Arxiu mensual: març de 2020

ESENCIAL E IMPRESCINDIBLE

Francisco Perez Puche. Foto de Juan J. Monzó

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA

Estando las cosas como están lo primero que me viene a la cabeza es escribir que esenciales somos todos, incluso aquellos ascensoristas con guantes que había antiguamente en los hoteles para apretar el botón del piso correspondiente. Pero no está el horno para roscas y todos hemos entendido que sí, que hay trabajos que se pueden parar, que hay tareas que se pueden hacer desde casa y que hay personas que hoy harán cosas heroicas e increíbles, trabajos inenarrables y no solo en los hospitales. Por poner un ejemplo: para que yo pueda escribir estas líneas hay gente esencial que se ha puesto un mono y está de buena mañana en las tripas de la central nuclear de Cofrentes.

Esencial es todo en este complejo entramado de la civilización. El bienestar del siglo XXI existe porque hay ciclistas esenciales, los esclavos con mascarilla de nuestro tiempo, que llevan pizzas a la gente que se aburre: acabo de ver pasar uno bajo mi ventana. Pero se podría decir que en algunos momentos hay, dentro de lo esencial, tareas que son imprescindibles. Que son las que, en estos momentos tan duros, ha tenido que poner el gobierno en una lista para conseguir que unos paren, aunque no quisieran, y otros sigan trabajando, aunque bien merecerían un descanso porque se lo han ganado.

¿Y la prensa, presidente? La prensa es imprescindible. Y también los kioscos que la venden, los distribuidores que reparten y los impresores que manejan las rotativas… Incluso los periodistas lo son. La nevera es esencial, ha pasado a ser un objeto de culto. Y en un armario olvidado hemos encontrado un frasquito de alcohol que ahora es un bien imprescindible…

El campo, la agricultura, creo que ahora debería convertirse en un sector imprescindible dentro del catálogo de lo esencial. ¿Dos millones de personas? Como mínimo. Otra cosa es que «cuando esto pase» ellos sean capaces de creérselo, para hacerlo saber y para que los demás lo reconozcamos. Porque el consumidor, siempre egoísta, no sé si va a aceptar así como así que falten tomatitos cherry.

Esencial es que tengamos en la industria gente ingeniosa y adaptable, gente creativa capaz de inventar un respirador, improvisar batas clínicas en un taller de camisería y fabricar mascarillas con máquinas para coser velas de barco. Como lo es, sobre todo, construir una economía española menos incauta y confiada, menos dada a ese recurso facilón que consistía en comprarlo todo fuera -desde los espárragos a las segadoras- en vez de fabricarlo en casa, como antiguamente se hacía. Por si acaso.

Manías de ricos, que decía mi abuelo.

Fuente: https://www.lasprovincias.es

EL SANATORIO DE NUESTRA SRA. DEL CARMEN • LA PLAYA DE LOS LOCOS

FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE TORREVIEJA

    La playa del Salaret

Todos conocen la Playa de Los Locos, pero quizás algunos de ustedes no sepan el origen de este nombre, denominada en un principio ‘Playa del Salaret’. Con este apelativo aparece en ‘Plano de la Ensenada y cargador de Torre Vieja’, trazado en el año 1806 por los delineantes Francisco Catalá y Gaspar Massa; se le nombra como ‘Ensenada del Salaret’ en una carta náutica anónima trazada en 1813. Posteriormente, en 1835, el teniente de navío Francisco de Paula Amieba traza un nuevo plano que abarca desde el cabo Cervera hasta cabo Roig, apareciendo nuevamente el topónimo Punta del Salaret, señalando el saliente existente al final del arenal, igual que en el mapa de la provincia de Alicante del diccionario de Pascual Madoz, trazado en 1859, en el de Juan de Arrambide, de 1861, y en otros posteriores.

    El doctor Ruiz Cánovas

A comienzos del siglo XX una familia procedente de Madrid, de origen murciano, decide instalar un establecimiento psiquiátrico en este lugar, frente a aquella apartada playa: el ‘Sanatorio del Carmen’. Origen del topónimo actual de este lugar.

Don Mariano Ruiz Cánovas, era murciano y había sido ayudante durante dieciocho años de los doctores Simarro, Esquerdo y Vera. En 1899 había fundado en Madrid la ‘Casa de Salud Nuestra Señora del Carmen’, para el tratamiento de las enfermedades nerviosas y mentales, de un modo moderno y científico, métodos que lo diferenciaban de los manicomios antiguos.

    El Sanatorio de Ntra. Sra. del Carmen

En 1908, tenemos noticias en la prensa de la época de los veraneos del notable doctor Ruiz en Torrevieja, acompañado de su distinguida familia y de algunos de sus enfermos internos y que venían con él desde Madrid, pero no fue hasta el año 1910, cuando fundó una sucursal de su sanatorio en Torrevieja, frente a la Playa del Salaret, cuando pasó a conocerse como Playa de Los Locos.

El 16 de julio de 1910 tuvo lugar el acto solemne de la inauguración de este magnífico ‘Sanatorio del Carmen’, al que asistió numerosa y distinguida concurrencia torrevejense y personas de relevancia que se hallaban pasando el verano en esta villa marinera, siendo todos ellos obsequiados con gran esplendidez.

En julio de 1914, ocurrió un grave suceso en las proximidades del ‘manicomio’ del señor Ruiz Cánovas. Cayó al mar ahogándose uno de los dementes internados en el centro. Un joven, que se dio cuenta del suceso y acudió para intentar salvarle al darse cuenta del hecho, tuvo que ser rescatado por un guardia civil del puesto de la playa. Por este hecho humanitario se le otorgó al referido guardia una recompensa por su meritoria acción. Otro año, uno de los enfermos mentales internados en el establecimiento se escapó, siendo hallado ahorcado en la rama de una higuera cercana a la finca. Fueron dramáticos hechos excepcionales, siendo lo cotidiano que los enfermos menos afectados vinieran con cierta frecuencia a pasear por la población y disfrutar de sus atracciones veraniegas.

