Arxiu diari: 27 de desembre de 2020

EL SASTRE

ANTONIO LUIS GALIANO PÉREZ/CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA

Durante los meses de confinamiento ha habido aficiones para todos los gustos. Algunos, han tenido que acostumbrarse a seguir ganando el pan con el sudor de la frente, mediante el tele-trabajo que, al parecer, ha llegado para quedarse. Bueno es, si con esto no se acusa la claustrofobia y sirve para una mejor relación familiar. Otros, se han dedicado a correr los cien metros lisos en el pasillo, o se las han ingeniado para fabricarse unas pesas y dedicarse a la halterofilia. Al contar con más tiempo, y evitarse desplazamientos se ha podido rebuscar a través de la «caja tonta», y nunca mejor dicho por la gran cantidad de tonterías que hemos escuchado, para ver series televisivas o rescatar algunas películas añejas o más recientes. En mi caso, no me ha sobrado tiempo a pesar de ser un pensionista pues he seguido investigando, escribiendo, publicando y participando en jornadas, reuniones y congresos a través de nuevos métodos como las plataformas de comunicación; sin caer en ningún momento en otras de tipo social, pues estimo que en algunas de ellas se escudan anónimos o identificados (son los menos) participantes en los que sólo subyace como dice Chufo Lloréns en su novela ambientada en la Barcelona medieval, titulada «Te daré la tierra»: «la envidia, que es hija de la ineptitud y de la malquerencia de los mediocres».

Pero, en el dichoso confinamiento he tenido más tiempo para, como decía, rescatar alguna película y de ellas, recuerdo «El último traje», coproducción argentina y española, protagonizada por Ángela Molina y Miguel Ángel Solá, y en la que se nos muestra el viaje de un sastre judío en búsqueda de un amigo que le salvó de morir durante el holocausto, en el ocaso del nazismo.

Y si de sastres tratamos, este año de 2020 que agoniza, por lo de la pandemia, no he podido llevar a buen fin una de mis distracciones: acercarme a Madrid en vísperas de la Navidad, a presenciar algún espectáculo, ir a algún museo, o a visitar las exposiciones que se programan. Y, este año, de estas últimas tenía previsto ver la dedicada a Benito Pérez Galdós relacionado con la Sastrería Cornejo, con motivo del centenario del fallecimiento del primero y de los cien años del nacimiento de la segunda. Tenía curiosidad por apreciar y recordar los vestuarios de «Fortunata y Jacinta» o los de «Tristana».

Todo ello, nos acerca al arte que desarrollaban y realizan los que antaño eran conocidos como alfayates que no son otros que los sastres. Y, a estos me voy a referir, volviendo los ojos en el tiempo y situándonos en 1716, en que Manuel Ruiz, recibía licencia para abrir una tienda dedicada a este menester en Orihuela. Para ello, el día 29 de julio, se protocolizaba ante el notario Mateo Gilarte, la licencia y el permiso que le otorgaba el Oficio de Sastres, por medio de su clavario José Carrillo, y de los veedores Diego Martínez Serrano y Vicente Jover. La autorización para abrir la tienda se le daba por seis meses a partir de la fecha de la escritura y después de ello estaba obligado a examinarse para dicho oficio y abonar doce libras ocho sueldos. Sin embargo, se le exigía un fiador que, en este caso fue Alexandro Guerrero, el cual en el caso de incumplimiento, tanto por no haberse examinado o por impago contraía la obligación de asumir el abono de esa cantidad.

Por esas fechas, sabemos que como mínimo en Orihuela había diecinueve maestros de sastre, cuyo oficio se estaba rigiendo por unos capítulos y ordenanzas nuevos, ya que los antiguos que tenían aprobados habían desaparecido durante el saqueo perpetrado en la Guerra de Sucesión. Sin embargo, posteriormente, aparecieron, lo que dio lugar a que al disponer de dos ordenanzas que en algunos momentos originaban contradicciones, fue necesario entre los dos textos confeccionar uno nuevo que fuera presentado para su aprobación. Para ello, el 4 de noviembre de 1726 se celebró una junta del gremio presidida por el teniente de alguacil mayor Joseph Duque, con licencia del corregidor.

Pues bien, aunque hay quienes no dan puntada sin hilo, que lo podemos interpretar como aquello que dicen o hacen tiene sobre todo un beneficio para ellos; a los que me he referido, sastres o alfayates, siempre han sabido hacer de su trabajo un arte a base de dar con minuciosidad las puntadas correctamente.

En estos días, en recuerdo de mis abuelos, los sastres Luis y María.

Fuente: https://www.informacion.es

DÍAS DE ILUSIÓN

Francisco Perez Puche. Foto de Juan J. Monzó

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA

Vamos a ver si dejamos las cosas bien claras desde el principio: el turrón duro es el Alicante y el blando el de Jijona. ¿Algo que objetar?». En vísperas del Año Berlanga, definiciones de este calado suelen procurar un silencio respetable si el padre de familia las esgrime de manera sólida. Después, con la lista de los números ordenada de menor a mayor, el amante de la auténtica Navidad estará preparado de buena mañana, con la radio puesta mejor que el televisor, para el ritual del sorteo de la Lotería.

Son días muy complicados, de sensibilidad a flor de piel. Las familias han atravesado muchos debates y están literalmente exhaustas. Siempre hay un hijo dispuesto a enmendar al legislativo, al ejecutivo y al judicial; siempre hay una hija preparada para discutir la tercera acepción de la RAE a la palabra «allegado». Y no hay manera de explicar que la mayor parte de los debates son trampas que tiende el gobierno para que estemos entretenidos mientras cuela bajo mano lo de la eutanasia.

El padre está con otros desvaríos: «¿Pero cómo he podido comprar un número tan feo? Esto no puede salir jamás. Ni siquiera deberían meter este número en el bombo, !por dignidad y por estética!». Pero lo compró. Compulsivamente, obsesionado con que el Gordo tiene que tocarle este año por una mera cuestión de Justicia Histórica. Los jóvenes, sin embargo, no creen en el azar y examinan los rincones del DOGV para constatar si dicen algo sobre lo de compartir comida de un mismo plato, como hemos hecho toda la vida en esta tierra, desde la llegada de los bereberes. Pues, no. La Generalidad se ha dejado sin cubrir lo del empaquetado de regalos y no ha regulado nada sobre lo interesante que sería hablar con un tono muy bajo, con el fin de no proyectar sobre los comensales de enfrente ni aerosoles ni esquirlas de cacahuete como hacíamos antaño, en lo más recio de la barbarie de la tribu.

El lotero compulsivo juega este año más, mucho más que el anterior. Piensa que hay que ayudar a la gente de la hostelería. Y a las fallas, que lo están pasando fatal sin saber cuándo podrán montar la carpa para encerrarse dentro en espera del juicio final (del jurado de su sección). Y encima, los jóvenes lo siguen discutiendo todo y andan dando la tabarra con lo de los orígenes familiares de los que vienen a sentarse a la mesa. «No, no papá, no. Entiéndelo: son seis personas –y los niños son personas– de dos orígenes. Lo que pasa es que se han rajado y han puesto lo de recomendar, que es un absurdo jurídico. ¿Cómo se puede recomendar? O dentro o fuera».

Lotería, el canto dulce de la Navidad. Divino tesoro.

Fuente: https://www.lasprovincias.es