ANTONIO GASCÓ, CRONISTA OFICIAL DE CASTELLÓ
Narra el agustino fray José de Rocafort en su Libro de cosas notables, concluido en 1829, las solemnes fiestas con que Castelló festejó la proclamación del rey Carlos IV, que duraron nada menos que una semana. El día 5 de julio de 1789, se trajo a la villa la imagen de la Mare de Déu del Lledó, como evidencia de especial solemnidad. No estamos hoy lejos de esa celebración. Además de la cabalgata de proclamación, en la que participaron bandas de ministriles, soldados a pie y a caballo del Regimiento del Rey acuartelado en la ciudad y la corporación municipal bajo mazas, se corrieron toros, se ofrecieron conciertos por la banda del regimiento de suizos de Betschart, contratada por los comerciantes de la villa, se hicieron bailes, pruebas de habilidad y hasta una naumaquia (espectáculo nada usual por estos lares) en la plaza Mayor, escenificando el robo de la custodia de Torreblanca por los berberiscos y su recuperación por las fuerzas valencianas, para la que se construyó un baluarte al mejor estilo de las fiestas alcoyanas.
Procesión
Pero sin duda el acto más solemne fue el de la procesión que siguió al solemne te deum cantado. En ella participaron, además de todas las comunidades religiosas de la villa, con las imágenes de devoción popular, los colombaires soltando palomos y todos los gremios, con carros triunfales aderezados por ellos mismos, muchos de los cuales eran auténticas escenografías de arquitectura barroca de sugerente y simbólica iconografía, relacionada con la proclamación.