LLUÍS MESA, CRONISTA OFICIAL D’ESTIVELLA
El paraje de Barraix es un rincón perdido en medio de la Calderona. Constituye un cruce de donde surgen los caminos que vertebran las dos comarcas que comparten la sierra. Su nombre es poco común y la etimología de la denominación antigua. La rareza de la palabra hace pensar en la antigüedad del recurso acuífero que esconde. Hasta allí marchaba, por sendas y caminos, el ganado cargado de garrafas de agua minero-medicinal. Después, llegaban con ella a la ciudad de València. La subida desde Serra, sobre todo para los visitantes venidos de la capital, hacía suponer que era parte de aquel pueblo aunque no lo es. No es casual que Barraix sea parte de Estivella, puesto que está íntimamente unido con el municipio por la historia y por ser una partida que se trabajaba.
Entre todas las historias vinculadas a aquel paraíso vegetal, las más importantes están vinculadas a la fonda que en su día se creó. La familia Pérez Lledó, originaria de la Nucia, fue la gran promotora. No solo fueron amos de un hostal, sino que acabaron para hacerse estivellenses. De hecho, en la actualidad todavía sus descendentes son conocidos como “barraixeros”. En el año 1913, falleció el marido, Francisco Pérez Cano. Desde entonces, Mariana Lledó Iborra tuvo cuidado del negocio. Fue otro ejemplo del papel esencial de la mujer en la economía. La fonda fue testigo de excursiones y lugar acogedor de personas que necesitaban la calma de la naturaleza. Eran simples habitaciones con un comedor común. Estaba presente la gaseosa. El topónimo fue la marca comercial de la bebida. La fuente de Barraix suministraba el líquido para fabricar la bebida refrescante.
Una peculiaridad de aquel sitio es la ermita. La construcción, bendecida ahora hace 100 años, un 2 de agosto del 1922, se encuentra en un punto elevado. Más que una iglesia era un lugar compartido. Así me lo comentaba el desaparecido político Enrique Real, asiduo visitante del antiguo entorno. La ermita mira a los caminantes y las bicicletas que van al Garbí o Estivella. Dichosamente, y dignamente, fue restaurada hace unos años por la Diputación de València, cuando estaba condenada a caerse en 2012. Ahora, está plenamente recuperada, aunque hay que encontrarle un nuevo uso. Tal vez podría actuar como observatorio natural. A partir de la ermita, se puede continuar hasta el Garbí.
Pero, más que pensar donde se puede ir, hay que quedarse con el hecho que las rutas que allí nacen conducen a parajes únicos donde los árboles y la vegetación nos iluminan. Aquel medio silencioso y maravilloso esparce claridad y esplendor ante la mirada de la persona que la traviesa. No es la única posibilidad para llenarse de experiencias de valor incalculable en contacto con la naturaleza. Por la parte de bajo, surgen los caminos para llegar hasta Beselga. Si se sigue la ruta, se atraviesan dos caminos: el de la “Tancada” y el de la “Carrasca”. Son sendas continuas y a la vez diferentes. Permiten conocer varios aspectos de la montaña. Por el camino, aparece el nacimiento de la fuente de Beselga. Después se llega a la pedanía, ubicada a la sombra del puntal de Pedro. El antiguo núcleo de población es un tesoro natural de Estivella. Fue pueblo. Todavía continúa dominado por una torre almohade y un palacio ruinoso y restaurado del siglo XV. Ha sido víctima del vandalismo, pero vale la pena entrar a conocerlo.
De vuelta al punto original de Barraix, hay que decir que el espacio se silenció al desaparecer la fonda, ahora llamada masía. El impulso del alcalde Robert Renau dignificó la fuente y permitió que el antiguo hostal pasara a manos de la Diputación de València. Desgraciadamente, después de la restauración, no se ha puesto en marcha el local. También el ayuntamiento continúa sin limitar el agua recogida por algunas personas visitantes. Allí llegan a estar más de dos horas cargándola.
Hasta aquí llega la ruta. Solo queda decir que el lugar de Barraix siempre espera: a las personas que quieren agua o a las que desean practicar deporte. Lo ha hecho desde hace muchos años y ahora tal vez con más motivos. Barraix continúa brotando latidos de la Calderona, recibiendo huéspedes, como cuando era fonda, y sobre todo deseosa que se recupere la vida en esas construcciones antiguas. Es un lugar que, como dice el himno el “Cant a Estivella” es el recinto desde donde “brolla futur en l’aigua”. Una poderosa razón para no pasar de largo la visita a ese mítico paraje natural de la Calderona.
Fuente: https://www.levante-emv.com