UN RÍO, EL MAR Y LA NOCHEVIEJA DE EMILIA PARDO BAZÁN EN LA LONJA

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, periodista y CRONISTA DE LA CIUDAD DE VALENCIA, publica ‘Crónicas de Valencia’, delicioso paseo por la evolución de la capital.

LAURA GARCÉS

Valencia es un río. Y es un mar. Valencia es sus calles. Y es su gente. Es la que es porque fue la que fue. Y será. Ha llegado el libro ‘Crónicas de Valencia’, obra de FRANCISCO PÉREZ PUCHE, para explicarlo, para regalar una crónica del asentamiento humano, urbano, cultural pues, que con los siglos ha crecido en las orillas del Turia donde nunca ha faltado una vida bulliciosa y creativa porque vivo ha estado y está. El río de la riada, uno y otra en las venas de la capital, «sustento y explicación de Valencia» a lo largo de dos milenios, abre el curso de la obra. El autor, liberado del yugo de la actualidad, pisa las calles de ayer ayudando así a comprender las de hoy.

La fina, elegante y profunda mirada de PÉREZ PUCHE, periodista y cronista de Valencia desde 2025, invita al paseo que traza sobre los vínculos que sumergen en ese territorio que el alcalde Trenor no era capaz de concebir sin su fiesta. Tras la riada de 1957 el mandatario preguntó a Martín Domínguez, entonces director de este periódico: «¿Usted cree que podíamos sostener la imagen de una Valencia triste?», recuerda ‘Crónicas de Valencia’. Y hubo Fallas que demostraron la capacidad de superación de los valencianos, que es en esencia lo que descubre este libro.

‘En el principio fue el río’, ‘Valencia al mar’, ‘Los hitos del progreso’, ‘La ciudad y sus calles’, ‘Ecos de sociedad’ y ‘Personajes de leyenda’ trazan el esqueleto de la crónica que acaba de salir de la imprenta repleta de respuestas a las preguntas de los valencianos deseosos de conocer el terreno que pisan. La última maderada por el Turia, el relato de los gancheros que hasta finales del siglo XIX cumplieron con la tarea de bajar los troncos que la ciudad necesitaba para avanzar, abre la travesía que conduce al lector hasta el mar porque son «el río y la huerta, el puerto y la playa» los cuatro elementos que explican Valencia.

Ya en los astilleros PÉREZ PUCHE cuenta cómo en 1910, el «músculo» de las navieras valencianas destapaba que el puerto «necesitaba modernizarse con urgencia». El lector descubre el valor de la crónica, la importancia de conocer el pasado para comprender el presente de un destino marítimo que sigue a vueltas con su crecimiento. Las páginas cuentan a quienes hoy decimos que somos la playa de Madrid, que ya en 1858 a Valencia se la llamaba puerto de la capital. Y desde allí, a la orilla del mar para contar encuentros en una playa vigilada por ‘La Moral’ bajo amenaza de multa de «hasta 2.000 pesetas» si el traje de baño desbordaba los límites del decoro al que, como recuerda Pérez Puche, el benidormí Pedro Zaragoza descosió las costuras para abrir paso al turismo con el que compartimos viaje hasta hoy.

‘Crónicas de Valencia’ sigue adelante, como la ciudad que cuenta, para relatar ‘Los hitos del progreso’, capítulo que PÉREZ PUCHE sintetiza con maestría: «La historia a veces se hace de la manera más inesperada, con gestos y gestas que están arraigados en la vida de la gente común». Exquisita entrada para acceder a la industrialización que empezó a tejerse con hilo de seda en Patraix y se subió al ferrocarril promovido por el Marqués de Campo para «en apenas siete años» conectar «con Xàtiva, Almansa y Madrid». Siete años, quién lo diría hoy. Mientras, grandes de la Medicina cuyos nombres ahora conducen por el callejero se citaron «para ver las primeras radiografías hechas en Valencia», y otros galenos «crearon y se aplicaron una vacuna contra la gripe». Detalles y más detalles que explican dónde y cuándo «comenzó a funcionar la primera emisora valenciana» para luego salir a las calles porque PÉREZ PUCHE sabe y dice que «en la calle está todo, no le deis más vueltas».

Los Jardines del Real en venta, calles sin nombre, los túneles de la ciudad. Aconteceres que ayudan a comprender el alma de los valencianos, gentes que «siempre han amado el lujo y la ostentación, los terciopelos y los grandes escotes». Por eso la crónica aborda ‘Ecos de sociedad’ que acercan al Jacobo Fitz-James Stuart duque de Liria y también de Jérica, a la foto del siglo, al Tintín más valenciano y al Hemingway que nació de la cámara de Canito. Y aquella Nochevieja que trajo a Emilia Pardo Bazán a la Lonja en una fiesta que reunió a Teodoro Llorente y a Blasco Ibáñez. Valencianos de renombre que junto al segorbino Julio Cervera, «para muchos padre de la radio», habitan la crónica humana que no huye de visitar la picardía del Bataclán.

Secretos al descubierto, anécdotas, respuestas, reflexiones de un autor, exdirector de LAS PROVINCIAS, que mira, vive y ama la ciudad. Un libro delicioso que parte de las crónicas publicadas por el propio Pérez Puche en este periodico y también en los blogs de su autoría, travesía de soportes que retrata el viaje de los tiempos, de esos tiempos que no se explican sin los que les precedieron. Tan bien los conoce PÉREZ PUCHE que puede acercarlos al ahora. Y eso es lo que hace con sabiduría de fondo y belleza en la forma. No se lo pierdan.

Fuente: https://www.lasprovincias.es