FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA
Todos los sábados, pequeñas riadas de coches cruzan la frontera estatal de New Hampshire procedentes de ciudades vecinas de Massachusetts o Maine. Lo hacen para poner gasolina, que es más barata; pero de paso, la gente come y hace compras en los supermercados; en los hoteles también se ahorra. Y es que en 1993 el estado de New Hampshire tomó la decisión de no cobrar impuestos sobre las ventas, lo que aquí llamamos IVA. Alaska, Delaware, Montana y Oregón tampoco lo cobran. Sin embargo, los otros cuarenta y tantos estados federales americanos aplican una tarifa variable que va del 2% en Florida al 8’25% en California.
«¡Armonización, armonización!», claman los federalistas del PSOE, que intentan etiquetar a Madrid como un «paraíso fiscal», sin darse cuenta de que traicionan unas de las más bellas cualidades del federalismo, y de la política, que es, precisamente, la posible rebaja de rigor fiscal de los partidos más liberales. Pablo Casado, obviamente, ha empezado a hablar del «infierno fiscal» de las autonomías gobernadas desde la izquierda. Solo así se empiezan a distinguir con nitidez algunos perfiles ya borrosos: hay una izquierda que gasta, transforma en público lo privado, se endeuda sin miramiento, y deja unas malas condiciones económicas… que las derechas tienen luego que remontar a base de recortar lo superfluo y aplicar medidas de austeridad.
El otoño de 2020 está siendo muy didáctico. Si la pandemia hace evidente que hay formas plurales de administrar la higiene, los presupuestos del Estado están dejando nítida la idea de que hay diversas formas de aplicar la fiscalidad autonómica que el Estado reconoce como libre. «Au-to-no-mía» habrá que decir de ahora en adelante, marcando bien las sílabas, a los Puig y a los Ábalos que se alarman, al Iglesias que se revuelve y al Rufián que agota el catálogo de insultos. Autonomía en esa pequeña fracción impositiva que es libre para que al menos allí, si estamos dentro de una Europa cada vez más armonizada y menos libre en la parte mayor de los impuestos, se pueda ver todavía que hay partidos de derecha, de centro y de izquierdas.
Si España no se va a romper porque los socialistas pacten con Bildu y el independentismo catalán, como aseguran, no hay que inquietarse: la flexibilidad de una pequeña parte de los impuestos podrá convivir con la igualdad de oportunidades, y España tampoco se romperá. Lo importante es que veamos que la flexibilidad en los impuestos sobre las herencias es un matiz que al menos distingue todavía a un liberal de un socialista, a un conservador de un comunista. Quizá como el confinamiento mismo.
Fuente: https://www.lasprovincias.es