
FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
El Trienio Liberal o Trienio Constitucional es el periodo de la historia contemporánea de España que transcurre entre 1820 y 1823, y que constituye la etapa intermedia de las tres en que se divide convencionalmente el reinado de Fernando VII, siendo posterior al Sexenio Absolutista (1814-1820) y anterior a la Década Ominosa (1823-1833). El Trienio se inició el 1 de enero de 1820 con el pronunciamiento de Riegoque obligó al rey absoluto Fernando VII a restablecer el 9 de marzo la Constitución de Cádiz de 1812, aprovechando un grupo de vecinos de la población de Torrevieja para solicitar la constitución de un Ayuntamiento, siendo nombrado alcalde Antonio Alberola Ponce, al que le sucedió, en 1821 Manuel Galant Martínez; Mariano Talavera Trives, lo fue en 1822; y Antonio Hermógenes Sánchez Fuentes, en 1823, del que su hijo, Antonio Hermógenes Sánchez Barceló, fue exportador de sales y vicecónsul de Rusia, Inglaterra y Reino de las Dos Sicilias en Torrevieja, y ocupó también la alcaldía de la población salinera del 10 de marzo al 13 de octubre de 1835, del 20 de marzo de 1838 al 2 de enero de 1839, y del 1 de enero de 1841 al 1 de enero de 1842.
El periodo revolucionario liberal, trienio liberal, acabó desencadenando una reacción realista y la ocupación de España por el ejército francés de los Cien Mil Hijos de San Luis, que atravesaron los Pirineos el 7 de abril de 1823.
Este asunto vino a implicar a Torrevieja en el acontecer histórico de la nación y más concretamente en nuestra región. En julio de 1823, la realista Orihuela dejó de reconocer el Régimen Constitucionalvolviendo a institucionalizarse en la normativa del Antiguo Régimen. Alicante, en cambio, se mantuvo fiel al sistema hasta el 13 de noviembre -fue la última ciudad española en claudicar-, surgiendo de esta forma, en el transcurso de los cuatro meses largos, una pequeña guerra civil en la actual provincia de Alicante.
El 4 de septiembre de 1823 se desarrolló un múltiple desembarco liberal en Torrevieja, Guardamar, El Pinet y La Marina, siendo los puntos de mayor intensidad los de Torrevieja y Guardamar. La alarma cundió pronto por toda la gobernación de Orihuela, y pronto también se tomaron las medidas oportunas; en primer lugar las autoridades oriolanas decidieron pasar oficio a las justicias de Benferri, Redován, Callosa de Segura, Cox, Granja de Rocamora, Albatera y Catral para que con la fuerza que se les señalase concurriesen a Bigastro para ponerse a las órdenes del comandante de armas de Orihuela, Francisco Cártula. Así mismo oficiaron a los justicias de Benejúzar, Almoradí y Rojales para que cubrieran los puntos de su distrito, invitando y convocando a los inmediatos. Decididas estas providencias, el diputado del Común de Orihuela, el doctor José García Benítez, que el 14 de este mismo mes y año fue nombrado alcalde mayor de Alicante, dijo entender “que el medio que podía poner término [a las continuas alteraciones producidas por los desembarcos] era establecer en los puntos que la pericia militar dictase, un cordón de gente armada de todos los pueblos de la demarcación, en número proporcional a la población y con un socorro diario de cinco reales diarios a cada persona”.
Formado el plan de defensa de la gobernación de Orihuela, y en función del número de vecinos de esta ciudad y pueblos de su gobernación, se movilizaron quinientos hombres distribuidos en los cupos siguientes: Orihuela, 88; Callosa de Segura, 27; Redován, 4; Granja de Rocamora, 5; Albatera, 9; Benferri, 2; Crevillente, 50; Novelda, 48; Aspe, 35; Elda, 25; Petrel, 14; Bigastro, 4; Benejúzar, 10; Monóvar y Pinoso, 68; Cox, 10; Benijófar, 2; Rojales, 10; Guardamar, 20; Almoradí, 21; Los Dolores, 10; San Fulgencio, 8; San Felipe Neri, 3; Torrevieja y La Mata, 7; Formentera, 2; Daya, 2; Rafal, 4; y Jacarilla, 5.
La fuerza deberá relevarse de quince en quince días, a menos que quisieran continuar el servicio, debiendo salir por dicho tiempo socorridos de sus respectivos pueblos. Los jefes de estos puntos estarán en comunicación directa con el comandante militar de Orihuela y a sus órdenes. De dicha fuerza se establecerán los apostaderos necesarios en los puntos que en comandante establezca, a fin de que los avisos y partes lleguen con prontitud.
