BERNARDO GARRIGÓS SIRVENT, CRONISTA OFICIAL DE XIXONA
El consistorio republicano de Xixona tuvo que hacer frente en 1935 a un acuciante problema, la falta de lavaderos públicos “eran de todos sabidas las inmensas dificultades y los muchos padecimientos que sufren las mujeres de esta población por la falta de lavaderos” y la insalubridad de los existentes. Para solucionar esta cuestión llevó a término la reforma de los lavaderos de la font de Grau, del castillo y de Alecua. Todos ellos situados a escasos metros al NE de la ciudad de Xixona.
Estas medidas no respondieron a un plan trazado previamente sobre el papel, sino más bien fueron algunas circunstancias las que permitieron ejecutar esta reforma integral de los tres principales lavaderos de la ciudad.
1.La font de Grau
La fuente de Grau se halla junto al río Coscó sobre un altozano, en el paraje de Cotelles y enfrente de la ermita de Sant Antoni. Sus coordenadas son: latitud 38°32’57.08″N y longitud 0°30’27.26″O. Está a un centenar de metros de la font de Cotelles hacia el NE y a otro centenar de metros al Sur de la fuente de Maripasqual.
Tenemos documentada la existencia de esta fuente a principios del siglo XIX. El 5 de mayo de 1800 Antonio Colomer Garrigós vendió a su primo José Colomer Gonsalez un pedazo de tierra situado en la partida de Cotelles: “que será como de una ora de harar, con el derecho de quatro oras de agua en cada tanda de las fuentes de Grau y Maripasqual, lindante con la acequia del mismo riego y con el río de Coscó por tres partes”. Antonio Colomer tenía está parcela procedente de la división y adjudicación de los bienes de sus abuelos Vicente Colomer Bellvis y Mariana Pérez.
En el Nomenclátor de la ciudad de Jijona de 1887 se produce una confusión al identificar las dos fuentes como una: “La de Grau o María Pascual”.
En relación al nombre de esta fuente nada podemos afirmar categóricamente, aunque es bastante significativo que a principios del siglo XVIII el propietario del terreno sea Roque Grau, quien puso en explotación incluso la ribera del río Coscó: “después de haber cortado muchos álamos desmontó la referida riba y plantó en ella igueras sembró chirivías que se hicieron bien buenas”. Este terreno pasó a manos de su hijo Miguel Grau y su esposa Luisa Blanes. Miguel Grau actuó como tutor de su sobrino José Grau.
Cuando José Grau se hizo mayor denunció ante el corregidor a su tío por la mala administración de sus bienes. Finalmente la justicia dio la razón a José Grau sancionando a su tío al pago de 110 libras. Con la finalidad de regular el pago de esta cantidad se firmó un convenio ante el notario Vicente Miralles Mira el 6 de marzo de 1721 por el que Miguel daba en el acto 10 libras y se comprometía a pagar a su sobrino las otras 100 a lo largo de los siguientes 5 años en anualidades de 20 libras. Debido a las numerosas deudas que acarreaba Miguel Grau no encontró mejor solución que vender sus tierras en Cotelles a Vicente Colomer Bellvis el 2 de septiembre de 1723 por un valor de 100 libras, de las que 40 fueron para su sobrino; pero las otras 60 restantes fueron para Antonio Ripoll de Valencia por el pago de una finca plantada de viñas, que había adquirido con anterioridad.
Las aguas de la font de Grau regaban la zona de Cotelles y la zona nordeste de la ciudad por medio de una acequia que discurría paralela al río Coscó (por su lado derecho mirando hacia el Sur) hasta llegar a la finca La Granja por donde entraba en el casco urbano a través de la travesía de la Granja, dejando sus aguas en una balsa situada delante del convent de la Mare de Déu de l’Orito. Desde esta balsa se distribuía a las huertas de los alrededores del pueblo.
En el Catastro de Rústica y Pecuaria de 1919 la parcela sobre la que en 1935 se edificaría el lavadero aparece como propiedad de Antonio Carbonell Candela, aunque aparece tachado por una raya roja y sobrescrito en la línea inferior del mismo color se halla el nombre de Francisco Miralles García. En este mismo documento la parcela de las dos balsas anexas al lavadero eran propiedad de Francisca Sodar Blanes.
2.-El alcavor de la font de Grau
Las aguas de la fuente de Grau proceden de una mina o alcavor situado unos metros más arriba del lavadero actual. La mina y el lavadero estaban comunicados por una senda que corría paralela al barranco.
