JOSE APARICIO PEREZ, CRONISTA OFICIAL DE ANNA
La popular Bastida, poblado ibérico ubicado en término municipal de Mogente, se ha hecho famosa dentro y fuera de Valencia por el hallazgo de una pequeña figurilla de bronce, caballo con su jinete, conocida como Guerrer de Moixent.
Excavaciones arqueológicas realizadas desde 1929 a 1931 pusieron al descubierto la cuarta parte del yacimiento, posteriormente descubrimos y restauramos, en parte, su recinto defensivo. En 1931 fue declarado Monumento Histórico-Artístico de Carácter Nacional.
Desde las primeras excavaciones y estudios se determinó que La Bastida había sido destruida violentamente en el siglo IV a. de Cristo, precisando que durante la segunda mitad. Las preguntas que entonces se hicieron: ¿quién, cómo, por qué? y ¿cuál fue el destino de sus moradores?, todavía siguen en pie.
El año 1976, al limpiar la parte delantera de la entrada principal, la que da a poniente, tuvimos la suerte de encontrar un bocado de caballo y una lanza de hierro, que supusimos correspondía a uno de los jinetes asaltantes. Por primera vez se tenía clara evidencia de la toma de La Bastida de manera violenta, al asalto por jinetes armados que atacaron la puerta principal. Hallazgos recientes, de menor relevancia, han sido presentados como primicias del hecho y de su constatación, con un atrevimiento digno de conmiseración.
Nadie puso en duda el hecho de su destrucción ni se pone ahora, las amplias interrogantes, auténticos enigmas, son las siguientes:
En las intensas y extensas excavaciones aparecen las casas totalmente asoladas, tras un voraz incendio, hubo, pues, violencia en la toma y en su destrucción, pero nunca se ha encontrado ningún cadáver, completo o fragmentado. ¿Hubo, también, muertos?, la respuesta debe ser afirmativa, es difícil tanta violencia sin muertos, más ¿quién los recogió y los retiró, enterrándolos tras la incineración (rito de la época)? ¿los asaltantes? ¿los supervivientes?
Es difícil que el enemigo se entretenga enterrando a los derrotados, tarea propia de deudos y convecinos, mas, si hubo supervivientes ¿por qué no reconstruyeron el poblado y continuó allí la vida? Tras la toma y destrucción se abandonó definitivamente la población y nunca más se ocupó hasta su descubrimiento dos milenios largos, después. Y si volvieron para enterrar a los muertos ¿por qué no se llevaron los miles de objetos y enseres diversos que quedaron allí abandonados?, (felizmente para la arqueología actual).
Si la toma la realizó un ejército foráneo, de paso, ¿de dónde venían, quiénes eran, a dónde iban? ¿Por qué destruyeron todos los poblados de la comarca, Stº Domingo o La Mola Torró, el Flare, quizá el mismo Castellaret donde la gran necrópolis del Corral de Saus? ¿Por qué eran fortalezas que defendían la entrada a la Edetania, después al Reino? (recordemos que Font de la Fitera -corrupción Higuera- significa frontera). En las fuentes clásicas hay en la zona mención a “ad Turres Setabitanas”, quizá haciendo referencia a las fortalezas citadas en relación con Saiti (Xátiva), la gran ciudad ibérica que llegó a acuñar moneda propia.
Si los asaltantes fueron vecinos, enzarzados unos y otros en conflictos territoriales simplemente ¿por qué no se llevaron los enseres citados y lo dejaron todo allí?
Si fue un ejército invasor, de paso, y se llevó deportados como esclavos a sus habitantes, ¿quién enterró a los muertos? ¿vecinos piadosos?, imposible porque, según lo expuesto también fueron exterminados o deportados y todas las preguntas se pueden trasladar a estos mismos lugares, donde concurren idénticas circunstancias.
Independientemente de la búsqueda de respuestas para preguntas de tanto interés, cuyo hallazgo nos permitiría iluminar un oscuro periodo de nuestra protohistoria, los comienzos de la Cultura Ibérica, lo que sabemos ya a ciencia cierta es que en la frontera occidental de la Edetania varias ciudades, auténticas fortalezas, explotaban un amplio y feraz territorio que abarcaba los términos de las actuales Mogente, Fuente la Higuera y Fontanares, al tiempo que controlaban la ruta de acceso al sur, la Turdetania (actual Andalucía) y al territorio céltico, Castilla-La Mancha.
Ciudades-fortalezas que en el s. IV fueron violentamente destruidas desapareciendo sus habitantes sin dejar rastro, salvo en el actual poblado del Castellaret donde la vida continuó hasta la Alta Edad Media. ¿Se concentraron aquí los supervivientes? Es una posible respuesta de difícil constatación, que se formula por si en el futuro se pudiera confirmar.