    Fiestas en honor a la Ntra. Sra. la Virgen del Carmen

En 1919, llegado el día 16 de julio, con motivo de la festividad de Nuestra Señora del Carmen, siguiendo la costumbre de su director, don Mariano Ruiz tenía establecida, se celebró una gran fiesta en el sanatorio. Comenzó por una misa solemne cantada por bellas señoritas y acompañadas al armónium por la meritísima artista torrevejense María Gil Vallejos. El señor cura párroco don Benito López Gil pronunció una sentida plática con admirable expresión y sentimiento que le caracterizaban. Alrededor de dos amplias mesas y bien presentadas mesas tomaron asiento numerosos invitados para los que los distinguidos dueños de la casa tuvieron infinitas atenciones. Terminado el banquete la juventud se dedicó al baile y al canto, celebrándose un ‘garden party’, durando la agradable fiesta hasta las últimas horas de la tarde.

El 25 de julio de 1923, el diario ‘El Liberal’ de Murcia se hace eco de las celebraciones en honor de la Virgen del Carmen en templo parroquial de la Inmaculada Concepción, en Torrevieja, describiendo como, después de su novenario, el día 16, festividad de la Virgen del Carmen, se celebró una función en la iglesia, siendo la misa cantada a gran orquesta, dirigida por don José Viudes Sévila, director de la Banda de Música Municipal; el sermón estuvo a cargo del joven literato y muy culto presbítero, don Evaristo Falcó y Esteve, que consiguió atraer la atención de los fieles desde el primer momento, exhortándoles a no abandonar jamás el ‘Santo Escapulario’. Los cultos brillaron aún más con la intervención de la camarera, la virtuosa y distinguida señora doña Carolina Casciaro de Picó.

También, ese año, como todos, el rector del ‘Sanatorio de Ntra Sra. del Carmen’, don Mariano Ruiz Cánovas con su distinguida familia, organizaron con entusiasmo la fiesta a la patrona del citado establecimiento, en el que se veneraba la Virgen del Carmen en una lujosa capilla. La fiesta se celebró con mucha animación. El jardín estaba iluminado a la “veneciana”, disparándose cohetes ‘voladores’ en gran número, y los asistentes fueron obsequiados con dulces, habanos y licores, terminando con una gran buñolada a la madrileña. Todos los actos fueron amenizados por una orquesta. Entre los concurrentes estuvieron, entre otras, las distinguidas señoritas Esperanza García Alegre, Maruja Mínguez, Julita Castell, Angelita Solano, Conchita Torres, Pilar y Virginia Ballester, Anita Martínez, Consuelo Gallud, Luisita y Manolita Llanos, Conchita Moreno, Josefina Moscardó, María Monge, Carmencita Ballester, Josefa, Gloria, Asunción y Antonia Martínez, y Conchita Celdrán.

En 1926, hay referencias de otra de las fiestas celebradas en el ‘Sanatorio del Carmen’, el día 16, festividad de la Virgen del mismo nombre. Por la mañana se ofició una gran misa cantada. De don Benito López, párroco de Torrevieja, recibiendo la primera comunión el niño Mariano Ruiz Eguía, nieto del doctor propietario del establecimiento, e hijo de don Mariano Ruiz Rey, doctor en Medicina, que con este fin se desplazaron desde Madrid dos días antes. A las dos de la tarde se reunieron en un banquete al que asistieron numerosos invitados de la localidad y de la colonia veraniega, siendo servido con gran esplendidez. En todo el día no se cesó de disparar tracas, truenos y cohetes ‘voladores’, reinando una gran animación en todos estos esparcimientos. A las fiestas de la Virgen del Carmen celebradas en el sanatorio todos los 16 de julio hay que añadir las despedidas de temporada, a finales de agosto, reuniéndose en el establecimiento de los señores Ruiz Cánovas algunas de sus relaciones en amistosa “soiré”.

A principios de la década de los años sesenta del pasado siglo, durante el mandato del alcalde Juan Mateo García, se tuvo a bien denominar a la vía que cruza toda la playa de Los Locos como Avenida del Doctor D. Mariano Ruiz Cánovas, en recuerdo de este distinguido médico.

Fuente: https://torreviejaresiliente.es

MARTES, 31 DE MARZO. DECIMOSÉPTIMO DÍA. RUMBO AL CANAL DE SUEZ.

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA

Bajo la lluvia pasa un ser humano, viajero en una bicicleta mínima, que intenta protegerse con un gorrito y un impermeable rojo. Bajo la lluvia, llegan los de la contrata de jardines y fumigan de arriba abajo los contenedores: un trabajo duro y desagradable, una tarea esencial e imprescindible que ayuda a la necesaria higiene general. Es martes y vuelve a llover con fuerza. Nieva en las montañas del interior y la primavera se retrasa.

Me he propuesto seguir al “MSC Eloane”, un carguero gigante que salió de puertos orientales hace unos días, cuando en China estaban empezando a respirar mejor, y que el domingo, 22 de marzo, navegaba por el estrecho de Malaca con hoja de ruta que le ordenaba estar en la entrada sur del canal de Suez a primeros de abril y rendir viaje, quizá en Rotterdam, después de tocar en algún puerto del Mediterráneo español.

Pero en la aplicación de Marine Traffic me dijeron, el domingo 29, que “la embarcación está fuera del alcance”. Es decir que el barco a seguir quedaba fuera del alcance de los satélites habituales. No estaba perdido ni abandonado, faltaría más, pero dejó la zona de cobertura del continente indio para no estar disponible en las pantallas hasta llegar a Arabia y sus inmediaciones.

