JULIO BADENES, CRONISTA OFICIAL DE EL PUIG DE SANTA MARÍA
¿Tiene algo que decir a los valencianos del siglo XXI el rey Jaime I y el patrimonio histórico-cultural de l’Horta Nord relacionado con él? La respuesta a esta pregunta es esencial para saber quiénes somos y poder decidir cómo queremos ser.
L’Horta Nord, como territorio y como comarca, no es una gran “cosa” inerte y sin vida, al modo de una gran piedra, sino que es una inmensa estructura patrimonial con una textura histórico-vital que necesita ser reconocida, respetada y alimentada continuamente.
Al contrario de lo que puede pensar la mayoría de sus habitantes, l’Horta Nord, más allá de los convencionalismos de delimitaciones comarcales, no es algo natural sino que es una creación humana, histórico-patrimonial, que nació con la cultura musulmana valenciana, la heredó la población venida a partir de la conquista de Jaime I y llega hasta el mismísimo siglo XXI. No se puede explicar la personalidad histórico-cultural actual,,de los pueblos que forman la comarca de l’Horta Nord ,sin contar con la trascendental figura de Jaime I.
Nuestra moral, religión, lengua, costumbres, fiestas, etc., actuales comarcales no han sido inventadas por nosotros de la noche a la mañana sino que son el fruto de una evolución histórica que tiene una gran parte de sus raíces en la Edad Media y en el rey Jaime I, el Conquistador.
Hay entre esta etapa histórica, de la conquista y fundación del reino de Valencia que celebramos el 9 d’ octubre, y la actualidad un lazo de unión ininterrumpido que nos ha convertido en lo que somos en el presente.
Fue en la reunión de Alcañiz, en 1233, al planificar la conquista de Valencia, cuando el noble Blasco de Alagó afirma que Valencia “és la millor terra i la més bella del món[…]. I no hi ha hui, sota Déu, un lloc tan delitós com és la ciutat de València i tot aquell regne” (Crónica de Jaime I, cap. 128). Y seguidamente Jaime I nombra, por primera vez, lo que hoy en día es la comarca de l’ Horta Nord, al describir la estrategia que seguirá en la conquista del Cap i Casal, diciendo que “hi anirem a un lloc que els cristians anomenen el Puig de la Cebolla ( El Puig de Santa María en la actualidad) i que està prop de València, a dues llegües. I amb les cavalcades que des d’ací farem fer a València i el que la devastarem quan hi anirem, en saber que hauran vingut a gran feblesa i a gran necessitat per fam, ens llançarem damunt d’ells abans que puguen collir els blats altra vegada, i els assetjarem, i, amb la voluntat de Déu, els prendrem” (Crónica, cap. 131).
Es decir, Jaime I sabe perfectamente que l’Horta Nord, sus alquerías o poblaciones musulmanes, con la huerta que habían creado a lo largo de varios siglos, alimentaba, gracias a su riqueza agrícola, a la ciudad de Valencia.
De modo que, controlando esta huerta desde el castillo de El Puig de Santa María, e imposibilitando la recogida de sus frutos, Valencia se rendiría por el hambre. Y el Conquistador conocerá la riqueza de l’Horta Nord, con sus propios ojos, al atacar en 1235 las torres de las alquerías musulmanas de Montcada i de Museros, situadas en el corazón de la huerta.
Entre la primavera y el verano de 1237 Jaime I, y su ejército, reconstruyen el castillo musulmán de El Puig de Santa María e instala en él su campamento militar, desde el que a lo largo de todo un año preparará la conquista de Valencia con la ayuda de su tío Bernat Guillem de Entença, como alcaide de la fortaleza pugenca (de El Puig).
Desde sus torres Jaime I divisó y admiró toda l’ Horta Nord. Justamente, el 9 de julio de 1237, estando en El Puig de Santa María (llamado de Enesa o Cebolla durante parte de la Edad Media) el rey comienza el Llibre del repartiment en el que vemos que va concediendo todas las poblaciones musulmanas de l’ Horta Nord (Puçol, Pobla de Farnals, etc.) a los nobles y pobladores que le acompañan y ayudan en la conquista de Valencia. Hecho que confirma el conocimiento que tenía el monarca de esta comarca.
Tras la conquista de Valencia, que celebramos el 9 de octubre, las poblaciones de l’Horta Nord, en su gran mayoría, tomarán un nuevo rumbo cultural, heredando parte de la cultura material de los musulmanes que crearon la huerta de l’Horta Nord (red hidráulica, poblaciones, parcelario, etc.) y poniendo en práctica la cultura cristiana que provenía de Aragón y Cataluña, principalmente.
Por todo ello, recuperar nuestra historia medieval y sus huellas materiales no es un entretenimiento particular sino una necesidad antropológica, ética y política sin la cual dejamos de ser valencianos. He ahí el verdadero fundamento de preocuparnos por la figura de Jaime I y de la recuperación del patrimonio histórico que ha generado a lo largo de la historia.