Arxiu diari: 15 d'abril de 2020

ESPECIAL SEMANA SANTA

Aunque los torrentinos y torrentinas han tenido que vivir una Semana Santa atípica y desde sus casas, esto no ha evitado que pudieran celebrar la festividad. Con motivo del Domingo Glorioso, el Ayuntamiento de Torrent emitió un programa especial a través de su página de Facebook con las y los principales representantes de la Semana Santa torrentina con más de 4.000 reproducciones.

Las cornetas y tambores volvieron a sonar en los vídeos que se mostraron a lo largo del especial, dando inicio con un resumen de de la Semana Santa de Torrent y de sus 18 hermandades, con sus tradicionales traslados, encuentros y procesiones de esta festividad que está declarada de Interés Turístico Autonómico.

El programa, además, contó con la participación de la Reina del Encuentro de 2020 y que también será de 2021, Azucena Guimerá Palop; la Reina del Encuentro de 2019, María Silla Mora; del presidente de la Junta Central de Hermandades, José Vicente Yago; el concejal de Fiestas, Pascual Martínez; y el CRONISTA OFICIAL DE TORRENT, JOSÉ ROYO. A lo largo de casi una hora de emisión, los colaboradores pudieron contar, entre otras cosas, la historia de la Carxofa, uno de los elementos protagonistas del Domingo de Resurrección, y su cambio de forma y ubicación, ya que anteriormente se situaba en la puerta de la Casa de la Cultura.

Asimismo, el público pudo revivir el Encuentro del año pasado acompañado de las palabras de María Silla, que representó a Germana de Foix durante ese día. También se hizo un viaje en el tiempo para recordar otros Domingos de Resurrección, como el de 2008 que contó con Teresa Puchades como Reina del Encuentro, o el de 1988 que fue Inmaculada Costa.

El programa puede volverse a ver haciendo clic en el siguiente enlace:

Fuente: https://www.elperiodic.com

15 DE ABRIL. TRIGÉSIMO SEGUNDO DÍA. ÁLBUM DE CHINA

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA

Todos lo estamos haciendo. Arreglamos armarios, repasamos papeles viejos, echamos mano a esos rincones  donde abundan las cajitas, los llaveros inútiles, los folletos de electrodomésticos y una infinita cantidad de bolsas de plástico guardadas para no sé sabe qué…

Entre las tareas impuestas, ordenar las fotos es muy interesante. Se trata, por ejemplo, de pasar cientos de imágenes guardadas en discos dispersos al disco duro. Ordenarlas por años y por meses. Un año, el 2006, me ha entretenido horas imposibles durante cuatro días… Y es ahí donde me he encontrado, puñetera casualidad, con el viaje a China de aquel verano: el que empezó con una tormenta enorme sobre Pekín y una obligada demora del aterrizaje de casi una hora. Y con un comandante simpático, muy simpático, que tuvo a bien advertir que “el único problema, aparte del retraso, es que venimos volando 14 horas, directo desde Madrid, y no tenemos mucho combustible de reserva…”

El avión fue el primero en aterrizar en un aeropuerto con enormes charcos. Viajar a China en verano enseña que allí hay también una cultura de temporales veraniegos y que a los más malos les llaman tifones. De modo que, inundados todos los túneles que comunican con el aeropuerto, nuestro autobús se demoró bastante y el camino desde la terminal hasta el hotel lo hicimos de noche, entre las doce y la una, por una autopista exprés, de “segundo piso”, que en ocasiones tenía un tercer nivel encima. Y por un paisaje de industrias y polígonos cuajados de talleres, empresas y oficinas.

Es la primera lección, la vacuna. Es la visión de un país que no tiene horas. Era la hora de dormir pero por el camino pudimos ver fábricas, talleres, industrias donde el humo no cesaba y la actividad no se detenía. El guía explicó que sí, que se trabajaba por turnos, que trabajar de noche es normal en un país nacido para el trabajo, el esfuerzo colectivo y la producción de infinitas cosas en cantidades siempre infinitas. Millones de bolsos, millones de ventiladores, millones de pastillas, de televisores, de libros…

China es una continuada visión de la grandiosidad. Más que el grandioso Estados Unidos, más que la inacabable Argentina, China transmite la impresión de que el horizonte, geográfico y humano, es allí de otro tamaño. Todo es por miles o por millones, todo es imposible de contar… Como es su historia: en China se entiende enseguida la dimensión nueva de que todo lo hicieron mil o dos mil años antes que cualquier otra civilización del planeta: las cerámicas perfectas, las mayores bestialidades, los grandes logros, la perfección de la escritura y el arte, el refinamiento religioso… China se produjo a sí misma cuando los demás estábamos aprendiendo a juntas las letras.

Hice unas tres mil fotos durante doce días. Ahora he tenido ocasión de pensar y recordar mucho sobre aquel viaje a China. El país que no dudó en encerrar a 60 millones de personas, en una “pequeña” provincia, ante el asombro general. ¿Cómo hacen eso de un modo tan brutal y perfecto? ¿Cómo se cohíben tantas libertades, tantas necesidades, tantas urgencias? Una cosa que se aprende enseguida, yendo a China, es la disciplina y la obediencia ciega al poder. Excepto en tres o cuatro cuestiones: la espera a los peatones en los semáforos, los codazos en las colas y la bonita costumbre de escupir constantemente al suelo…

La cuarta observación, sobre los alimentos, nos la dio el guía antes de desembarcar en un hotel, desde luego de dos mil habitaciones: “Los chinos –dijo– comen todo lo que va por la tierra, excepto los ferrocarriles; todo lo que nada en el mar, salvo los submarinos, todo…”

Fuente: https://fppuche.wordpress.com/