El lunes, 30 de marzo, “reapareció” como era de esperar. Navegaba a 17 nudos al sur del Yemen, dispuesto a entrar en la Puerta de las Lamentaciones, el Bab el Mandab de los libros de Geografía de nuestra niñez, el peligroso y legendario estrecho que lleva al Mar Rojo y finalmente a Suez. Hoy martes ya navega con rumbo norte hacia la puerta sur de Suez. Antes, sin embargo, en esos días de silencio, el buque había navegado a toda máquina desde el sur de Ceilán, atravesando el Mar de las Laquedivas, un trozo del planeta surcado por una ruta internacional de cargueros en el que casi nadie se detiene.

Las islas Laquedivas quedan al norte, y son parte de la India. El archipiélago de las Maldivas, al sur del trayecto de los barcos, configura una república independiente: un conjunto de 1,200 islas y atolones donde me pregunto si el virus habrá llegado a estas alturas de la epidemia. En medio de aquellas extensiones de océano hay una isla de coral y cocoteros, una preciosidad de nombre Minicoy, que pertenece a las Laquedivas, aunque con muchas dudas históricas, porque es la más alejada en el extremo sur y a la hora de la verdad tiene fuertes vínculos con la cultura del otro archipiélago, el de las Maldivas, del que “apenas” está alejado 560 kilómetros, una tontería de océano. La India prohibió a los de las Laquedivas, incluida Minicoy, tener contacto y comercio con los de las Maldivas.

Minicoy, dos metros de altura máxima, miles de cocoteros, diez aldeas y poco más de diez mil habitantes. De su historia se destaca el funcionamiento de una colonia de leprosos y la construcción de un faro, en el siglo XIX. No tiene aeropuerto pero están pensando en cómo desarrollar un turismo que sin duda dará al traste con la belleza del paraje. El trayecto en barco desde el atolón hasta Kerala, en el continente indio, dura entre 14 y 20 horas. En teoría, ahora, los vecinos de Minicoy tienen que estar confinados, como el resto de los 1.300 millones de ciudadanos de la India.

Fuente: https://fppuche.wordpress.com

A ALZIRA LE CUPO LA GLORIA

AURELIANO J. LAIRÓN PLA, CRONISTA OFICIAL D’ALZIRA

Hace por estas fechas 135 años. El miedo se hizo presente entre la población cuando trascendió la noticia de que en Xàtiva podían haber fallecido varias personas a consecuencia del cólera.

La epidemia que había invadido Europa en 1884 se había introducido en Francia por Tolón, de donde pasó a Marsella y, posteriormente a París. En España por lo que conocemos, la epidemia se detectó en primer lugar en Alacant y de allí se fue extendiendo por toda la región y por toda la península.

En abril de 1885 fallecieron varios vecinos de Valencia, a pesar de lo cual algunas autoridades negaban que se tratara de la enfermedad que ya estaba en boca de todos. Los médicos lo confirmaban.

Entre mayo y junio el cólera hizo estragos en más de sesenta pueblos y ciudades de la provincia. Por su número de habitantes Alzira era, con Valencia y Xàtiva, la principal población de la provincia por aquellas fechas.

En Valencia, como en el resto de localidades, el mal se cebó especialmente en los barrios más pobres, en los que más escaseaba la higiene. Pero la pandemia atacaba a todos, a las clases menesterosas, a las clases medias y a las más acomodadas. LAS PROVINCIAS daba cuenta de los óbitos de un famoso juez y del conocido médico Bautista Peset. Precisamente Peset reclamaba con urgencia apoyo para una vacuna, antídoto que puso en práctica en Alzira el bacteriólogo catalán Jaime Ferrán Clúa a quien Peset poco antes había combatido.

En 1885 la ciudad de Alzira contaba con una población que sobrepasaba en poco los 16.000 habitantes. Gran parte de esa población se vio afectada por el mal endémico y a ello, según parece, contribuyó, según señala Vicent Alonso, entre otras cosas, la deficiente red de alcantarillado, el uso del agua del Xúquer con finalidad doméstica y la acumulación de estiércol en los corrales de las casas. Alzira era, pues, terreno abonado para el desarrollo de la epidemia.

La Junta Local de Sanidad tomó las medias adecuadas y creó un lazareto en el ermitorio del Salvador y de Nuestra Señora del Lluch, donde guardaban cuarentena los transeúntes llegados a la población de lugares sospechosos, se blanquearon las fachadas y los interiores de numerosas viviendas, se adquirió gran cantidad de nieve y se clausuró el antiguo cementerio que se ubicaba en la partida de Tulell.

El cólera hizo su aparición en la capital de la Ribera de una forma realmente trágica entre los meses de marzo a septiembre. Las autoridades municipales de la época y el cuerpo médico local se pusieron en contacto con el doctor catalán, que ya había publicado el resultado de sus experimentos y comprobado que los cobayas inmunizados con cultivos atóxicos de vibriones colerígenos inyectados subcutáneamente resistían a la perfección las dosis de vibriones virulentos que ocasionaban la muerte de todos los cobayas no vacunados.

Jaime Ferrán se trasladó a Alzira y en abril de 1885, junto con sus colaboradores, los médicos Amalio Gimeno, profesor de Terapéutica de la Facultad de Medicina de Valencia, y el tortosino Inocente Paulí, que desde sus comienzos y como aficionado había seguido paso a paso sus investigaciones, comenzó la aplicación de las inoculaciones contra el cólera.

Lisardo Piera Rosario señala que fueron vacunados y revacunados 11.050 personas, no revacunados 4.950. Entre los vacunados hubo 15 defunciones y entre los no vacunados 206. Vicente Alonso estima en un total de 559 personas las afectadas de las que señala murieron 265. El baile de cifras, ahora, no importa.

Un concienzudo estudio del expediente que se conserva en el Archivo Municipal titulado “Relación de defunciones causadas por el cólera” aporta definitivamente los datos exactos. Investigaciones posteriores del estudioso local Rafael Sifre Pla y de la doctora en Farmacia Alicia Peris León ponen de manifiesto lo señalado.

