DE LA PROCESIÓN DEL CORPUS CHRISTI EN TORREVIEJA

FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

La celebración del Corpus Christi es de las festividades más antiguas de Torrevieja habiendo referencias desde el siglo XVIII. De su organización se encargaba la Cofradía del Santísimo, fundada en 1791, que contrataba el acompañamiento de los dulzaineros que acompañaban en la procesión, costeaba también la cera para el alumbrado y el junco para esparcirlo por la iglesia y las calles por donde pasaba la procesión rindiendo culto al misterio de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, unida a un sentido festivo, en el que participaban todos los estamentos de la ciudad.

La víspera del Día del Señor, se barrían las calles del itinerario, se desecaban los charcos y se llenaban los baches para hacer más fácil y decoroso el recorrido. Al día siguiente se esparcían por el suelo, tanto dentro de la iglesia como fuera de ella, por donde había de pasar el cortejo, junco y otras plantas olorosas. No había una sola casa cuyas ventanas no se vieran vestidas de hermosas colgaduras, ocupando, además, los espacios intermedios de ambas aceras verdes ramas que producían el efecto de un bosque delicioso. Flameaban en las mástiles y rejas de muchos edificios vistosísimas banderas de diversas naciones; el consistorio hacía lo propio en todos los edificios públicos principales.

En casi todas las calles, camino de la procesión se levantaban altares, adornados con ramos de flores y espléndidas macetas, empleando en la decoración floreros, candelabros y joyas de familias que se sacaban a relucir en este memorable día. Se tendían lujosas y grandes alfombras, que hacían tenues y apagados los pasos del enorme público, y juncos y flores tapizaban la acera. Estos tradicionales altares quedaban instalaban en las principales cancelas dando un toque colorista y fervoroso. Se rivalizaban los vecinos, haciendo patentes demostraciones al mejor lucimiento preparando altares o puntos de descanso para, el Ministro del Señor, levantándose en la calle Empecinado, hoy Clemente Gonsálvez; en la calle del Progreso, hoy llamada Canónigo Torres; en la Plaza de Verdulería, hoy llamada calle Ramón Céspedes, y un último en la calle Torrijos, hoy llamada calle Azorín, en la posada del tío Parejo, luego convertida en Hotel Gómez, hoy convertida en un vetusto edificio ruinoso que nada se parece a lo que fue. Destacar que el mayor ornato y buen gusto resaltaba en todos.

Tradicionalmente se ha utilizado el junco para alfombrar las calles por donde pasaba la procesión, planta que crece en lugares encharcados próximos a la laguna de La Mata, cogiéndose en este día junco fresco, en fajos preparados para ser esparcidos, llenándose las calles de buenas fragancias y sirviendo de alfombra al paso del cortejo que partía tras la misa desde la iglesia y sobre una verde alfombra la procesión del Corpus Christi recorría las principales calles.

Era costumbre hacer los padres y muchachos porras o cayados. De padres a hijos se transmitía la forma de trenzar los juncos hasta conseguir un bastoncillo, costumbre muy especial que a todos los niños hacía mucha ilusión. Se hacían mientras se esperaba el paso de los niños de Primera Comunión, entre aromas de incienso y del frescor de los tallos cortados horas antes en las salinas. Tras su estela toda la comitiva de hermandades, y bajo palio el Santísimo portado en su custodia por el párroco de la Inmaculada ante la mirada de los fieles que se reclinaban ante el Corpus Christi, mientras que la banda de música interpretaba la marcha Triunfal. Una vez finalizada la procesión, ya adentrada la noche, en varios puntos del que había sido su itinerario los niños amontonaban el junco haciendo una particular «cama juncos» para jugar revolcándose sobre ella. Hay jueves hay en el año que relucen más que el sol; Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión», reza el famoso dicho, aunque en nuestro pueblo, como en casi toda España, celebramos en domingo el Día del Señor.

Fuente: https://www.informacion.es