Murgui, siempre al pie del cañón. FOTO EPDA
JOSÉ SALVADOR MURGUI, CRONISTA OFICIAL DE CASINOS
Hace muy pocos días una noticia nos sobrecogió a todos, el titular era alarmante: “Violan, asesinan y torturan a una niña de siete años” realmente es como el titulo de una tragedia. Aunque si seguimos hurgando en los protagonistas del acto, nos aparecen diferentes personajes que asumen el protagonismo del hecho en si. No es un hecho casual, si que puede considerarse causal y causado por alguien, o algo que en ocasiones es frecuente y que se suele ocultar porque nos daña los sentimientos.
¿Que hay detrás de este hecho? posiblemente el consumo de estupefacientes en exceso, la violencia que engendra la sin razón de las personas, o la infelicidad de un mundo que nos persigue a una velocidad que es imposible abarcar. Luego vienen los minutos de silencio, las condenas, la rabia, las detenciones y las disculpas. ¡Que horror! y ahora viene la pregunta que azota mi mente ¿a esta niña quien le devuelve la vida? ¿Sus padres encontrarán la paz en algún momento de la vida que les queda por vivir con la ausencia de su hija y la pena de su muerte?
¿Que no estamos haciendo bien? ¿Quien marca las buenas o malas direcciones por las que el mundo camina? ¿Alguien de nosotros se pone por un segundo en el corazón mancillado de esos padres a los que les han arrebatado a su hija? y lo más tremendo ¿es necesario que muera una niña de siete años, para satisfacer el placer de un humano que está bajo los efectos de cualquier sustancia? Estas preguntas en muchas ocasiones son respondidas por el más absoluto silencio.
Silenciamos y callamos, nos quejamos y reivindicamos, pero ya son muchas veces las que vemos en los medios de comunicación hechos que como el de la niña “se nos fue de las manos porque nos habíamos puesto hasta el culo.” Puede parecer divertido, macabro, insensato pero lo único que no parece sino que es, es pura realidad. Y pasa, ocurre aquí y allá, y siempre nos parece lejos de nuestro pueblo o de nuestra casa, pero la verdad es que cuando ocurre, no nos deja indiferentes, nos duele.
Diciembre mes de celebraciones… ¿cuantos muertos menores llevamos enterrados fruto del botellón? ¿A eso le llamamos divertirnos? Que bonito sería compartir la misma alegría brindando con las copas llenas de entusiasmo, de buenas ideas, de mejores principios, de diversión, y por que no, ¡hasta de paz! ¿Pero acabar tu vida con un botellón cuando apenas has comenzado a caminar tu solo? eso es triste, muy triste; pero lo más indolente a mi modo de ver son la reacciones, aunque la rabia y la impotencia te invade ante una muerte súbita, siempre rodea tu mente el camino que marca el futuro de la vida humana.
Tanto luchar por una sociedad digna, tanto reivindicar la sociedad y el estado del bienestar, tantas plataformas contra y para tantas cosas, tanto y tanto de todo… pero el freno no lo veo al desenfreno. Diciembre el mes de los buenos propósitos y de los mejores deseos, el mes de los brindis, y el mes que da paso al otro mes del volver a empezar, del año nuevo. Todos hemos sido jóvenes, yo mismo he cerrado infinidad de noches las fiestas en mi pueblo, se lo que es divertirme… pero no entiendo las muertes que vienen fruto de esas diversiones, no entiendo como no sabemos decir ¡basta! y sobre todo no entiendo actitudes que en nada favorecen la historia que marca las sendas del futuro de las nuevas generaciones.
Debemos hacernos mirar cada uno de nosotros lo que aportamos de positivo al futuro, y sobre todo debemos de ser constantes en regenerar una sociedad con posibilidades de abrir nuevas sendas al mundo. Indiscutiblemente hay gente joven muy preparada, hay gente joven con la cabeza muy bien amueblada, y gente con ganas de luchar y dar testimonio con su vida de que el mundo puede ser mejor, pero también cuando se pierden los papeles hay riesgo de que el rumbo de diluya en un horizonte que jamás queremos ni para nosotros ni para nadie.¡Brindemos con conocimiento y que las copas estén llenas de amor y de buenos deseos!
Fuente: http://www.elperiodicodeaqui.com