Tras la vacuna el entusiasmo entre la población fue extraordinario. Llama poderosamente la atención asimismo la respuesta de los alcireños ante la campaña desatada en contra del médico de Corbera de Ebro. Si antes de la aplicación de la vacuna esa se desencadenó en el Instituto Médico Valenciano, teniendo Ferrán sus más firmes defensores en los profesores Candela, Garín y Pastor, sería ahora toda la población la que salió en defensa de Ferrán y en contra de la “funesta y deplorable” actitud que adoptó La Correspondencia de Valencia inspirada por su propietario y periodista Francisco Peris Mencheta y en la  que los alcireños quisieron ver “extraños móviles”.

Una cosa quedó clara y es que en base a las estadísticas numéricas la eficacia de la vacuna de Ferrán quedó probada. El Office International de Paris posee documentos justificativos.

Hoy es un procedimiento reconocido científicamente y nadie puede negar a Ferrán la gloria de su invención ni a la ciudad de Alzira el honor de haber sido la primera población del mundo en comprobar su eficacia.

Ójala que surja pronto un nuevo Ferrán que aplique -el lugar no importa-, la nueva vacuna contra este Coronavirus que tanto daño nos está causando. ¡Y nosotros que lo veamos!

Fuente: http://www.elseisdoble.com

LUNES, 30 DE MARZO. DECIMOSEXTO DÍA. PARAR LA ECONOMÍA

Francisco Perez Puche. Foto de Juan J. Monzó

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA

El real decreto fue colgado en la web del Boletín Oficial del Estado a las doce menos cuatro minutos. Hasta el último momento, esa es la impresión reinante, hubo dudas y discusiones sobre si se debía parar, o no, toda actividad considerada “no esencial”. Porque las patronales huelen que puede venir una ruina tras esa prohibición, y porque los presidentes autonómicos, al menos el valenciano, se inclinaban por algo más práctico, que es hacer flexible, adaptable, una decisión tan radical.

Radical, aunque, a la hora de la verdad, pueden quedar excluidos de ella todos aquellos que se quieran excluir. Porque, puestos a analizar la realidad sobre la que se actuaba, los redactores de la norma han incluido casi más excepciones que regla. Sin contar con el problema de costumbre: el de un gobierno que anuncia una medida sin haberla enviado antes al Boletín; sin tenerla siquiera redactada con todos sus detalles.

No, las cosas no son como se imaginan. Parar las obras públicas y la industria, como en realidad se pretende, no es tan sencillo como decretarlo. En la mayor parte de los casos hacen falta horas, al menos un día de actividad: hay máquinas, advertencias, consultas. Y en cada empresa ha de haber una decisión con detalles de departamentos e incluso nombres de personas afectadas. Será, pues, el martes, cuando empiece a aplicarse esa supercuarentena con la que se intenta doblegar la curva de contagios. Y es que asoma la Semana Santa, se acerca el famoso viernes de Dolores en el que todo el funcionariado de Madrid, y mucha gente más, echaba el cierre, y se temía un nuevo intento de éxodo peligroso.

Y es que este juego del Siete y Medio tiene muchas perversiones. Haga lo que haga el gobierno, diga lo que diga, en cualquier fecha, momento y oportunidad, va a encontrar descontentos. Siempre. Es una característica inevitable de la sociedad española. Y también de los valencianos, listos para criticar que se autorizaran y alentaran las manifestaciones del 8 de marzo cuando al día siguiente, 9 de marzo, el parque del Oeste se llenó de unos dos mil jubilados que asistieron, con la fallera mayor, a una fiesta colectiva que incluyó reparto de paella para todos.

¿Cuándo es el momento adecuado para una determinación? ¿Cuándo se debe parar buena parte de la economía a sabiendas del gran daño que eso va a producir? Es evidente que no es lo mismo tomar una decisión de futuro que contemplarla a tiempo pasado. Cuando me dijo alguien que en España podríamos llegar a tener 10.000 enfermos… pensé que estaba exagerando.

Y  ahora, una curiosidad que leo en “Foro Naval”: la tripulación del submarino nuclear ruso “Orel” ha sido puesta en cuarentena después de que un civil contagiado se entrevistara casualmente con uno de los 110 tripulantes de la nave, amarrada en la famosa base de Murmansk. El submarino, de la clase K-266, fue botado en 1992, cuando toda la URSS estaba a punto de caerse: tiene 154 metros de eslora y 18 de manga. Y lleva torpedos más 24 misiles. Ahora, en la cuarentena, los marinos pensarán, supongo, en la utilidad de una máquina carísima que no ha servido para mucho…

Fuente: https://fppuche.wordpress.com

EL BUEN AMOR LLEGA A ELDA

GABRIEL SEGURA, CRONISTA OFICIAL DE ELDA

Aún a pesar de haber llegado físicamente a Elda con una semana de antelación, fue el domingo 29 de marzo de 1992 cuando Elda recibió con todos los honores que se merece la ocasión, una nueva talla de Jesucristo Crucificado para la Semana Santa.

Desde que en 1988 se recuperasen las cofradías y procesiones de la Semana Santa en Elda, más allá del Triduo Pascual, la cofradía del Santo Calvario sacaba a procesionar al Cristo del Buen Suceso como talla de Jesús Crucificado. La consolidación progresiva y la cada vez mayor presencia social motivó a los responsables de la cofradía a adquirir una talla en propiedad. Y para ello dirigieron sus miradas al foco imaginero de Sevilla. Y allí al escultor onubense José Pérez Delgado (1931-2010), conocido artísticamente como Encinasola, su lugar natal, y formado en el taller de otro gran imaginero sevillano Antonio Castillo Lastrucci.

