Arxiu diari: 23 d'abril de 2020

JUEVES, 23 DE ABRIL. CUADRAGÉSIMO DÍA. CERVANTES, EL QUIJOTE Y VALENCIA

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA

En el Día del Libro ¿cómo no recordar a Cervantes y el Quijote? En este mismo blog lo hemos hecho todos los años, entre 2012 y 2016. Basta con que el lector busque las fechas. El pasaje cervantino sobre el famoso “escrutinio de los libros” (23.04.2015) es una de las entradas con más seguidores de este blog. También el 15 de abril de 2015 se publicó una entrada sobre el rodaje en el Saler de la película que Rafael Gil dedicó a don Quijote. Ahora añadiremos otra: es sobre el homenaje que Valencia rindió a Cervantes en 1905, en el 3º Centenario de su edición valenciana del Quijote. Se publicó en “Las Provincias” el 18 de abril de 2016.

El 7 de mayo de 1905 es una fecha para recordar en Valencia. Porque en ella comenzó a celebrarse, con toda solemnidad, el III Centenario de la publicación del Quijote, el más destacado libro de la literatura clásica española. En su honor, y en el de Miguel de Cervantes, ese domingo fue una fiesta de exaltación cultural en la que, para empezar, estuvo presente la Real Senyera, llevada por el alcalde de la ciudad.

La idea de la celebración del Centenario de la publicación del Quijote salió de la tertulia que el fundador de este periódico, Teodoro Lllorente, sostenía semanalmente en su pequeño despacho de la sede del diario en la calle del Mar. El cónclave de cultos amigos se propuso que los actos a celebrar en Valencia no fueran de menos calidad que los que estaba preparando Madrid en honor de Cervantes y su novela. Entre otras razones porque tanto en la edición de la primera parte del libro como en la segunda, muy poco después de salir y triunfar la edición de la imprenta madrileña de Juan de la Cuesta, el autor había propiciado una segunda edición en Valencia.

La cuna de la imprenta española, Valencia, tenía un enorme prestigio editorial a principios del siglo XVII: buenas manos, buenas máquinas y, sobre todo un ambiente culto y exigente, hacían que en Valencia hubiera muy buenos impresores, entre los que destacada Pedro Patricio Mey, autor de las dos segundas ediciones quijotescas. Eso bastaba para Llorente y sus colegas, aunque lo que se estaba subrayando era que donde hay buenas imprentas suele haber buenos lectores y coleccionistas.

Todo eso bastó para que los “conjurados” cervantinos se pusieran en contacto con la alcaldía, que en este caso facilitó mucho las cosas: el clima de exaltación festiva que se dio en el mes de abril, cuando el rey Alfonso XIII visitó la ciudad como monarca coronado por vez primera, continuó en el primer domingo de mayo.

El caso es que hasta la Senyera dejó su Archivo, fue descendida con solemnidad por el balcón municipal de la calle de la Sangre y se sumó al cortejo festivo que, con las autoridades y corporaciones se dirigió a la calle de San Vicente número 5, esquina a la plazuela de San Martín. Allí fue descubierta una placa conmemorativa del lugar donde estuvo la imprenta de Mey: en “el carrer de Sent Martí a Santa Tecla”, cerca de la “Pelleria Vella, carrer dels Joffrens i Traveça”.

Si en 1605 era un dédalo de callejuelas, en 1905 ya era la hermosa calle de San Vicente, próxima ya a la plaza de la Reina. Allí, junto a la Isla de Cuba, tenía su tienda el señor Settier, que además de comerciante era un gran divulgador de la cultura llamado a ser el exitoso hombre de prensa y promoción de la Exposición Regional de 1909. Habló desde el balcón de su casa y elogió a la imprenta de Mey y los impresores ates de que se descubriera una placa, que el Ayuntamiento limpió el año 2005, para evocar el nuevo Centenario.

Colegio y monumento

Entre músicas, la comitiva marchó hasta el actual Colegio Cervantes, en la calle de Guillem de Castro, donde se estaba derribando el viejo matadero, sustituido ya por el nuevo, en el paseo de la Pechina. En ese hermoso solar, el Ayuntamiento de Valencia quería desplegar el proyecto de levantar unas escuelas graduadas que fueran ejemplo de modernidad y que habrían de llevar el apellido Cervantes. Ese 7 de mayo de 1905 se colocó, con todas las bendiciones, la primera piedra en una sala de despiece del viejo “escorxador”. Dentro de ella estará un ejemplar de nuestro periódico de ese día y algunas monedas con el perfil del rey Alfonso. El monarca, en 1909, cuando inauguró la Exposición Regional, pasó antes a ver el Colegio recién terminado, y saludó a la chiquillería.

