FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA
En el Día del Libro ¿cómo no recordar a Cervantes y el Quijote? En este mismo blog lo hemos hecho todos los años, entre 2012 y 2016. Basta con que el lector busque las fechas. El pasaje cervantino sobre el famoso “escrutinio de los libros” (23.04.2015) es una de las entradas con más seguidores de este blog. También el 15 de abril de 2015 se publicó una entrada sobre el rodaje en el Saler de la película que Rafael Gil dedicó a don Quijote. Ahora añadiremos otra: es sobre el homenaje que Valencia rindió a Cervantes en 1905, en el 3º Centenario de su edición valenciana del Quijote. Se publicó en “Las Provincias” el 18 de abril de 2016.
El 7 de mayo de 1905 es una fecha para recordar en Valencia. Porque en ella comenzó a celebrarse, con toda solemnidad, el III Centenario de la publicación del Quijote, el más destacado libro de la literatura clásica española. En su honor, y en el de Miguel de Cervantes, ese domingo fue una fiesta de exaltación cultural en la que, para empezar, estuvo presente la Real Senyera, llevada por el alcalde de la ciudad.
La idea de la celebración del Centenario de la publicación del Quijote salió de la tertulia que el fundador de este periódico, Teodoro Lllorente, sostenía semanalmente en su pequeño despacho de la sede del diario en la calle del Mar. El cónclave de cultos amigos se propuso que los actos a celebrar en Valencia no fueran de menos calidad que los que estaba preparando Madrid en honor de Cervantes y su novela. Entre otras razones porque tanto en la edición de la primera parte del libro como en la segunda, muy poco después de salir y triunfar la edición de la imprenta madrileña de Juan de la Cuesta, el autor había propiciado una segunda edición en Valencia.
La cuna de la imprenta española, Valencia, tenía un enorme prestigio editorial a principios del siglo XVII: buenas manos, buenas máquinas y, sobre todo un ambiente culto y exigente, hacían que en Valencia hubiera muy buenos impresores, entre los que destacada Pedro Patricio Mey, autor de las dos segundas ediciones quijotescas. Eso bastaba para Llorente y sus colegas, aunque lo que se estaba subrayando era que donde hay buenas imprentas suele haber buenos lectores y coleccionistas.
Todo eso bastó para que los “conjurados” cervantinos se pusieran en contacto con la alcaldía, que en este caso facilitó mucho las cosas: el clima de exaltación festiva que se dio en el mes de abril, cuando el rey Alfonso XIII visitó la ciudad como monarca coronado por vez primera, continuó en el primer domingo de mayo.
El caso es que hasta la Senyera dejó su Archivo, fue descendida con solemnidad por el balcón municipal de la calle de la Sangre y se sumó al cortejo festivo que, con las autoridades y corporaciones se dirigió a la calle de San Vicente número 5, esquina a la plazuela de San Martín. Allí fue descubierta una placa conmemorativa del lugar donde estuvo la imprenta de Mey: en “el carrer de Sent Martí a Santa Tecla”, cerca de la “Pelleria Vella, carrer dels Joffrens i Traveça”.
Si en 1605 era un dédalo de callejuelas, en 1905 ya era la hermosa calle de San Vicente, próxima ya a la plaza de la Reina. Allí, junto a la Isla de Cuba, tenía su tienda el señor Settier, que además de comerciante era un gran divulgador de la cultura llamado a ser el exitoso hombre de prensa y promoción de la Exposición Regional de 1909. Habló desde el balcón de su casa y elogió a la imprenta de Mey y los impresores ates de que se descubriera una placa, que el Ayuntamiento limpió el año 2005, para evocar el nuevo Centenario.
Colegio y monumento
Entre músicas, la comitiva marchó hasta el actual Colegio Cervantes, en la calle de Guillem de Castro, donde se estaba derribando el viejo matadero, sustituido ya por el nuevo, en el paseo de la Pechina. En ese hermoso solar, el Ayuntamiento de Valencia quería desplegar el proyecto de levantar unas escuelas graduadas que fueran ejemplo de modernidad y que habrían de llevar el apellido Cervantes. Ese 7 de mayo de 1905 se colocó, con todas las bendiciones, la primera piedra en una sala de despiece del viejo “escorxador”. Dentro de ella estará un ejemplar de nuestro periódico de ese día y algunas monedas con el perfil del rey Alfonso. El monarca, en 1909, cuando inauguró la Exposición Regional, pasó antes a ver el Colegio recién terminado, y saludó a la chiquillería.
La nueva escuela, que se basó en la didáctica más moderna e importó pequeños muebles escolares desde Alemania, fue un referente nacional. Obedecía al proyecto del delegado regio de Instrucción, José E. Serrano Morales, uno de los promotores del homenaje a Cervantes. Coleccionista de libros, regaló al Ayuntamiento toda su biblioteca, que se conserva intacta en el palacio de Cervellón. Él fue el orador principal que glosó las relaciones entre Valencia y Cervantes en un discurso magistral que pronunció en los jardines de Guillén de Castro todavía semiocupados por corralones de los almacenes municipales.
En lo que se deseaba que fuera un jardín en homenaje al escritor se había ubicado un boceto, remitido por Mariano Benlliure, de la escultura en homenaje a Cervantes: don Quijote mostrando al mundo el busto de su creador. Lo que ocurre es que –cosas valencianas– la estatua final de Benlliure fue colocada en la plaza del Picadero y no aterrizó en los jardines de Cervantes, de verdad, hasta 1931.
Las celebraciones duraron semanas y pueden seguirse al detalle en la colección de LAS PROVINCIAS, que editó un número extra, el 10 de mayo, con excelentes colaboraciones. La Universidad y Lo Rat Penat, los vecinos de la calle de Cervantes, los institutos y academias, todos los estamentos, cultos y populares, se sumaron al homenaje. Si en la Catedral se celebraron exequias por el escritor, en la Universidad se celebró una exposición que se repite ahora en la Biblioteca Valenciana, con todas las ediciones del Quijote y de los libros de Caballería de su tiempo. Y con la primera edición de esa obra ejemplar, la mejor biografía de Miguel de Cervantes, que hizo un valenciano, Gregorio Mayans i Ciscar.
Fuente: https://fppuche.wordpress.com/