EL MARQUESADO QUE UNE A TRES MUNICIPIOS DE LA RIBERA ALTA Y QUE LOS DIFERENCIA DEL RESTO

HÉCTOR GONZÁLEZ

Atesora historia de marquesado y muestra un presente de subcomarca con mancomunidad propia. En el interior de la extensa Ribera Alta, en su porción norteña, un triángulo de municipios configura un espacio geográfico que delimita unas costumbres, unas tradiciones e incluso una forma de hablar propia.

Esos tres términos municipales: Llombai, Catadau y Alfarb, comparten frontera y una denominación global, la de marquesado, porque como tal lo calificó y se lo entregó Carlos I a Francisco de Borja en el primer tercio del siglo XVI al otorgarle el título de marqués de Llombai.

Desde entonces ha transcurrido medio milenio y las prerrogativas nobiliarias han derivado en títulos simbólicos todavía vigentes, como el de marquesa de Llombai. El Marquesat, por su lado, se ha asentado como el topónimo de un espacio que se extiende alrededor de 110 kilómetros cuadrados y aglutina a unas 7.000 personas.

Dispone de una mancomunidad que presta servicios sociales, de atención a la discapacidad o de promoción turística. No obstante, por encima de esas cuestiones prácticas, existe un legado común que el historiador y técnico superior en Restauración VICENTE SANZ VIÑUELAS (CRONISTA OFICIAL DE LLOMBAI) recopila y compendia.

Relatos de mayores

Empezó escuchando con atención los relatos que compartían su abuela y sus amigas. La curiosidad y el afán divulgador le indujo a expandir esa escucha a más personas mayores y a transmitir lo que tamizaba en el Blog del Marquesat y, posteriormente, en Crònica del Marquesat, una obra de compilación digital inicialmente y, de manera posterior, también en papel. Tendrá una secuela.

“El objetivo consiste en preservar la memoria y los hechos de las tres poblaciones”, apunta VICENTE SANZ, de familia materna de Llombai y paterna de Alfarb. Esa recapitulación memorística abarca desde hechos históricos singulares a recetas culinarias -el autor ha dedicado un cómic específico al ‘mostatxo’, dulce típico de este enclave geográfico-, desde refranes y apodos hasta expresiones propias del habla.

“Decimos mucho aní, vinguí, mientras que en poblaciones cercanas utilizan vaig anar, vaig vindre”, apostilla el también cronista de Llombai, para apuntar a continuación que “en Alfarb se dice monino en lugar de xicotet. O tomata, como en Llombai, mientras que en Catadau emplean la palabra tomaca”.

Ese pasado común de marquesado, su especificidad geográfica en un valle o la llamativa proximidad (apenas dos kilómetros) entre cada casco urbano respecto al vecino les ha conferido unos rasgos compartidos comunes.  “Estamos cerca de todo y, a la vez, apartados. Tenemos un carácter propio que se parece más al de la Baronía de Turís que a Algemesí, que se halla más próxima”, EXPLICA EL HISTORIADOR.

El único CRONISTA OFICIAL en la subcomarca va más allá al describir que “apenas hemos incrementado la población total en décadas en un millar de personas mientras que otros municipios próximos individualmente lo han hecho en miles”.

Poco transporte

“Quizás por ese motivo hemos conservado mejor nuestra idiosincrasia. No disponemos de parada de tren, la frecuencia de autobús resulta escasa, se vive mucho del campo… Se trata de un espacio tranquilo y cómodo, pero al que no todo el mundo se adapta”, PROSIGUE VICENTE SANZ.

El título común de marquesado con que quedaron hilvanados los tres municipios no significa que, pese a sus similitudes, resulten homogéneos. Esa singularidad autóctona local también intenta expresarla el historiador en su obra recopilatoria, que constituye una suerte de memoria de la subcomarca.

“Llombai y Alfarb están más unidos. Catadau buscó salir del marquesado. Nos llevamos todos muy bien aunque, como se suele decir, estamos juntos pero no revueltos. Cuando se han desarrollado algunos proyectos comunes, como la fusión de cooperativas o el polígono, las dos primeras poblaciones los han acometido de manera conjunta mientras que Catadau tenía otra visión. En cualquier caso, si sumamos el potencial de las tres localidades, como en la mancomunidad, son más fuertes”, aclara VICENTE SANZ.

Las historias de tres municipios

Este profesional de la cocina y apasionado de los platos tradicionales metamorfoseado en profesor de Historia tras estudiar la correspondiente licenciatura sigue con su actividad investigadora. Se ha lanzado a una cruzada contra el tiempo con la memoria como principal objetivo.

Trata de reunir en artículos y libros las máximas vivencias de sus convecinos más veteranos antes de que fallezcan. Como las de la centenaria María Bisbal, que emigró a principios del siglo XX a Cuba. Y, de una manera más global, persigue contar por qué tres municipios de la comarca de la Ribera Alta tienen sus peculiaridades locales y una singularidad colectiva como marquesado.

Fuente: https://valenciaplaza.com