La nueva escuela, que se basó en la didáctica más moderna e importó pequeños muebles escolares desde Alemania, fue un referente nacional. Obedecía al proyecto del delegado regio de Instrucción, José E. Serrano Morales, uno de los promotores del homenaje a Cervantes. Coleccionista de libros, regaló al Ayuntamiento toda su biblioteca, que se conserva intacta en el palacio de Cervellón. Él fue el orador principal que glosó las relaciones entre Valencia y Cervantes en un discurso magistral que pronunció en los jardines de Guillén de Castro todavía semiocupados por corralones de los almacenes municipales.

En lo que se deseaba que fuera un jardín en homenaje al escritor se había ubicado un boceto, remitido por Mariano Benlliure, de la escultura en homenaje  a Cervantes: don Quijote mostrando al mundo el busto de su creador. Lo que ocurre es que –cosas valencianas– la estatua final de Benlliure fue colocada en la plaza del Picadero y no aterrizó en los jardines de Cervantes, de verdad, hasta 1931.

Las celebraciones duraron semanas y pueden seguirse al detalle en la colección de LAS PROVINCIAS, que editó un número extra, el 10 de mayo, con excelentes colaboraciones. La Universidad y Lo Rat Penat, los vecinos de la calle de Cervantes, los institutos y academias, todos los estamentos, cultos y populares, se sumaron al homenaje. Si en la Catedral se celebraron exequias por el escritor, en la Universidad se celebró una exposición que se repite ahora en la Biblioteca Valenciana, con todas las ediciones del Quijote y de los libros de Caballería de su tiempo. Y con la primera edición de esa obra ejemplar, la mejor biografía de Miguel de Cervantes, que hizo un valenciano, Gregorio Mayans i Ciscar.

Fuente: https://fppuche.wordpress.com/

ESCUELAS Y MAESTROS


Niños de Torrevieja. Foto A. Darblade – Colección de F. Sala

FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

Mi esposa y mi hija se dedican al magisterio, hecho que me conduce trazar unas leves pinceladas por las miserias en la enseñanza y la educación en épocas de apreturas y recortes escolares, más aún en tiempos de confinamiento por la pandemia del COVI-19 y las clases vía “on-line”, telemáticas, por correo electrónico y por video conferencia.

Adentrándonos en el pasado observamos la falta de recursos del Ayuntamiento de Torrevieja, en 1870, haciendo que se suprimieran las escuelas, el alumbrado público y los vigilantes nocturnos, al no poder o hacer frente a sus gastos.

En 1874, el inspector provincial de Primera Enseñanza realizó visita a las escuelas encareciendo a los maestros la necesidad del aprovechamiento de la educación y a los niños en que redoblaran sus esfuerzos en la preparación para su futuro. Reunido con la Junta Local de Enseñanza expuso con claridad el estado de cada una de ellas, indicando las medidas que debían adoptar para su reforma, expresando su satisfacción por los progresos y adelantos que advirtió en los niños. Los profesores salvaban con incansable laboriosidad las aflictivas circunstancias financieras y económicas. El estado ruinoso de la enseñanza y la educación quedó patente nuevamente.

En la noche del 6 de diciembre de 1889, abrió la escuela de la ‘Sociedad Cooperativa de Obreros’, lo que hoy sería el equivalente de E.P.A. (Educación Permanente de Adultos) que por entonces estaba bajo la dirección de don Antonio Capellín, prestaba clases nocturnas a los trabajadores. No eran obligatorias las escuelas de adultos, pero pasaron por ella más de doscientos los alumnos. Todo un logro para aquella época.

Las niñas estaban relevadas del conocimiento escolar, cebándose los recortes sobre ellas. En 1893, el Ayuntamiento, la Junta Local y los mayores contribuyentes, elevaron una instancia al director general de Instrucción Pública, solicitándole la suspensión de una de las escuelas de chicas, alegando que era innecesaria. El gobernador provincial, en una visita realizada a las todas las escuelas públicas de Torrevieja observó que no eran lo amplias, altas y ventiladas que la higiene exigía.

En la memoria de los vecinos estaban los nombres de maestros excelentes: don José Sánchez, don Pascual Capellín, don Antonio Pallarés, doña Dolores Rovira, doña María Galiana y doña Socorro Gilabert. En ellos se tuvo ejemplo honradez y laboriosidad, dándose buenas y constantes pruebas. Después de ellos se notó un vacío en el adelanto de la infancia, que pagó las consecuencias sin encontrar quien, ni en donde se debían de satisfacer su constante anhelo de saber, ni cuando volvería el día en que fueran tratados con el cariño y la consideración que aquellos maestros tuvieron a sus discípulos. Fueron esclavos de su deber y, aunque con sueldos mezquinos satisfechos de tarde en tarde, permanecieron impasibles, llenos de abnegación difundiendo la cultura; como vicio notable únicamente el juego del ajedrez, todo su esfuerzo y ocupación consistió en propagar la enseñanza. Aquellas escuelas modelo sobrepasaron en más de setecientos niños y niñas.

