JOSÉ SALVADOR MURGUI SORIANO, CRONISTA OFICIAL DE CASINOS
El trabajo manual de las hermanas que habitan en el Monasterio Cisterciense Santa María gratia Dei, nos llevan por caminos de arte, gastronomía y manualidades, todo ello para ofrecer a las monjas la ocasión de participar en la obra divina de la creación y su restauración. Septiembre son sus luces y sombres, con sol y con lluvia marca las fechas en el calendario, y las hermanas cistercienses, no han cesado en sus tareas, y ofrecen un nuevo episodio en el arte culinario.
Así es, hoy las hermanas estaban preparando la degustación de mermeladas que el próximo sábado día cuatro de septiembre tendrá lugar en el monasterio. Los diferentes sabores que ofrecen nuestras protagonistas de este evento gastronómico van envueltos de diferentes sabores y texturas: uvas al aguardiente, limón, gajos de naranja, nectarina, fresa, piña, naranja, tomate, pera, kiwi, higo, ciruela y algún sabor más que escondido entre los limpios y cristalinos tarros, esperan que los amigos y visitantes del monasterio puedan no solo conocer este buen hacer, sino el oasis de paz que supone ocupar estas benditas tierras que entre Benaguacil y Vilamarxant ofrecen una parada llena de vida, oración, contemplación y trabajo.
San Benito Abad es patrón de Europa y Patriarca del monasticismo occidental. La etimología de la palabra Benito significa «bendecido».
San Benito es considerado el Padre del monasticismo occidental. Decidió abandonar Roma y el mundo para evitar la vida licenciosa de dicha ciudad. Vivió como ermitaño por muchos años en una región rocosa y agreste de Italia.
Antes que Patrono, san Benito había sido declarado por Pío XII, Padre de Europa, en reconocimiento de que su institución monástica había contribuido decisivamente a la creación del espacio espiritual y cultural europeo. Los monjes benedictinos fueron los primeros que tuvieron conciencia de la nueva realidad postromana, fueron los que orientaron a la nueva sociedad en su configuración social, política, económica, cultural y religiosa; los que hicieron de la diversidad de esos pueblos una comunidad cohesionada en torno a los mismos valores espirituales, morales y humanistas. Los instrumentos de esa obra fueron la cruz y el arado, la oración y el trabajo, la Biblia y el Derecho romano, el libro y la estética litúrgica, la disciplina y la pax monástica.
De aquel “ora et labora”, hoy muy cerca de nuestros pueblos queda un lugar donde podemos encontrarnos no solo con esa paz interior que transmite una comunidad Cisterciense, sino con el fruto del quehacer cotidiano, después seguir el ritmo de los rezos religiosos del monasterio.
Mermeladas hechas con todo el amor del mundo, con ingredientes naturales, cocinadas con cariño, paciencia, esmero y dulzura. Con frutas que unas veces proceden de sus campos, y otras las regalan los agricultores, por eso la fabricación no es industrial, es manual, sencilla, pero con todos los componentes que le dan dignidad y calidad al producto
El sábado degustación, las fallas o el mal tiempo, no impiden poner esa nota dulce que nos brinda de vez en cuando este Monasterio amigo. Hay más secretos que guardan estas paredes y que las hermanas cuidan con esmero hoy nos quedamos con la próxima visita guiada al Monasterio custodiado por verdes y frondosos pinos y el buen sabor de boca que a partir de las once horas del día cuatro de septiembre nos dejará esta visita y el recorrido del lugar.
Acabo recordando momentos históricos relacionados con ésta orden: El Papa Pablo VI proclamó a San Benito patrón de Europa en 1964 con la carta apostólica «Pacis nuntius». En ella manifiesta que la escribe a la luz del impulso que San Benito dio al consorcio de los pueblos europeos, a la ordenación de la Europa cristiana y a su unidad espiritual.
Hoy es necesario dar una mirada a ese impulso, al consorcio de los pueblos europeos, a aquella ordenación; hoy que todas las miradas son pesimistas; hoy que el silencio envuelve la historia, hoy que las guerras flagelan las televisiones, las redes, las mentes humanas y aunque sean lejanas las sentimos próximas; hoy que el mundo es una caos, hoy más que nunca, ese mundo sufriente, necesita la dulzura, la oración y el trabajo de Monasterios como el de Santa María gratia Dei, que en el centro del Camp de Turia, nos recibe y nos invita con una sonrisa cargada de dulzura y paz.