Arxiu diari: 24 d'abril de 2020

CORONAVIRUS: CASTELLÓN CELEBRA SANT VICENT EN CASA

Vecinos de la Vall d’Uixó, Nules, l’Alcora, Borriol o Xilxes honran al santo desde el confinamiento.

«El precioso manantial/ del pozo de vuestra casa/ concede salud sin tasa/ al que bebe su cristal/ quedando con tal favor/ de todo mal libre y sano/ sednos padre y defensor/ Santo Apóstol valenciano». Este es uno de los versos de els gojos a Sant Vicent Ferrer que este lunes volvieron a entonar sus devotos en la Vall d’Uixó, aunque desde su casa; pero con un sentimiento compartido en muchos municipios de la provincia, para que quien fuera conocido por sus milagros y por su intercesión en epidemias históricas termine con la que golpea ahora a Castellón.

A nadie le pasó desapercibido que este lunes era el día grande de las fiestas patronales de la Vall y así lo pregonaron las campanas de la iglesia de la Asunción y de la ermita del santo, llamando a los vecinos a la participación en una celebración virtual que, como tantas y tantas otras celebraciones desde que se decretara el estado de alarma, está viviéndose de la mejor manera posible cuando el confinamiento es norma e imposición.

La de Sant Vicent es una celebración que se vive en muchos municipios como la Vall d’Uixó, Nules, l’Alcora, Borriol o Xilxes, entre otros. Y como suele suceder en un día tan señalado, se conjugaron las celebraciones estrictamente religiosas con otras más populares. Ese es el caso de Nules, donde a pesar de no tener pasacalle –una de las fiestas más coloristas y participativas de la localidad, declarada de interés turístico–, no hubo resignación y las diferentes quintas salieron a los balcones al son de Paquito el Chocolatero, logrando que por momentos las calles reprodujeran el mismo jolgorio que las habría caracterizado de no estar la práctica totalidad de los vecinos luchando contra el coronavirus en casa. Quedará por ver qué solución se dará al hecho de que los organizadores de esta festividad cambian cada año y de forma sucesiva desde hace décadas, coincidiendo, desde su origen, con el 25 aniversario del paso de los mozos por el servicio militar.

En Borriol, este lunes también fue un día trascendente y esperado, que se vivió con el ánimo que imponen las circunstancias. Ha habido dos fechas claves en la historia de su romería a la ermita de Sant Vicent que impidieron su celebración: en 1887, por una intensa nevada y la segunda, a medias, en 1994. La del 2020 engrosará ese listado por ser la que se vivió de manera virtual. A puerta cerrada, se celebró una misa retransmitida por la cuenta de Facebook del Ayuntamiento, que se completó con una mascletà casera con instrumentos de cocina. Informa HENRI BOUCHÉ (CRONISTA OFICIAL DE BORRIOL).

Y como hay tantas citas como costumbres, las expresiones de amor tomaron los balcones y ventanas de l’Alcora en su tradicional mocadorà, recuperada en el año 2002 por parte de los barrios y la Coordinadora d’Associacions Culturals de la Comarca de l’Alcalatén. Los vecinos reprodujeron la tradición de que los hombres regalaran a su amada dulces y confites después de la romería, en el entorno de la ermita, en un particular San Valentín alcorino que este año se tuvo que vivir dentro de casa. Informa Javier Nomdedeu.

En Xilxes, los pañuelos se transformaron en instrumentos en una jornada marcada por el pasodoble interpretado por la Unió Musical Santa Cecília, cuyos miembros tocaron desde sus respectivos domicilios.

