HENRI BOUCHÉ, CRONISTA OFICIAL DE BORRIOL
Hemos acabado la Pascua de Resurrección, con agua y temporal, pero realizada en bastantes poblaciones, prácticamente entre las nuestras, con la natural afluencia de devotos y emoción. Pese a la inclemencia atmosférica, un éxito.
Ahora, después de la Resurrección, la alegría de la Pascua y, también la gastronomía festiva, las monas, producto tan apreciado en nuestras tierras valencianas, atribuido su origen a los árabes, cultivadores moriscos que regalaban, bajo el nombre de munna, en la Pascua Florida, a los propietarios cristianos para los que trabajaban.
Desde entonces la costumbre de esta época sigue en pie en las tres provincias (en Alicante la llaman tonya).
Especial interés festivo tiene la fiesta de Sant Vicent Ferrer, concretamente en algunas poblaciones de la Comunitat como Borriol, la Vall d’Uixó y otras en las que la fecha constituye motivo de celebración. Borriol rememora, además, la llegada del santo un 14 de abril de 1410 al pueblo en donde se erigió en 1667 una ermita con la inscripción «sobre esta pedra predicà sant Vicent Ferrer i pvest», que todavía se conserva en la población.
Del santo se sabe que nació en València el 21 de enero de 1350, según el cómputo de la Natividad o el 24 de octubre de 1349 de acuerdo con el de la Encarnación y murió en Vannes (Francia) en 1419. Intervino en el Cisma de Occidente y en otros importantes acontecimientos, siempre pronunciando aquel lema tan conocido: Timete Deum et date illi honorem. Se distinguió, además, por su especial sermonario, por su reconocida taumaturgia y por la utilización de su lengua nativa valenciana.
Fue, asimismo, profesor de Lógica en Barcelona y Toulouse, tuvo una estrecha relación con el Papa Luna y, sobre todo, misionero itinerante con la idea fija en el Juicio Universal y la vida espiritual. Todavía hoy se representan en València sus célebres miracles, que recuerdan al predicador popular que fue Sant Vicent.