Dicho plan de defensa fue aprobado por el 12 de septiembre de 1823 por el general jefe del Ejército Real de Valencia, 2º de operaciones, Rafael Sempere; por este plan se distribuyeron los quinientos hombres en cuatro puestos: Torrevieja, con doscientos veinticinco hombres a las órdenes de un capitán, dos subalternos, cuatro sargentos y el número correspondiente de cabos; Guardamar de Segura, con ciento veinticinco hombres a las órdenes de un subalterno, dos sargentos y cuatro cabos; San Miguel de Salinas, con setenta y cinco hombres a las órdenes de un subalterno, un sargento y cabos correspondientes; y El Pilar de la Horadada, con setenta y cinco hombres igual que el anterior. El capitán cobrará quince reales diarios y los subalternos 10.
Aún no se habían terminado de reunir los hombres precisos en sus lugares de destino y hubieron de sufrir una embestida constitucionalista, pues en la mañana del primero de octubre de 1823 desembarcaron en Torrevieja, procedentes de Alicante, un contingente de liberales obligando a retirarse a los hombres que cubrían dicho puesto, “salvo Andrés Roncallo y su partida que quedó encerrado en el fuerte. Animados por su éxito inicial, los liberales se internaron en la gobernación de Orihuela, ganando otra batalla en las inmediaciones de San Miguel de Salinas al capitán retirado Manuel Rodríguez, comandante de las partidas realistas, que perdió en tal acción el vestuario y material de su tropa. Aunque victorioso el grupo invasor, por falta de apoyo de los pobladores de la región se hubo de reembarcar.
Estas, y otras acciones motivaron muy ligeras reformas en el plan de defensa de la gobernación, que se mantuvo una vez restablecido en toda España el régimen absoluto de Fernando VII, dado que, en febrero de 1824, Antonio Salinas, gobernador de Orihuela, recibe un comunicado del comandante de Armas de Murcia, dándole a conocer “el proyecto de los liberales refugiados en Gibraltar de atacar la costa” por lo que decide quedarse sesenta hombre del batallón de la reina Amalia que se hallaba en Orihuela de paso hacia Murcia, y con toda rapidez ordena la defensa de la costa de su gobernación, enviando hacia Torrevieja al coronel Francisco Cártula.
Salió con toda presteza el coronel acompañado de un capitán, tres subalternos y sesenta hombres que eran del regimiento de la reina Amalia, los restantes del segundo de tiradores del general; pasó por Bigastro y San Miguel de Salinas en dirección a Torrevieja, donde situó un puesto de mando, distribuyendo sus fuerzas a lo largo de la costa.
En Torrevieja quedarían, un capitán, un subalterno, treinta hombres, con cinco piezas de artillería, dos de a veinticuatro en el fuerte, más una carronada de a ocho, y en la torre otra de igual calibre con una culebrina de a seis. De estas piezas pasarían tres a defender la torre de cabo Cervera, la torre de cabo Roig y la torre de la Horadada, donde se situarían un subalterno y diez hombres en las dos primeras y un subalterno, y quince hombres en la tercera, igual guarnición quedaría en Guardamar de Segura, más una culebrina de bronce que se encontraba allí. El abastecimiento de todas estas fuerzas corría a cargo de los pueblos cercanos.
Pero cuando todo esto ocurría, ya estaba en pleno vigor el real decreto de 1º de octubre de 1823 por el que Fernando VII anuló todo lo realizado por el Régimen Constitucional que había regido en España por espacio de mas de tres años: disolvió las Cortes, abolió la Constitución y restableció nuevamente la monarquía absoluta.
La ideología profundamente liberal de los vecinos de Torrevieja hizo que, tras la muerte de Fernando VII de las nuevas calles trazadas por el ingeniero José Agustín Larramendi fueran rotuladas con nombres de héroes y personajes de liberales de aquella época, conservando en la actualidad algunas de ellas sus primigenias denominaciones: calle Lacy(hoy Chapaprieta), calle Espoz y Mina (hoy María Parodi), calle Torrijos (hoy José Martínez Ruiz, Azorín), calle Chacón (hoy Maestro Fco. Vallejos), calle Bazán, calle Maldonado, calle Mariana Pineda (hoy Fotógrafos Darblade), calle Quiroga (hoy Ramón Gallud) calle de Chapalangarra (hoy Vicente Blasco Ibáñez), calle Caballero de Rodas , calle de Riego (hoy Patricio Pérez), calle de Empecinado (hoy Clemente Gosálvez).
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