Fuente: https://www.elperiodicomediterraneo.com

VIERNES, 24 DE ABRIL. CUADRAGÉSIMO PRIMER DÍA. ALEMANIA Y ESPAÑA

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA

En un viaje oficial a Alemania, lo primero que me preguntaron los periodistas que trabajaban para el Ayuntamiento de Mainz (Maguncia) era si en España se podía conducir borracho. Les expliqué que no era conveniente, pero ellos insistían: sabían de buena tinta que en España no había entonces una ley concreta que delimitara la tasa de alcohol en sangre, sabían que la policía española no tenía detectores de alcohol, y lo que querían era mi confirmación, para que los dos incrédulos del grupo quedaran convencidos de lo que los otros dos pensaban: que a falta de ley, norma, organización, estructura y medios, España era lo que en realidad los cuatro soñaban desde adolescentes: un paraíso para los bebedores, un oasis permisivo en medio de la Europa reglamentada. Porque todo alemán –o así lo vi yo entonces– es un ser nacido para obedecer pero lleva dentro un caballo dispuesto a desbocarse en las exóticas praderas sin reglas del sur.

Los periódicos empiezan a llevar estudios donde se puntúa la gestión de la crisis del coronavirus en los países europeos. Se intenta saber quién estuvo más atento, quién estaba más preparado, quién tomó antes medidas eficientes para combatir la pandemia. Y sale lo que era de esperar: Alemania es la mejor puntuada, seguida de Suiza, Austria y los bálticos; y los peor puntuados, Italia y España, somos los de ese sur edonista y anárquico donde la gente habla a voces y tiende ropa de un lado a otro de la calle.

Son los tópicos, siempre acuñados desde una realidad sobradamente demostrada. Es el sentido de la obediencia y la colectividad, la renuncia al individualismo, la abnegada aceptación del sentido de Estado que es, también, sentido de batallón, de escuadra, y gusto por el desfile exhibicionista.

¿Hay leyes en España contra los conductores bebidos? En aquel momento, expliqué, todavía no había una estructura preparada para hacer soplar a los conductores a la salida de una boda; pero eso no implicaba que España fuera la selva, como ellos pretendían. No hubo manera de hacerme entender: se necesita que haya una ley y que esté desarrollada a través de ordenanza, reglamento, horario, organización y equipo material de aplicación a los casos de infracción… El resto, ay, es ese dorado anarquismo del sur que en el fondo persigue todo alemán… para probarlo al menos un par de veces antes de llegar a  viejo.

Colectivismo e individualismo. Organización y pequeño caos. China, Singapur, Corea, Japón, Taiwán, al otro lado del mundo, reproducen con facilidad modelos colectivistas que en esta parte comparten Finlandia, Noruega, Austria y Alemania. Viene de lejos, de muy lejos. Viene del carácter, de las formas religiosas, del concepto de libertad y burguesía, de lo que se escucha en casa y se aprende en la escuela. Y todo eso, ahora, configura el ambiente con el que Europa tiene que elaborar un plan destinado a salir de la peor crisis a la que se ha enfrentado desde que la última gran guerra.

El liderazgo lo va a tener Alemania, como es de temer y desear. Francia se ha quedado atrás y, una vez más, es la anticipación, la preparación, la previsión organizada de los alemanes la que se presenta con fuerzas y recursos para hacerlo. Y como es normal, lo hará imponiendo sus reglas y controles.

En el año 1918, cuando los médicos valencianos empezaron a trabajar en serio en el problema de una gripe que se extendía, se dieron cuenta enseguida de que el bacilo que estaba causando estragos era “el de Pfeiffer”. Es decir el que había descrito en 1892 Richard Pfeiffer para las enfermedades gripales y respiratorias: el “Haemophilus influenzae”. Pfeiffer –¿les suena ese nombre asociado a medicamentos?– había sido el mejor alumno del profesor Robert Koch, el mejor estudioso de Alemania y el que detectó el origen de la tuberculosis. Es decir que si el carácter colectivo configura un perfil y la organización estatal genera un sistema, basta con dejar que los científicos desarrollen sus cualidades investigadoras con el debido apoyo financiero. Si uno tiene en su tradición  científica a Pfeiffer y a Koch tiene mucho adelantado…

Fuente: https://fppuche.wordpress.com/