ANTONIO LUIS GALIANO PÉREZ, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA
Hay momentos durante el año en que la música nos llena de paz en lo más íntimo. Indudablemente que, esta situación de sosiego, se puede alcanzar a través de distintos estilos musicales siempre que las circunstancias lo requieran. Por supuesto que, la música sacra puede sublimar por lo que conlleva de alabanza o glorificación en muchos periodos de la liturgia, y puede ser festiva o luctuosa y nunca mejor esta última que en época de penitencia.
En este año de 2024, la Cuaresma y por extensión la Semana Santa por esos caprichos de la luna ha caído bastante adelantada. Ni que decir tiene que, cuando miramos las hojas del calendario nos llenamos de perplejidad al comprobar que el Miércoles de Ceniza, el de «pulvus erit et pulvis reverteris» coincidía, nada más y nada menos que con la festividad de San Valentín, que por invento de los centros comerciales hace años pasó a considerarse el «Día de los Enamorados». Para no llevarme ninguna sorpresa al año próximo, me adelanté en el calendario y pude comprobar que ese día de la ceniza en que se inicia la Cuaresma será el 5 de marzo, en que la Virgen de África comparte su festividad con San Adrián y San Teófilo, entre otros.
Pero, regresemos a la Cuaresma de este año, a la música sacra en su vertiente luctuosa y por supuesto, al sosiego en lo más íntimo de nuestro espíritu, que pudimos alcanzarlo al deleitarnos con la obra del compositor italiano Giuseppe Verdi, «Misa de Réquiem», estrenada en la Iglesia de San Marcos de Milán el 22 de mayo de 1874, dedicada en honor a su amigo el poeta y narrador representante del Romanticismo italiano, Alessandro Manzoni, con el que había compartido los valores de la justicia y la libertad del «Risorgimiento» o tortuosa unificación de Italia.
El autor, de muchas óperas como «Aida», «Nabucco», «La Traviata» y «Rigoletto», no fue muy proclive a las composiciones sacras hasta que compuso este «Réquiem», en dicho año, con motivo del primer aniversario de la muerte de su amigo. Tras ello, llegaría su colección de motetes entre 1896 y 1898. Decididamente, cuando Verdi pone manos a la obra en su «Réquiem», seguía los parámetros de un sentimiento dramático de la muerte y la vida eterna, aproximándose a la cantata fúnebre y al oratorio, en la fusión de las grandes composiciones para voces y orquesta.
Y llegamos a él, dentro de un proyecto cultural ambicioso que merece seguir teniendo vida: I Festival de Grandes Compositores. La iniciativa de la UNED-Elche, propiciada por Francisco Escudero Galante, y por el compositor y director Manuel Ramos Aznar, tuvo una excelente acogida por otras instituciones como la Diputación de Alicante, los Ayuntamientos de Orihuela y Elche, Autobuses Urbanos (Grupo AVANZA) de esta última y la Caja Rural Central de Orihuela. Teniendo como marco los emblemáticos templos de la Basílica de Santa María de Elche, la Iglesia de las Santas Justa y Rufina de Orihuela y la Concatedral de San Nicolás de Alicante, los días cuaresmales 15, 17 y 21 de marzo; la interpretación de la Orquesta UNED-Elche y la Orquesta Barroca Valenciana compuestas por cincuenta músicos y las ciento cincuenta voces de los Coros de la UNED-Elche y Discantus dirigido por Ángel Luis Carrillo, del Coro Leucante bajo la dirección de Sabina Martínez, la Coral Veus d´Elx y los Cantores de la Pasión de Orihuela, acompañados por los solistas, Carmen Muñoz (soprano) que en numerosas ocasiones nos ha deleitado con su voz, Blanca Valido (mezzosoprano), José Manuel Delicado(tenor) y David Cerbera (bajo); nos llevaron y nos adentraron en la partitura de Giuseppe Verdi, que a través de sus siete tiempos desde el «Réquiem y Kirie» hasta «Lux aeterna» y «Libera me», pasando por el «Dies Irae», «Ofertorio-Domine Jesu», «Sanctus» y el «Agnus Dei», acrisolados y unidos a través de un lapso temporal minuciosamente medido, se fueron desgranando gracias a la batuta de Manuel Ramos, director al que vamos siguiendo desde hace muchos años, en el que su pericia nos ha acercado tanto a la música sacra como a la profana. Y, me atrevo a decir que en esta ocasión con el «Réquiem» de Verdi, hemos vivido definitivamente su consagración como director.
El I Festival grandes Compositores (Verdi), estuvo presentado después de FITUR, en un acto con un recital de piano, violín, violonchelo, y un tenor, en el Patio de los Naranjos del Convento de las Clarisas de Elche, dictándose posteriormente dos conferencias a cargo de Francisco Rodilla y Clara Portal, llevadas a cabo en la Biblioteca Pública Fernando de Loazes de Orihuela, y en el Aula Magna UNED-Elche, respectivamente. Pero, como siempre entre bambalinas surgen personas en la gestión, creación y promoción, entre ellas la soprano Oriana Quintero a la que hemos escuchado varias veces en concierto y que puso su voz a poemas del inmortal Miguel Hernández.
Un proyecto en el que todo el Festival contabilizó un total de 3.150 asistentes a las distintas actividades, y que debe continuar teniendo en cuenta la aceptación del público que vivió el «Réquiem» de Giussepe Verdi, en Elche, Orihuela y Alicante.
Deseamos con interés conocer a quién estará dedicado el II Festival de Grandes Compositores, con la esperanza de que la música nos siga llenando de paz en lo más íntimo, aunque siga viviendo en la muerte.
Fuente: https://www.informacion.es