Una vez la talla estuvo terminada, el viernes 20 de marzo de 1992, a las 20 horas y en un camión alquilado para la ocasión, la expedición formada por Ramón Gonzaléz Amat, como conductor y Emilio y David Sempere, marchó con destino a Sevilla. El sábado 21 en el taller de Encinasola se gestionaron todos los documentos, se realizó el pago final al imaginero y tras la despedida al Cristo realizada por toda la familia del escultor, pues ya le consideraban un miembro, se emprendió el viaje de vuelta a Elda, llegando sobre las 19 horas de ese sábado. La talla del Crucificado de Encinasola fue debidamente guardada en un local propiedad de Andrés Moreno Amat, presidente de la Cofradía del Santo Calvario.

Sería el domingo 29 de marzo, hoy hace 28 años, cuando la nueva talla de Jesucristo Crucificado se incorporaba a catálogo de imaginería religiosa eldense. Se realizó la entrada en la ciudad. Poco antes de las 18 horas. descendió de la furgoneta que la condujo hasta el cruce de la calle Jardines con Antonio Maura, la popular esquina del guardia, donde unas 2.000 personas la esperaban para arropar su traslado. Desde allí y en marcha de romería fue conducida hasta la iglesia de Santa Ana, que a partir de aquel momento se convirtió en su casa, donde pasó a presidir el presbiterio. Tras su recepción por parte de la cofradía del Calvario y de Ramón González Amat, como presidente de la Hermandad de Cofradías de la Semana Santa, en representación de todas las cofradías penitenciales eldenses, fue bendecida por don Enrique Garrigós Miquel, cura párroco de la misma; siendo conocida a partir de aquel momento como Cristo del Buen Amor.

Fuente: https://www.valledeelda.com

EN 1928 SE PRESENTA EL PROYECTO DE AUTOPISTA MADRID-CUENCA-VALENCIA, QUE PASABA POR CASINOS

JOSÉ SALVADOR MURGUI, CRONISTA OFICIAL DE CASINOS

En los documentos que presentó la empresa  “Autopista Madrid Cuenca Valencia S. A.” Capital inicial de fundación, pesetas 1.000.000 con domicilio social en Plaza  Santa Bárbara 1 de Madrid, fundada por el Comité Concesionario de la Carretera Pista directa de Madrid- Valencia, según emite la Sección Técnica, podemos conocer: “La pista directa Madrid-Valencia por Cuenca, lleva el siguiente trazado: “Sale de Madrid por la calle O´Donell y seguirá en línea sensiblemente recta hasta cruzar el Jarama, para subir enseguida en dirección a Loeches, Mondejar, etc. y cruzar el Tajo poco más debajo de Zorita de los Canes. Cruzará la sierra de Altamira y se interna en la provincia de Cuenca, a lo largo del rio Guadamejud hasta pasar la divisoria Ibérica y entrar en la Capital.

Desde allí va a buscar el cruce de la Sierra de los Palancares y poco más adelante el rio Cabriel, en las proximidades del molino de Cristina, internándose en la Serranía, por la que recorrerá más de sesenta kilómetros de esplendidos pinares; sin salir de la masa de arbolado continua por la provincia de Valencia, cruza el rio Turia y pasa por Chelva, Losa y Liria, donde va en línea sensiblemente recta hasta  aquella Capital y después al Grao.”

Esto ocurría, durante la dictadura de Primo de Rivera, que se proyectó un ambicioso programa de Obras Públicas y se presentó a los poderes públicos el primer proyecto de Autopistas de España, que enlazaba Madrid, Cuenca y Valencia.  El Ingeniero que redactó el texto fue Manuel Bellido, y el proyecto fue presentado en el Ministerio de Fomento el 24 de Diciembre de 1927 y la noticia  se hizo pública el día 25 por “El Día de Cuenca”.

Esta noticia corrió como la pólvora y el periódico ABC, también se hizo eco los días siguientes. Hay documentos en los que se cita al Sr. Marqués de Argelita, que abonó diez mil pesetas al Ingeniero D. José Marqués Lis, para los gastos de estudios técnicos.  Existen documentos que recogen los Estatutos de “Autopista Madrid Cuenca Valencia S. A.” Domiciliada en Madrid, documentación toda ella muy interesante que recoge los detalles de tan importante obra.

En 1928 la prensa valenciana, también anuncia el evento y La Correspondencia de Valencia el día 5 de febrero en una columna reseña: “El acto de Liria” y dice: “La histórica ciudad de Liria, hizo un recibimiento grandioso al Comité Concesionario de  la Autopista Madrid Cuenca Valencia, participando en aquel las dos bandas de la ciudad. El mitin anunciado, se celebró en el Teatro de la Unión Musical, viéndose totalmente lleno.   El Señor Alcalde Pérez Cotanda abrió la sesión pronunciando unas palabras de cariñosa salutación, tomando a continuación la palabra los señores Maseda, Lassala, Amilivia, Tato Amat, Marques de Argelita y Sánchez Molina, exponiendo en sus correspondientes discursos la conveniencia de aunar todos los esfuerzos para que pronto sea un hecho la anhelada autopista que tantos beneficios ha de reportar para la riqueza de la patria y regional.” Ni que decir tiene los aplausos con que se acogieron estos discursos y el brindis que clausuró la comida que se realizó posteriormente.

La Correspondencia de Valencia en su página 6 del día 8 de febrero de 1928 dice: “A los muchos telegramas que como ya dijimos, han sido dirigidos al Gobierno con motivo de los actos de propaganda del Proyecto de Autopista  Madrid-Cuenca-Valencia, y de que ayer dimos cuenta hemos de añadir los del Colegio Oficial de Agentes Comerciales y los de los agricultores  de Liria, Casinos, y Zona regable del Pantano de Benageber.”

Todos estos datos, más otros escritos que hablan de la implicación de las autoridades de Chelva y de los pueblos  referenciados, nos hace pensar en la importancia del momento y la grandeza de la noticia.

Seguramente el trazado de esta autopista, la primera de España, hubiera  cambiado algunos rumbos de la historia de las carreteras por el centro de España, y también hubiera servido de promoción para nuestros pueblos. Casinos siempre ha tenido gran parte de su comercio unido al paso de los vehículos y de las personas…  La carretera ha sido siempre la espina dorsal que ha vertebrado nuestra economía  y nuestra promoción turística.

