PEDRO PICAPIEDRA

ANTONIO GASCÓ, CRONISTA OFICIAL DE CASTELLÓ

Sin duda, el hombre del Paleolítico Inferior, conocido como Homo Erectus, debió pasearse por el término de Castelló, aunque no se han hallado en él restos arqueológicos que nos documenten su presencia. Los yacimientos oropesinos de Cau d’en Borràs y Villa Gallén, en los que sí han aparecido vestigios de utillaje y de fauna de la época, nos permiten deducir que la Plana anduvo poblada por estos tipos humanos presapiens, de hace 400.000 años, no demasiado atractivos respecto del patrón de nuestros días, aunque ya con una espina dorsal bastante erguida. El suelo del pinar del Grau y el área del Serradal eran una antigua restinga litoral que cerraba la amplia albufera del Quadro. El terreno presentaba una fauna que no dejaba de ser peligrosa, con panteras, linces, gatos monteses, jabalís, toros y ciervos. En cuanto a la flora, eran frecuentes los pinos, encinas, olmos, castaños y alisos.

El pintor y escultor castellonense Juan Bautista Porcar halló, casualmente, una pieza talla del periodo Musteriense en las estribaciones del Desert de les Palmes, hace un siglo. Se trata de un único documento, no encontrado en una excavación en regla y que, por tanto, escasa luz ofrece sobre las formas de vida de los neandertales, que fueron los especímenes humanos que debieron tallar este sílex. Estos especímenes eran robustos, caminaban erguidos, dominaban ya un modo de habla y enterraban a sus muertos, lo que evidencia que además de ser los inventores del gorigori, poseían un cierto sistema de creencias.

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