MIÉRCOLES DE CENIZA

HENRI BOUCHÉ, CRONISTA OFICIAL DE BORRIOL

Hoy comienza, con el Miércoles de Ceniza, el período y camino espiritual de penitencia, arrepentimiento y ayunos que marca la Cuaresma para el cristianismo con el fin de recordar los 40 días de retiro de Jesús en el desierto en oración y ayuno antes de iniciar su vida pública (recordemos que este año, por ser bisiesto, serán 41 días). Una antigua tradición hebrea con diversas prescripciones de no comer carne, especialmente de cerdo, ternera, cabrito y res, pero sí, en cambio, pescado, marisco, gallo, pavo y verduras.

El mismo miércoles, hoy, tiene lugar la ceremonia de la imposición de la ceniza a los fieles, producto de la incineración de las palmas del Domingo de Ramos como símbolo de la condición humana y de aquellas proféticas palabras: «Convertíos y creed en el Evangelio».

Conciencia de la nada

La ceniza simboliza la muerte, la conciencia de la nada, la vanidad de las cosas, la nulidad de las criaturas, el arrepentimiento y la penitencia. De ahí que, en sus orígenes, los judíos se cubrieran con ceniza cuando habían pecado o cuando se preparaban para una fiesta importante, musitando aquello de «recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás». Algo que, con demasiada frecuencia, olvidamos.

En alguna población de nuestra provincia este Miércoles Santo tenía lugar la llamada Solispassa, Salpassa o, más tardíamente, Dia de les maces. Borriol, Vilafranca y otras parroquias la celebraban como fiesta de niños, con raíces religiosas, quienes, provistos de mazos artesanales de madera, desfilaban por las calles, gritando y cantando. La orden era clara: golpear las puertas cerradas de las casas o bendecidas por el sacerdote al grito de «porta oberta, bona coberta; porta tancà, bona massà».

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