El siglo XX se inició con la apertura de una escuela de niñas puesta en funcionamiento y regida por las hermanas carmelitas, venidas a Torrevieja para encargarse del cuidado de los enfermos del ‘Hospital de Caridad’, ocupándose también de instruir a niñas de la clase acomodada de la población. En agosto de 1907, organizaron una exposición de labores donde las jóvenes alumnas demostraron su adelanto educacional bajo la dirección de las monjas: cubiertas, papeleras, mantelerías, cubre bandejas, juegos de cama y pañuelos; todo fue artísticamente expuesto, luciendo bordados muy delicados y preciosamente realizados, recordando con sus colores, imitando con sus realces y filigranas a trozos de mantones de Manila.

En 1907, doña Cruz Figueroa Pérez fue nombrada maestra para la escuela de niñas, desplazándose hasta Torrevieja procedente de Los Navalmorales (Toledo), donde hasta entonces había ejercido.

Las escuelas no marchaban muy bien; en 1908, pasaron de ochocientos vecinos los firmantes de una exposición que se elevó al ministro de Instrucción Pública, suplicándole que hiciera cumplir su cometido a los maestros. Los alumnos que concurrían a las escuelas oscilaban entre ciento ochenta y doscientos cincuenta para las clases de día. A las escuelas nocturnas, solamente iban ocho alumnos. El material estaba antiguo, barato y destrozado.

En las escuelas públicas que había agua para los niños, se daba en un vaso de lata viejo y sucio. Las gorras y abrigos se colocaban en cualquier parte porque no había perchas. La calle era la escuela más concurrida: discordias, voces pedradas y blasfemias que tenían amedrentados a los vecinos, no sabiendo dónde pedir una solución. Los niños, inclinados al juego y al ejercicio, y estando los padres ocupados en ganar un salario no podían reprimir esos esparcimientos, corriéndose el riesgo de tener fatales consecuencias para el niño, la familia y la sociedad.

En 1908 se establecieron otras escuelas privadas, estando las primeras enseñanzas de los niños en manos mercenarias sin preparación alguna. Únicamente impartía una buena educación la escuela dirigida por don Antonio Capellín, persona respetada y con conducta ejemplar, ensalzado por muchas personas que le debían las posiciones que en su edad adulta ocuparon; su establecimiento funcionaba dentro de la ley, estando considerado como ‘una escuela modelo’. En el lado contrario estaba la ‘escuela de niñas’ dirigida por Juana la mondonguera, la misma que su marido abandonó por escándalos públicos, lugar donde Petra -la novia de Juan, un criado-, daba clases de costura y labores.

Silverio, pobre de Torrevieja, al preguntarle por la escuela a que asistía su hijo, declaró: “Yo no mando a mi hijo a ninguna parte. Comenzó a ir a una del Gobierno y a los dos o tres días vino diciendo que no iba más, que a él no le mandaban al corral mientras que a otros les daban sitios preferentes y que no le daban lección mientras no se comprara un libro, pero es porque el maestro quien los vende. Lo saqué de allí y lo mandé a otra, y todos los días holgaba. Al preguntarle, me contestó que el maestro estaba fuera y no vendría hasta el verano para bañarse. Le di dos mojicones creyendo que sería mentira. Lo cogí de la mano y lo llevé a la puerta de la misma escuela comprobando que tenía razón el chico. Desesperado, lo mandé desde entonces a casa de Fabián, un tunante, y estoy temblando a que le enseñe a todos sus vicios.”

En julio de 1908, se procuró mejorar la enseñanza en la villa, nombrándose maestra interina a doña Cruz Martínez Pujol; y, en 1912, fue destinada a Torrevieja como maestra doña Remedios Sevilla. Mientras, las autoridades se mostraban indiferentes en materia de enseñanza motivando que las escuelas estuvieran vacías. ¡La crisis hacían mella en aquellos tiempos!

Fuente: https://torreviejaresiliente.es

LAS FIESTAS DE MAYO DE 1970 EN CASINOS, “PRIMER GRAN FESTIVAL DE LA MODA”

JOSÉ SALVADOR MURGUI, CRONISTA OFICIAL DE CASINOS

Estamos en la última semana de abril, y el viernes de la próxima semana entramos en mayo. Volviendo la vista atrás, el mayo de 1970, no tenía nada que ver con los meses de mayo de estos últimos años. Cincuenta años son muchos años, para mantener las fiestas que se celebraban entonces.