Este proyecto quedo en eso, en un proyecto, no pudo llevarse a cabo, cuando se obtuvo la autorización  para ejecutar la obra, era ya tarde pues el Régimen de Primo de Rivera entraba en su etapa final, como quedó escrito en la historia de España.

Fuente: https://www.elperiodicodeaqui.com

LA BANDA DE XIXONA ENTRE 1854 Y 1858

BERNARDO GARRIGÓS SIRVENT, CRONISTA OFICIAL DE XIXONA

El 7 de febrero de 1854 comparecen ante el notario Vicente Sala Planelles 14 personas que actúan en nombre propio o de sus hijos para establecer un convenio entre ellas y el organista de la iglesia parroquial, Pedro Nicolau. El objetivo es que este músico les de lecciones de solfeo con la finalidad en su día de constituir una banda de música. Este convenio posee 21 puntos que regulan las obligaciones de los alumnos y del maestro, la adquisición de instrumental, las actuaciones musicales, las retribuciones y la disolución de la entidad.

Los alumnos se comprometían a asistir a la academia de música para recibir las clases de Pedro Nicolau a su hora y con su instrumento. Una vez allí el profesor pasaba lista y anotaba quienes no habían asistido para que la Junta Directiva los sancionara con un real de vellón. En caso de llegar tarde al ensayo el educando sería penalizado con una multa de 16 maravedises. El alumno que no pudiera asistir a una clase debía notificarlo al profesor, si la causa era justificada la inasistencia no tenía mayores consecuencias; en cambio, si el profesor averiguaba que el alumno había mentido y había hecho pellas podría ser sancionado con una multa de 4 reales de vellón. Las clases durarían una hora, pero si el profesor creía conveniente prolongarla el tiempo que quisiera podría hacerlo; ya que estaba facultado por la Junta Directiva.

Los alumnos sólo podrían darse de baja de la entidad si cambian de domicilio marchándose de la ciudad, si fallecían o “por enfermedad peligrosa”. En caso de producirse la baja el educando tenía que devolver el instrumento, perdería todo lo que había abonado y si adeudaba cantidad alguna se le apremiaría su pago.

La admisión de los nuevos educandos se haría por mayoría de votos en asamblea. La cuota mensual era de 8 reales de vellón que deberán abonarse los últimos días del mes. Si se produjera un retraso en el pago de la cuota el socio tendrá que pagar 18 marevedises por cada día de incumplimiento de su obligación. La asamblea de socios también podría admitir a educandos que sólo abonasen la mitad de la cuota mensual.

Las cantidades recaudadas por las sanciones se deberán invertir en todo aquello que necesite la entidad.

Los instrumentos se pagarán de los fondos de la entidad, pero si un socio se diera de baja por voluntad propia deberá pagar la parte proporcional del instrumento que quedase por abonar si ya se hubiera adquirido; en caso contrario tendrá que satisfacer una multa de 40 reales de vellón.

Si duras eran las medidas que regulaban la asistencia de los alumnos a clase no menores eran las exigencias con el profesor; ya que no podría faltar a la academia siempre que no fuese por un motivo justificado. En caso de inasistencia sería sancionado con una multa de 10 reales de vellón. Si llegase con retraso a clase y este fuera de entre media y una hora sería multado con 5 reales de vellón. Las clases no podrían impartirse los días festivos. El profesor tenía la obligación de pasar lista cada día de clase y de entregar mensualmente a la Junta Directiva una lista de los alumnos que hubieran faltado. También tenía la facultad de, según su criterio, entregar los diferentes instrumentos a los educandos.

La retribución del profesor era un tanto particular. Mientras no se pagasen los gastos iniciales de constitución de la entidad y del instrumental el maestro no podía cobrar emolumento alguno. Una vez satisfechos estos débitos percibiría todo lo que se cobrase en las cuatro primeras actuaciones de la banda de música. Si la sociedad se disolvía, antes de comprar los instrumentos, todos los fondos existentes irían a parar a manos del profesor de música. Pedro Nicolau, no podrá abandonar la dirección de la academia musical  ni “separarse de la dirección y enseñanza de la música hasta tanto que esta de por si pueda aprender sin necesidad de maestro” . Sólo quedará exceptuado de este compromiso si tuviera que cambiar de residencia y abandonar la ciudad de Xixona.

El máximo órgano de la entidad era la Asamblea General de asociados que tenía el poder para admitir nuevos socios. La gestión administrativa de la entidad estaba en manos de la Junta Directiva, que debía imponer y cobrar las sanciones e incluso podría expulsar a los socios. Respecto a su composición solo sabemos que estaba formada, al menos, por el presidente, quien tenía la facultad de convocar la Asamblea General.

La Junta Directiva tenía la obligación de cobrar todas las sanciones a los socios “y no pudiendo lograrlo por los trámites regulares se les dan facultades amplias a cada uno de por si, para que judicialmente demanden y cobren las cantidades que se adeudasen; pues desde ahora se someten a la jurisdicción ordinaria”. La Junta Directiva tenía potestad para expulsar a cualquier miembro que haya tenido una actitud de “desobediencia obstinada”después de haber sido amonestado hasta en tres ocasiones.

La corporación musical podría hacer actuaciones en Xixona o fuera de ella. Para ello se debía convocar una asamblea de todos los músicos con el fin de exponer su predisposición a tocar, aunque si la actuación era fuera de la ciudad ningún socio estaría obligado a asistir, pero si no lo hiciera no recibiría remuneración alguna. Si la actuación era en la propia Xixona todos los músicos tenían que participar. El maestro debía de asistir a todas las actuaciones; en caso contrario sería sancionado con una multa de 100 reales de vellón. Para contratar las diferentes actuaciones la Junta Directiva comisionaría a uno de sus miembros, que tenía potestad absoluta para decidir los emolumentos a cobrar por la asociación musical. Inicialmente todo lo que se ganase con las actuaciones sería para el pago del instrumental. Una vez satisfecho este, una cuarta parte era para el director, otro cuarta parte para los fondos de la entidad y las otras dos cuartas partes se repartirían entre los músicos participantes. En caso de que un músico no pudiera asistir por enfermedad se le gratificará igualmente.

