Arxiu diari: 2 d'abril de 2022

EL VERANICO DE LOS MEMBRILLOS

FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

Da comienzo el veranico de los membrillos, que dura hasta el día 29 de septiembre, San Miguel Arcángel, un tiempo de nostalgias y recuerdos de cuando nos llevábamos estos frutos, los últimos días de playa, y los dejábamos rodar en la orilla, revueltos por las olas para que se enfriaran y tomarlos después del baño, hincándoles el diente para saborear su aspereza, en espera del otoño.

A finales del siglo XIX y principios del XX, el movimiento de retirada empezaba a iniciarse a partir del 15 de agosto, siguiendo su curso progresivo, empezando a marcharse los bañistas que habían acudido a su playa a solazar el ánimo, a satisfacer los deseos del corazón o a recobrar la salud perdida. Ya mejorada la dolencia y cumplido ese anhelo sentían la necesidad de volver su pueblo natal.

Al final del verano de 1886, el escritor y periodista murciano José Martínez Tornel dedica uno de sus poemas al final de su veraneo en Torrevieja: «Distinguido amigo mío:/ no quiero que tenga queja/ y como acaba el estío/ voy antes de hacer el lio/ a hablarle de Torrevieja./ Pueblo chato y ventilado/ y con brisa de Levante/ que casi siempre ha reinado,/ lo que es yo me he refrescado/ por detrás y por delante./ La playa en leve pendiente/ y de finísima arena,/ está de agua transparente,/ pudiendo ve, si su gente/ es rubia, blanca o morena./ Y no vaya usted a creer/ que aquí es como en Santander,/ o como en el Sardinero,/ donde hay siempre un majadero que molesta a una mujer./ No señor, mucho recato/ y ni el menor desacato/ que anublase el verano;/ y, amigo, en punto a recreo,/ a elegir, bueno y barato./ Por un perro solamente/ una silla muy decente,/ obteniendo en beneficio,/ fresco música y bullicio/ en cantidad suficiente./ No es diversión menos grata/ visitar una fragata,/ ora a remo, o ya a la vela,/ y si hay luna, ver su estela/ mezcla de fósforo y plata/ Episodios no refiero,/ pues ignoro que los haya;/ fuera de un buque extranjero,/ que, ya repleto el salero,/ se rompió contra la playa./ Y, en fin, hago punto ya,/ pues le ocupo rato ha/ y no quiere ser pesado,/ su afectísimo emigrado,/ que besa su mano».

El abogado, músico y escritor Luis Cánovas Martínez (Torrevieja,1857-Alicante, 1927) detalla la Torrevieja de principios del siglo XX en su obrita «El Obstáculo», publicada en 1909; una población modesta a la que denomina Turviel, dando unas imágenes de lo que en la temporada otoñal se convertía, alejada de la concurrencia de forasteros de los meses estivales. Contemplándola desde un molino de la zona norte de la población, espaldas del pueblo, describe «el tablero de ajedrez que trazan sobre la playa las casitas de Turviel, presididas por la iglesia parroquial, en forma de cruz latina, con el brazo izquierdo amputado, y una de las torres, la del derecho, decapitada», al no estar totalmente acabadas sus obras de construcción. Cánovas describe las típicas tarjetas postales de aquella pequeña Torrevieja narrando la aridez y soledad de su paseo: «Son unos fotograbados hechos, sin duda, para desacreditar el descubrimiento. Uno representa la playa y el paseo que hay en la orilla del mar. Larguísima fila de palmeras anémicas y polvorientas lo circuye, y en el centro una imagen bastante exacta del desierto del Sahara. Entre el paseo y el mar, sin duda para embellecer el sitio creado para esparcimiento de los vecinos de Turviel, hay levantadas tres o cuatro casucas de tablas, una para los carabineros, otra para el bote salvavidas de la estación de Salvamento de Náufragos y otra para un cantinero que hace, a la vez, oficios de barbero y cirujano, y tiene allí un huerto, corral, terraza y todo género de comodidades y desahogos». Se refiere al edificio que hasta no hace mucho ocupaba el restaurante Miramar, entonces cantina al uso de los obreros de las Eras de la Sal, y convertido a día de hoy en la oficina de Tourist Info.

Un año después comenzaría, el 25 de julio, la Feria de San Jaime, patrón de Torrevieja, llegando el momento de reunirse otra vez en la playa de Torrevieja, con su aire puro, su cielo tan limpio y su mar tan sereno, otro pletórico verano.

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