
ANTONIO LUIS GALIANO PÉREZ, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA
Quedaba atrás aquello de «año nuevo, vida nueva», y veíamos que en estos momentos no era igual para todo el mundo, acogiéndonos al engaño que han sufrido los jubilados que en su época laboral fueron mutualistas. Y debemos tal vez insistir sobre ello por el perjuicio que el fisco les está causando, en el derecho que tienen a que se les devuelvan en un solo pago, y no fraccionadas en cuatro años, las cantidades que durante décadas les fue incluida en la declaración de renta. Esta situación nos lleva a la memoria a otro refrán con el que podemos relacionarlo: «Año de nieves, año de bienes». Tal vez interpretando que, con ese fenómeno que se ocasiona al caer agua helada de las nubes en forma de cristales, y que al agruparse llegan a la tierra en forma de copos. Así, a dichos pensionistas, al igual que en una estación de esquí, el anuncio del pago de su pensión llegó como en un remonte, para después descender en caída libre hasta su punto de partida.
Son muchas películas en las que, a lo largo de los años, la nieve ha sido protagonista como en aquella española de 1960, interpretada por Concha Velasco y Tony Leblanc titulada Amor bajo cero. En la que este último se presenta en un campeonato internacional de esquí como si fuera un ficticio campeón, portando en su chándal un escudo con un león. Al preguntarle el organizador a qué correspondía dicho emblema, el esquiador farsante le responde que era del Club de Campeones del Esquí Africano, y lo del felino porque era de las nieves del Kilimanjaro. Montañas éstas en Tanzania formadas por tres volcanes inactivos que también dieron título a una película de 1952 protagonizada por Gregory Peck y Ava Gardner. Veinte años antes, nuestro paisano Pedro Terol protagonizó junto con Carmen Navascués Besos en la nieve, rodada en la estación de esquí de Guadarrama. Ello nos acerca al barítono oriolano, y de su mano vamos a situarnos hace un siglo, en enero de 1925, cuando contaba con dieciséis años y jugaba al fútbol como extremo derecha con los equipos locales del Orihuela Deportiva, Gimnástico FC y Orcelis FC, en el Campo de La Olma. En el primero de ellos aparecía como «Andredi». Precisamente, el día de Reyes se celebró en su beneficio un partido de fútbol entre el Orihuela Deportiva y una Selección del Gimnástico y el Orcelis, al haberse lesionado en un partido anterior.
En enero de 1925, el deporte de balompié en nuestra ciudad era una de las mayores distracciones y se celebraron varios encuentros. Entre ellos el Orihuela Deportiva se enfrentó al Athletic Club de Alicante el día primero de año, venciendo por cuatro a cero, marcando Octavio Bueno tres goles y su hermano Aníbal el cuarto. El día 4, empató con el Elche CF a cero. Sin embargo, de este equipo se decía en «El Pueblo de Orihuela» que «encuéntrase gravemente enfermo», por la indisciplina de los jugadores del primer equipo y por el poco interés de la directiva, lo que motivó que se hiciera cargo del club una nueva junta presidida por Amancio Meseguer y Marcelino Galiano, mi abuelo, como vicepresidente. Por otro lado, el Gimnástico FC cosechaba triunfos, como el 25 de enero que venció al Club Deportivo Español de Murcia, por dos a uno, siendo el primer gol oriolano marcado de un «enorme remate con la cabeza» por mi padre, Antonio Galiano Santiago.
Pero la vida social era también motivo de distracción en lugares como el Casino Orcelitano, cuya junta directiva había sido elegida el Día de los Inocentes del año anterior, presidida por Francisco Gutiérrez Escolano y de la que formaban parte, entre otros, Manuel Bonafós Amezúa, Manuel Gómez Pardo, Francisco Sánchez Ballesta, José María Tomás y Antonio Alonso Cifuentes. Culturalmente encontramos al Círculo de Bellas Artes que estaba presidido por el tenor Ignacio Genovés, teniendo como vicepresidente al médico Antonio García Mira, y los vocales Ascencio García Mercader y José Clavarana.
Como era tradicional, el sábado 17 de enero se celebró la romería de San Antón, acompañada por un día magnífico y una gran asistencia de público. Así mismo, el oficio de Señor de San Antón estuvo a cargo del arcediano de la Catedral, Carlos Esquer Mira. Se celebró misa cantada con orquesta en la que fue orador sagrado el beneficiado Francisco Cartagena Trives. Por otro lado, el cerdo le tocó en suerte a Ángel Guirao Sánchez del Camino de Cartagena, Senda de Molina. En esas mismas fechas, el citado periódico publicaba el Rebusco en tres partes «De la Fiesta de San Antón» del que era autor Julio López Maymón, deán de la Catedral de Cartagena en Murcia.
Era la época del cine, en las que las películas se presentaban por jornadas. Así, en el Salón Novedades, el jueves día primero del año, en quince episodios se proyectó Las Bestias del Paraíso interpretada por Willian Desmona y Ellien Sedgipick. Días después, el 13 se estrenaba la primera jornada de la «novela cinematográfica en ocho noches», interpretada por Wilian Desmond titulada Los peligros de Yakon. Y el día 25, se visionaba la primera jornada de La Ciudad de los espectros. Por su lado, el Teatro Circo, teniendo como empresario al señor Guixot, abría sus puertas a la zarzuela y otros espectáculos, como la Troupe Americana que se despedía el día 4, y al día siguiente debutaba la Compañía Internacional de Revistas dirigida por Manuel Sugrañes con Camaleón Spectacle. La víspera de San Antón se presentaba la Compañía de Zarzuela de Pedro Barreto con su primera tiple Dionisia Lahera con Doña Francisquita del maestro Guerrero.
La visita de personalidades era todo un acontecimiento en Orihuela, tal como sucedió con el general José López Pozas nacido en Filipinas y alumno del Colegio Santo Domingo, que vino a pasar revista a los cuarteles de la zona, y con el obispo de Jaca, Francisco Frutos Valiente. Los progresos de los oriolanos eran acogidos con satisfacción, como pasó con Justo García Soriano del Cuerpo de Archiveros y Bibliotecarios que triunfaba en un Concurso de la Academia de Bellas Artes. Así como con Joaquín Irles Pérez, que aprobaba los exámenes de cabo en la Guardia Civil, y con José García Goldáraz, que tras su oposición era nombrado como doctoral de la Catedral de Orihuela. Este eclesiástico con los años sería obispo de la Diócesis y arzobispo de la Metropolitana de Valladolid. Por otro lado, el que después fuera presidente del Consejo Nacional de Defensa José Miaja Menant, siendo teniente coronel, se incorporaba en Orihuela para hacerse cargo de la Caja de Reclutas.
No dejemos en el olvido el aspecto luctuoso, y podemos rememorar que aún se estaban recibiendo donativos para la lápida de Inocencio Carretero, que se colocó en el Cementerio en diciembre del año anterior, y el fallecimiento de Pedro Rocamora García el 19 de enero en Castellón, siendo obispo de Tortosa, en cuya Catedral fue enterrado. Este prelado, siendo canónigo penitenciario de la Catedral oriolana, fue consagrado como obispo, en 1893, en la Iglesia de Santo Domingo.
Así, transcurrió para los oriolanos aquel mes de enero de 1925. Y ahora, pasado ya un siglo, esperemos que el asunto de los jubilados con que iniciábamos esta «Riá» se vuelva a remontar como si estuvieran los pensionistas en una estación de esquí.
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