La entidad no se podía disolver mientras hubiera cuatro miembros con intención de continuar. En ese caso todo lo existente en los fondos sociales pasaría a sus manos.

Inicialmente suscribieron este contrato con el maestro de música un total de 14 educandos, de ellos 5 eran mayores de edad: Sebastián Asensi Bernabeu; Bonifacio Serra Planelles, 29 años, jornalero; Lorenzo Serrano Jerez, 28 años, jornalero; Antonio Sirvent Sarrió y José Tovarra Asensi. El resto eran menores de edad: Ceferino García; Ramón Iváñez Mira, 6 años; Juan López Martí, 15 años; Eduardo Mora Picó, 21 años; Fernando Planelles; Sebastián Planelles Coloma, 13 años; Vicente Selfa Filliol, 17 años y Gabino Sirvent.

La sociedad musical arrancó con un buen número de educandos y con buen pie. Con la finalidad de que el proyecto musical cuajara los padres de los futuros alumnos si eran menores de edad y los mayores de edad que quisieran aprender el arte de la música debían ir al notario para confirmar sus intenciones y obligarse a cumplir con el reglamento de la entidad. Así conocemos dos escrituras más: una realizada el 18 de marzo de 1854 y una segunda del 24 de mayo de 1855. Ambas fueron otorgadas por el notario Vicente Sala Planelles. El 18 de marzo de 1854 se comprometieron los padres de 6 educandos: Vicente Asensi Navarro, 15 años; Alejo Cano Zarriategui, 12 años; Victoriano Castelló Rovira, 9 años; Antonio Coloma hijo de Antonio Coloma Morant; Bruno García Jerez de 13 años y José Mira hijo de José Mira Soler.

El 24 de mayo de 1855 se obligaron 6 alumnos más: Esteban Filliol Verdú 13 años; Sebastián García hijo de Sebastián García Miquel; Antonio Jerez hijo de Antonio Jerez Sanchis; Sebastián Ibáñez Jerez de 17 años y Juan Sirvent Candela de 18 años. Ese mismo día también se comprometieron tres adultos: José Jerez Sanchis de 45 años, Francisco Mira Coloma y José Sanchis Monerris.

Si atendemos a los números y suponemos que inicialmente no se produjeron deserciones la cantidad de alumnos era al menos cuantiosa, 30. Poco a poco los jóvenes fueron aprendiendo el solfeo e incluso se llegó a comprar instrumentos  y uniformes, pero podemos afirmar que esta experiencia finalizó hacia 1858.

Fuente: https://madeinjijona.com

LA CRÓNICA MÉDICA

MIGUEL APARICI NAVARRO, CRONISTA OFICIAL DE CORTES DE PALLÁS

La ‘Crónica Médica’ era una revista quincenal valenciana, dedicada a la Medicina y a la Cirugía prácticas; que dirigían el Doctor Campá, Decano de la Facultad de Medicina, y el doctor Gimeno Cabañas.

En su número 176 de su octavo año (fechado a 5 de enero de 1885) especificaba en su sección de Circulares que: «…el cónsul de Orán comunica que desde el 27 del mes anterior no hubo ningún caso de cólera, por lo que se declaran limpias las procedencias desde dicho punto desde el 17 del mes actual…».

En su número siguiente (el 177, de 20 de enero), el doctor Amalio Gimeno firmaba un artículo con el encabezado de ‘La vacunación contra el cólera’.

Pero en el 182 (del 5 de abril), bajo el epígrafe ‘Crónica del Cólera’, se anunciaba que: «El cólera ha aparecido en Játiva…».

Y no será hasta el número 185 (20 de mayo) cuando el citado doctor Campá publique su artículo: ‘Crónica del cólera morbo’. Seguido, cinco páginas de la revista más adelante, por otro con el llamado de: ‘La Real Academia de Medicina de Valencia y el cólera’.

Ya en el siguiente (5 de junio) encontramos un anuncio publicitario del doctor Jorge Hayem, sobre el cólera morbo y el doctor Campá vuelve a ofrecer otra ‘Crónica del cólera morbo’.

Algo semejante a lo que aparece en el sucesivo (20 de junio), con una publicidad de conferencia sobre el cólera, del doctor Kochen, y un nuevo texto ‘Crónica del cólera morbo’, del susodicho Campá. En esta ocasión, acompañado de un ‘Cuadro-resumen de las invasiones’; con las ocurridas por causa del cólera morbo en la primera quincena de junio de 1885 en la provincia de Valencia (especificando: localidades, días y números de afectados). Y, a continuación, una reseña similar con el ‘Cuadro-resumen de las defunciones’. En el ejemplar de la revista 189 (de 20 de julio), reitera el doctor Campá su ‘Crónica del cólera morbo’ y se habla, en otro artículo, sobre la ‘Sanidad Militar’. Al tiempo que se recogen nuevos cuadros estadísticos (invasiones/defunciones), de lo habido en la primera quincena de julio.

En el siguiente volumen (de 5 de agosto), se repite el mismo esquema. Artículo del doctor y tabla, ahora con las estadísticas de la segunda quincena de julio. Con una nota relevante, indicando que decrece el número en Castellón y en Murcia pero que hace estragos en Cartagena.

En los 191 y 192 (del 20 de agosto y el 5 de septiembre) se vuelve a la misma tónica. Y, como curiosidad, por Real Decreto se prohíbe la matanza del cerdo.

