrero, cuando, precisamente, todas las autoridades estaban en la fase de evitar el colapso alarmista de los supermercados. Es más, dudo que pudiera haberlo hecho porque no tenía herramientas legales.

Veremos. Habrá que ver esta indignación contra todos los gobiernos, y sus efectos, dentro de dos, tres o cinco meses. Veremos si cuando lleguen unas elecciones, las que sean, estos enfados permanecen o han sido olvidados como tantas cosas más. Probablemente nos haremos a la idea de que la epidemia ha ido como ha ido –cuestión de suertes–, y que en estos tiempos de prueba estamos viendo a todos los gobiernos casi igual, desarbolados y ridículos, descuidados e inocentes, luchando en los primeros días contra el alarmismo y una semana después dando manotazos en el aire para poder comprar mascarillas, o lo que sea, que sirvieran para trazar una especie de estrategia.

En estos momentos, en espera del ansiado “pico”, se ignora casi todo. Aunque se da por seguro de que habrá una prórroga del confinamiento de dos semanas más para cubrir el puente madrileño del 1º de mayo con la gente en casa. En cuanto a los niños, no los tengo a mano. Quiero decir que no sé calibrar hasta qué punto es necesario sacarlos a la calle. Lo que sí veo es que la mayor parte de ellos, en una hipotética “desescalada” del aislamiento, saldrán con los abuelos… que son precisamente las personas más frágiles ante el riesgo.

No hay mucho más que contar, salvo que he salido a la calle y me he puesto mascarilla por vez primera. Ahora, cuando en teoría ha pasado lo peor, resulta que somos más cuidadosos que en los primeros días. He usado la mascarilla como está prescrito y he seguido en el supermercado las pautas rigurosas que la organización reclama: gel, guantes desechables, etcétera. Lo anotaré, aunque todos lo saben ya: la mascarilla es el engorro más grande del mundo, especialmente para los que llevamos gafas… La llevas, pero es a riesgo de darte un trastazo porque con las lentes empañadas no se ve ni el rostro de la cajera.

En la puerta de El Corte Inglés de Nuevo Centro, el director, enmascarado y al pie del cañón. Días de grandes pruebas para todos.

Fuente: https://fppuche.wordpress.com/