Arxiu diari: 4 de setembre de 2019

LA RUTA NEGRA DE CASTELLÓ

La capital de La Plana esconde en sus calles hechos cargados de intriga.

Plaza Mayor de Castelló de la Plana. carme ripollés

JAVIER FRESQUET CASTELLÓ

Castelló de la Plana puede parecer una localidad anodina y en la que nunca pasa nada. Sin embargo oculta en sus calles misterios que alimentarían cualquier intriga digna de una novela de misterio. Desde el siglo XVII hasta hoy, la ciudad ha sido testigo de crímenes, misterios y tragedias; sucesos que permiten recorrer una ruta negra por la ciudad.

En el número 89 de la calle Mayor se ubica la Biblioteca Municipal. En la planta baja de la misma, entre los estantes, se encuentra el libro Crónica de Castellón, escrito por el catedrático y doctor en Historia del Arte y CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE CASTELLÓ, ANTONIO GASCÓ (Associació de Cronistes Oficials del Regne de València). Este tomo, tan denso como ilustrado, sirve de índice y guía para iniciar un camino por las calles de la ciudad a través de la historia y el misterio.

La primera parada de este recorrido urbana podemos hacerla a apenas 300 metros de donde revisamos la obra de Gascó, en la plaza Mayor. La primera piedra del Ayuntamiento de Castelló fue colocada en 1689. Un edificio que, hasta hoy, ha sido reformado en cinco ocasiones, pero ninguna de las reformas ha modificado un pequeño elemento de piedra que se muestra en la fachada y, que oculta un curioso misterio. Si se rodea todo el edificio, se observa que este no posee demasiados elementos barrocos en su faz. Para averiguar lo que el consistorio esconde habrá que levantar un poco la vista al frente y el curioso descubrirá una mano que señala un punto concreto de la plaza. La leyenda, que aún se trasmite entre las personas más longevas de la ciudad, afirma que el detalle señala el lugar exacto en el que dos aristócratas castellonenses se batieron en duelo en la Edad Media.

En mayo de 1655 esta capital de provincia conoció la muerte del asesor de Justicia de la villa, Jaime Giner, tiroteado por el subrogado del Gobierno Matías Vallés. Este hecho es el preludio de uno de los asesinatos más conocidos entre los habitantes de Castelló, la muerte del presbítero Vicente Tort en 1672. El episodio tuvo lugar en la calle Ecce Homo, situada en el extremo sur de la plaza Mayor.

La imagen del Cristo que hoy yace en esta estrecha calle fue realizada por los lugareños después del fatídico hecho. Durante la noche, esta callejuela que conserva un pavimento arcaico cierra el paso al público a consecuencia de sucesivos actos vandálicos. “Además de ser testigo del suceso, esta calle es la más antigua de la ciudad, y eso la convierte ya en parte importante de nuestra historia”, afirma Enrique Martí, vecino desde hace más de treinta años de la calle del Ecce Homo.

A escasos minutos de este punto, atravesando la Avenida del Mar, el curioso alcanza la calle Gobernador. La vía guarda una de las anécdotas históricas más peculiares de la localidad. En este espacio, y hasta 2003, se hallaba la acequia más importante de Castelló. Fue en este lugar donde el prestigioso poeta y posteriormente Gobernador de la ciudad Ramón de Campoamor se batió en duelo contra el entonces Gobernador del municipio, Polo de Bernabé. Los documentos, que aún hoy se conservan, explican que el poeta le perdonó la vida al magistrado local.

El siguiente punto a visitar en este recorrido por la historia de los misterios que encierra la ciudad, se localiza en la zona interurbana de Castelló, próximo a la ermita dedicada a Sant Roc de Canet. En 1648, cuando la peste bubónica acechaba toda la provincia, se empezó a construir la ermita de San Roque del Pla, pero, a causa del gran número de fallecidos, el inmueble acabó convirtiéndose en hospital y, posteriormente, en cementerio.

Para finalizar esta ruta negra por Castelló, el visitante habrá de dirigirse hasta una de las cárceles más severas del franquismo, actualmente reconvertida en centro educativo, ubicada en la plaza de las Islas Columbretes. Después de una ardua investigación, el documentalista Juan Luis Porcar Orihuela descubrió un hecho atroz allí ocurrido. El 25 de abril de 1940 se produjo el fusilamiento, en el patio del centro penitenciario, de 29 reclusos republicanos, a quienes se les atribuyó un supuesto intento de motín. Un acontecimiento olvidado y silenciado, pero que completa un trayecto repleto de misterio, enigma e historia.

Fuente: http://www.levante-emv.com