Y en el 194 (de 5 de octubre) se presenta una ‘Memoria sobre el Hospital Militar para coléricos establecido en Monte-Olivete’, elaborada por los médicos militares José Aparici y Antonio Bernal. Así como las tablas correspondientes a la segunda quincena de septiembre y un estudio, del doctor Luis Murciano Agut, sobre la epidemia colérica en Segorbe.

En el 195 (de 20 de octubre) se destaca que el pasado domingo 18 de septiembre ha tenido lugar en la catedral de Valencia un solemne ‘Te Deum’, con motivo del fin oficial de la epidemia. Al tiempo que se menciona, como víctimas del cólera, a dos militares.

En el 196, el doctor Chavuveau aún diserta sobre “‘a inoculación preventiva del cólera’.

En el 197, se sigue hablando de la epidemia colérica en Valencia y, en el 198, del cólera en Francia.

Por último, en el quincenal número 212 (del 5 de julio de 1886) el Ministerio de la Gobernación hace públicos los siguientes datos: todas las provincias, excepto La Coruña, han sufrido la epidemia. Que causó estragos durante 330 días, habiendo empezado el 5 de febrero y concluido el 15 de diciembre. Fueron invadidos 338.685 individuos, de los que perdieron la vida 119.620. Destacando el número de fallecidos en Valencia (21.012), Zaragoza (12.788), Granada (10.285) y Murcia (7.376). Siendo las provincias con menos víctimas: Pontevedra (9), Lugo (16), Oviedo (29) y Orense (38). El dato final de la población, según censo, sometida a la epidemia ascendió a 6.575.641 de individuos y la población indemne a 10.396.739.

Fuente: https://www.lasprovincias.es

LOS DÍAS MÁS OSCUROS DE LA HISTORIA DE VALENCIA

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA

El repaso de la historia de los valencianos es preciso que se haga, también, sobre episodios trágicos de epidemias. Que no suelen aparecer casualmente, sino asociadas a momentos de escasez, hambre o guerras. La imagen lúgubre de los «Cuatro jinetes del Apocalipsis» no es, por desgracia, una invención literaria. En todo caso es preciso aludir a cuatro escenarios epidémicos especialmente tristes: 1348, 1647, 1885 y 1918. Que, sin ser ni mucho menos los únicos, son los más significativos. Y que en los cuatro casos es preciso vincular a pandemias de carácter universal.

«L’any de 1347 fon l’any de la gran fam i pujà el cafis del forment 12 i 13 lliures en terra del rey d’Aragó». El «Dietari del capellá d’Alfons el Magnànim» preparó con estas palabras el escenario insólito de la pandemia de peste bubónica del año 1348, el de «la gran mortaldat, que fon la primera mortaldat i fon tan gran que en Valencia hi hague jornada en que moriren 1.000 persones», indica.

No se sabe qué fue antes, si el huevo o la gallina. El caso es que el hambre dio paso a las protestas contra los impuestos y las revueltas terminaron en guerra; que en este caso fue la de la Unión, en la que se enfrentaron los leales al rey Pedro el Ceremonioso o del Punyalet, con los coaligados bajo el nombre de Unión de Valencia y Unión de Aragón, donde se amalgamaban pueblos y ciudades con algunos nobles. Valencia se levantó contra su rey pero Xàtiva y Burriana, no. El monarca venció en la batalla de Mislata, a principios de 1348 y también cuando abolió los privilegios de la Unión en octubre.

La peste de 1648 se quiso conjurar expulsando a las prostitutas, pero no se consiguió evitar el azote y murió hasta el arzobispo

Sin embargo, todos, unos y otros, fueron derrotados a renglón seguido por la peste, que se enseñoreó por toda Europa matando a buena parte de la población. Es la famosa epidemia del «Decameron», la de la estampa de la muerte y la guadaña, la de los penitentes de la película «El Séptimo Sello», la pandemia de las pesadillas sobre la que los estudios aseguran que mató a cincuenta millones de personas en Europa.

El «Capellá d’Alfons el Magnànim» anota una docena más de epidemias muy duras en la Valencia brillante de los siglos XIV y XV. «Quasi la major de la gent fugí de Valencia. Feren provessons molt devotes», anota sobre la de 1478.

Cambio de clima y peste

La llamada «pequeña edad del hielo» es un episodio de enfriamiento climático que está comprobado por numerosos estudios y algunos atribuyen a una serie de erupciones volcánicas que entorpecieron la llegada normal de las radiaciones solares. El asunto es que en siglo XVII comenzó a apreciarse una radicalización de los episodios meteorológicos, hizo más frío de lo normal y las cosechas se tornaron de malas a catastróficas. El llamado «mínimo de Maunder», cuando las manchas solares casi desaparecieron, no fue, según los científicos, la mejor contribución a un clima sereno. El profesor Armando Alberola, que estudió los dietarios valencianos bajo el prisma del clima, señala más de 30 riadas del Turia en los siglos XVI y XVII y veintitrés nevadas en la ciudad entre 1600 y 1629. En 1628 apareció la peste en Europa, que rebrotó en 1621. Y en 1647 y 1648 Valencia sufrió una epidemia particularmente brutal. El cronista Gavaldá anotó detalles escabrosos que sin embargo nos ayudan a reconstruir el ambiente: la primera medida que adoptó el Consell de la Ciutat fue expulsar a las prostitutas de Valencia. Luego tendrían que obligar a los presos a retirar los cadáveres de las calles.

Es la peste de la serie televisiva del mismo nombre, que a Sevilla le llegó un año después. En Valencia entró por el puerto, directamente importada de Argel: el hospital de emergencia lo instalaron en la calle Troya y se intuye que el cementerio improvisado quizá esté por el barrio de Jesús. Murió el arzobispo, murió gente muy importante y creció la devoción a la Virgen de los Desamparados: entre 1652 y 1667, Valencia levantó lo que es la actual basílica de su Patrona.

Fuente: https://www.lasprovincias.es