Arxiu diari: 5 de gener de 2025

REDENCIÓN DE CAUTIVOS EN ORIHUELA

ANTONIO LUIS GALIANO PÉREZ, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA

«Dieron por mí trescientos ducados, los ciento luego, y los doscientos cuando volviese el baxel de la limosna, para rescatar al Padre de la Redención que se quedaba en Argel». En total, este cautivo fue libertado por seiscientos ducados, cien más que por Miguel de Cervantes y Saavedra, que estuvo en prisión desde septiembre de 1575 hasta el mismo mes de cinco años después a manos de los turcos en dicha tierra.

Al tratar sobre esto, al pasear por Orihuela, e ir por la calle Alfonso XIII por la acera de su izquierda en dirección a las calles de San Juan y Pintor Agrasot (tradicionalmente la Corredera), encontramos un portón que hoy da acceso a un aparcamiento de vehículos. Recordamos cuando en el interior se vendía barras de hielo y ver salir a «Joseico Cámara» con su galera en dirección a la estación de ferrocarril a recoger a los viajeros que iban al Hotel Palas o al Hotel Comercio. Y, que hasta los años anteriores a los cuarenta del pasado siglo, se accedía al claustro como patio de vecinos, que fue trasladado y adosado a la Catedral oriolana.

Refiriéndonos al citado portón, en su dintel vemos un escudo partido, que en jefe lleva una cruz patada que, algunos autores la identifican con la de la Catedral de Barcelona, abajo las Barras de Aragón, y timbrado con la corona real aragonesa. Dicho esto, en el citado blasón nos hace encontrarnos con las Armas de la Orden Real y Militar de Nuestra Señora de la Merced y Redención de los Cautivos, y con el primer convento que se fundó en Orihuela, en 1265, aunque hay diferentes autores no coinciden en la fecha, pero ésta es la que ratifica el comendador Gerónimo Navarro, en 1747. Orden mendicante fundada en Barcelona por San Pedro Nolasco, el 10 de agosto de 1218 para rescatar a los cautivos en manos de los musulmanes, protegida por Jaime I y por San Raymundo de Peñafort, confesor del fundador. A los que por separado se le apareció la Virgen inspirándolos para que llevasen a cabo dicha fundación. A los pocos años, en 1235, fue aprobada por el Papa Gregorio IX. Sus frailes además de los tres votos (pobreza, obediencia y castidad) a que se comprometían, incluían un cuarto de liberar a otros más débiles aún a costa de perder su vida.

El Convento mercedario fue establecido en principio en el Arrabal de San Juan, en el mismo lugar donde actualmente se encuentra el Convento de San Juan de la Penitencia de las Clarisas, y que dichos frailes debieron abandonarlo por encontrarse en ruina después de la Guerra de los dos Pedros, habiendo sido utilizado como hospital durante esa contienda. En 1377, se trasladó el convento por temor a los musulmanes que arribaban a la zona de la huerta y arrabales de Orihuela para apresar cautivos, llevarlos al norte de África, para después reclamar grandes sumas de dinero para libertarlos. En este Convento permanecieron los Mercedarios hasta la exclaustración.

Convento de La Merced

En el «Inventario de ornamentos y vasos sagrados de la Iglesia del suprimido Convento de la Merced», efectuado el 28 de septiembre de 1835 por Thomás Capelo Carratalá en representación de Juan Bautista Lafora y Giner, comisionado de Arbitrios de Amortización del Partido de Alicante, y en presencia de Ángel Goyeneche, cura de la Parroquia de las Santas Justa y Rufina comisionado por el gobernador vicario general de la Diócesis, y fray Monserrate Linares, mercedario; el Convento venía definido de la siguiente forma: «Convento situado dentro de esta ciudad y su calle de los Hostales a donde tiene la puerta principal con un luneto en medio, sus corredores, iglesia, sacristía y demás oficinas anexa a él, se halla vaxo conocidas lindes».

En la iglesia, se encontraba una imagen de la Virgen de la Merced con corona de lata, que disponía en la sacristía de un vestido blanco. Además, contaba con la capilla de la Comunión y catorce altares, entre ellos con las advocaciones de la Virgen de la Misericordia, Virgen de Monserrate y San Ramón Nonato.

Los vasos sagrados y candelería eran de escaso valor, y en la sacristía además de gran cantidad de casullas se inventariaron dos palios, y un molde para hacer hostias. Josef Montesinos narra que en la Iglesia existía un órgano dorado y la capilla mayor tenía un retablo de mosaicos y en el camarín un cuadro en el que aparecía Nuestra Señora de la Merced revelando la fundación a San Pedro Nolasco, al Rey Jaime I y a San Raymundo de Peñafort.

El convento era espacioso, hasta el punto que, el citado Montesinos informaba que el 23 de julio de 1792, «para que conste en los tiempos venideros» habitaban un total de 41 conventuales entre ellos 12 naturales de Orihuela, entre ellos, fray Antonio y fray Sebastián Castroverde Torreblanca, Pedro Viudes González, Thomás Ruiz de Villafranca, Miguel Guillén y Josef Moñino, organista. El historiador, en 1809, cuantifica a 39, de ellos cuatro de obediencia (dispensero, enfermero, limosnero y sacristán) y cinco legos (portero, mandadero, campanero, ayudante de cocina y manchador del órgano).

Después el Convento y la iglesia de la Merced vivirán una serie de vicisitudes de las que ya hablamos hace tiempo. Sin embargo, de momento, si miramos el calendario, recordaremos que dentro de dos días se celebra la festividad de Nuestra Señora de la Merced, bajo cuya advocación se encuentra la Orden de los Mercedarios.

Fuente: https://www.informacion.es