RAFAEL MARTÍN ARTÍGUEZ, CRONISTA OFICIAL DE SEGORBE
Es evidente que ni Segorbe, ni su Círculo Segorbino (el Casino), ni ninguna otra de sus instituciones locales, han tenido o tienen vinculación con Egipto, ni con ninguno de sus templos, incluido el de Debod, ni en el aspecto geográfico, ni histórico, ni monumental, pero el descubrimiento de un documento entre los archivos que guarda la citada sociedad segorbina, nos permite traer a la actualidad una vieja polémica, muy cacareada en la España de los años sesenta y setenta del pasado siglo, no del todo olvidada, y que recientemente (casualidades de la vida) he tenido la oportunidad de recordar en el mismo país de las pirámides, historia que no me resisto a contar.
El caso es que entre 1959 y 1970 por iniciativa del presidente egipcio Nasser se construyó la presa de Asuán para evitar las inundaciones que el río Nilo ocasionaba entre los pueblos ribereños del cauce bajo. El proyecto representaba el aumento considerable del nivel de las aguas del llamado lago Nasser que llegaban a cubrir los templos de Nubia, entre los que se encontraba Abu Simbel, como ejemplo más significativo, y también el templo de Debod, dedicado al culto del dios Amón y a Isis.
Con el apoyo de la Unesco se lanzó una campaña para salvar de las aguas los templos que se encontraban por debajo del nivel de agua previsto por la nueva presa. Y España participó de una forma ejemplar, activa y desinteresada en su traslado.
Una vez se concluyó el proyecto y como compensación por el esfuerzo realizado por nuestro país, el presidente Nasser regaló a España el templo de Debod, datado en el siglo II a. d. C. y usado hasta el siglo VI. Era uno de los cuatro templos que salieron de Egipto por esta misma circunstancia.
La polémica surgió a la hora de determinar el lugar donde ubicar el monumento.
Almería presentó su candidatura, pero también lo hizo Elche, argumentando entre otras cosas la existencia de palmeras y la climatología de la ciudad como factores ambientales más acordes con el monumento egipcio, además de que representaría cierta compensación por la no menor polémica –todavía activa- de la presencia de la Dama de Elche en la capital.
Elche promovió una campaña a nivel nacional para captar apoyos a favor de su petición y consiguió que numerosas instituciones y organismos le dieran el respaldo necesario. Entre ellos se encontraba el Ateneo Mercantil de Valencia que a su vez trató de encontrar nuevos aliados en la causa común de Elche entre las asociaciones que tenían alguna relación con él.
Con este objetivo, el Ateneo Mercantil, a través de su presidente accidental Julio Pérez, dirigió un telegrama al Circulo Segorbino con fecha 23 de Marzo de 1970, pidiéndole el apoyo para la ciudad ilicitana, aclamando a la ‘solidaridad regional’ y solicitando que se reconsiderase la fijación del templo egipcio de Debod y se concediera la instalación definitiva en la ciudad de Elche, mediante telegramas a la Jefatura del Estado y los Ministerios de la Vicepresidencia del Gobierno, Educación, Vivienda, Información y Turismo.
El templo, desmontado y numerado en sus 1.356 bloques de piedra arenisca, llegó en barco a Valencia en junio de 1970, pero el destino no era la capital del Turia ni ninguna otra población de la Comunidad Valenciana, siguió su ruta hasta Madrid. Las autoridades españolas decidieron que se instalara allí, tal vez siguiendo el criterio del arqueólogo Martín Almagro Basch (conocido en Segorbe por sus trabajos sobre Segóbriga) basado en dos circunstancias: que el terreno original del templo era el desierto y que por lo tanto no tenía palmeras próximas, y que las autoridades egipcias habían expresado su deseo de que se instalara en la capital de España. Finalmente se inauguró el 18 de julio de 1972, con la opinión generalizada de que se trataba de una muestra más del “centralismo” de Madrid. Y allí se encuentra, en la montaña de Príncipe Pío, junto a la plaza de España. Se trata de un precioso monumento que vale la pena visitar, aunque nos hubiera quedado más cerca en Elche.