La mina está formada por un tubo de unos 6 m. de profundidad, de una altura de 135 cm. y de una anchura de 59 cm. Las paredes laterales están construidas en mampostería y son verticales y la pared superior se cubre con dos piedras en forma de tejado de doble vertiente (V invertida). En el piso existe un canalillo para conducir las aguas al exterior. Estas minas se construyen para alcanzar las vetas de las aguas subterráneas y poseen una pequeña pendiente hacia el exterior para facilitar la extracción del agua por efecto de la gravedad. Tras salir el agua era canalizada por una acequia que la transportaba a una balsa y, cuando se construyó el lavadero, a este.
3.-La construcción del lavadero de la font de Grau en 1935.
La estructura actual del lavadero es de marzo de 1935. El 18 de enero de 1935 el alcalde expuso al pleno de la Corporación que: “eran de todos sabidas las inmensas dificultades y los muchos padecimientos que sufren las mujeres de esta población por la falta de lavaderos, falta que no puede remediarse por carecer de aguas el Municipio; por lo que puesto de inmemorial se aprovecha para dicho servicio la fuente denominada de Grau y se tiene noticias de que los interesados en la misma tienen propósito de arreglarla (….) “ . El Ayuntamiento acordó acometer estas obras, que pretendían realizar los propios regantes, y contribuir con una generosa subvención al costo de las mismas, aunque en ningún momento la realización de esta empresa suponía la pérdida de derechos de los regantes de la fuente de Grau: “que se informe por el Arquitecto Municipal acerca del importe de la mencionada subvención que en ningún caso constituiría derecho alguno sobre la propiedad de la fuente a que se viene haciendo referencia, ni siquiera causa de servidumbre de ninguna clase, ni siquiera a lo que atañe al servicio de lavadero y reconociendo ser mera tolerancia cuya terminación sólo depende de los regantes que tiene derecho al agua procedente de la fuente de Grau”.
Las obras comenzaron a finales del mes de enero y finalizaron a mediados del mes de marzo. En ellas participaron un buen número de trabajadores procedentes del paro obrero, llegando a trabajar en una misma semana, pero en diferentes turnos y días, unos 40 hombres. Con ello se pretendió aliviar las penurias por las que pasaban muchos jijonencos sin ocupación.
A mediados del mes de marzo de 1935 se inauguró el lavadero público de la fuente de Grau con la presencia de las autoridades municipales. El proyecto era original del arquitecto municipal, José Iváñez Baldó. El lavadero fue bautizado con el nombre de Paco el teclo.
Este acontecimiento fue recogido en la prensa provincial al aparecer una pequeña crónica del acto el día 20 de marzo de 1935 en el periódico El Luchador. Una inscripción pintada por Álvaro Jordá nos recuerda este acontecimiento.
El periodista destacaba las comodidades que presentaba el nuevo lavadero y las mejoras sanitarias que suponía: “está dividido en compartimentos a fin que la ropa que pertenece a enfermos sea lavada en lugares aislados de los demás”. Debido a ello aún se conservan algunos carteles indicando la prohibición de lavar ropa de enfermo en el lugar donde entra el agua, señalando la zona para aclarar la ropa en la primera pila junto a la entrada del agua y la zona para lavar la ropa de color en la última pila.
4.-Descripción del lavadero de la Font de Grau.
Los restos aún visibles nos hablan de una estructura de forma rectangular con 5 pilas realizadas con piedra, pudiéndose lavar de pie en su lado derecho (según entramos por la escalera), mientras que en el lado izquierdo sólo se podía hacer en las tres primeras pilas.
La pared de la derecha, que da directo al río, posee un zócalo de mampostería y una especie de tres vanos, posibles ventanales, que se ha cubierto posteriormente con ladrillo, mientras que la izquierda aprovecha el desnivel del terreno para la construcción de un zócalo de mampostería, que servirá de sustento de los pilares sobre los que se apoya el tejado y, en su zona norte, de apoyo del camino que va hacia la zona de la mina.
La techumbre es de fibrocemento a una vertiente y se apoya en diferentes vigas de madera que descargan su peso en unas vigas transversales apoyadas en tres pilares.
El acceso al lavadero desde Xixona se realizaba por la calle San Francisco, antiguo camino que llevaba a la ermita de San Antonio, al llegar al cauce del río Coscó se seguía por él hacia el norte unos 800 m y se alcanzaban las escaleras. Las escaleras de acceso fueron destruidas por la riada del 4 de noviembre de 1987.
Adjunto al lavadero existen dos balsas, que son anteriores a su construcción, y que servían para distribuir el agua entre los regantes.
El lavadero estuvo en funcionamiento hasta principios de la década de 1980.