Aquellos años las tradiciones eran algo sagrado, tenían no solo que mantenerse, sino que superarse cada año y las fiestas se sucedían con asiduidad, de hecho el aliciente para la juventud femenina era ser Musicales y Clavariesas, fiestas que se celebraban en mayo. Hay que tener presente que en aquellos años, la gente joven no cursaba tantos estudios universitarios como se cursan ahora, aunque ya empezaba a notarse la presencia femenina en institutos y facultades, que ha ido incrementándose poco a poco, hasta llegar a un nivel considerable afortunadamente.

Podemos calificar que aquellos eran otros tiempos. Diferentes. Nuestras jóvenes señoritas empezaban a trabajaban en aquella fábrica de “Lois en Villamarchante”, que iban y venían en un autobús, otras trabajaban en el taller de las Obreras de la cruz en Casinos, y otras aprendían a ser buenas amas de casa, alternando las labores del hogar con las del campo. Lo cierto es que el aliciente era ser cuando por edad te tocaba, musical y clavariesa. En 1970 las Clavariesas empezaron su fiesta el día 1 de mayo.

Ese año, las Clavariesas creo que por primera vez en la historia de la fiesta,(otros años, se había el programa en un díptico) pero en 1970 prepararon un Libro de Fiestas, tamaño cuartilla, con artículos relacionados con la fiesta, la programación y horarios de los actos, anuncios comerciales y como no podía faltar en las primeras hojas, el Saluda institucional de las Autoridades civiles y eclesiásticas. Como el Alcalde estaba recién estrenado, se recoge en el libro, la salutación o despedida del Alcalde saliente: D. Custodio Latorre, y los objetivos del Alcalde entrante D. Francisco Yerbes.

En uno de los párrafos el Sr. Alcalde Custodio Latorre, les dedica a las Chicas unas palabras interesantes: “…que Ella (la Virgen) las colme de bendiciones y felicidades sin fin, en compañía de sus familiares, sin olvidarse de una pequeña recomendación para que San Antonio (que también a él le rezan las chicas) las atienda en sus “necesidades” que lo “cortés no quita lo valiente.”(Es costumbre rezar a San Antonio de Padua para conseguir novio…).

Lo más importante y novedoso, es que ese año el día 1 de mayo a las 19 h. y a las 23 horas, en el salón de arriba del Bar Musical, se celebraba un Pase de Modelos a cargo de las Señoritas Clavariesas, patrocinado por la firma comercial Rey Don Jaime de Valencia, alternándolos con actuaciones especiales. Ese mismo pase, se repetía el día 2 sábado con la actuación especial de “María Consuelo y de Carlos, representantes de la Nova canço.”

Era un acontecimiento para Casinos, organizar y poner en escena, aquel “Primer Gran Festival de la Moda” que patrocinaba aquel importante comercio de Valencia, con la colaboración de Óptica Calvet y Brocal, alta Bisutería. Entregaron a cada espectador un programa de mano, en el que se podía leer: “En nuestro establecimiento Rey Don Jaime, y en las casas colaboradoras Óptica Calvet y Brocal, alta bisutería, a al presentación de éste carnet, y durante todo el mes de mayo, les obsequiaremos con un especial descuento.”

Los modelos que presentaron desfilaron fueron sesenta, muchos de ellos con nombre italiano: Tintoreto, Valentini, Góndola, Tempo, Giorno, Brioni, Stefan, Bresto, Pisa, Florencia o Milán. Otros nombres eran Acapulco, Picasso, Cannes, Oxford, Sahara, Sajonia, Mónaco, Hamburgo, France… Ocho modelos de trajes de Primera Comunión (estábamos cerca de la fiesta que se celebraba el domingo de la Santísima Trinidad) y los dos últimos modelos presentados llevaban por nombre” Ilusión” y “Casinos.”

En 1970 y 1971, se hicieron estos desfiles de moda, después hubo otras actividades dentro del programa, pero queda el recuerdo ese año que fue el primero en estrenar este maravilloso FESTIVAL DE LA MODA.

Ya mayo florido asoma, cual ardiente hermoso sol, los campos engalanados, de flores, luz y verdor… son recuerdos de hace cincuenta años, son el reflejo del despertar de un Casinos a la modernidad, actualidad y diversión… era la felicidad de hacer de lo cotidiano una gran fiesta en la que todos colaboraban, participaban y disfrutaban.

Fuente: https://www.elperiodicodeaqui.com