FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
Hoy, que se clausura el 69º Certamen Internacional de Habaneras y no es casualidad que ese número sicalíptico este muy ligado al este género musical. A mediados del siglo XIX surgen las primeras teorías sobre la igualdad de los géneros, para encontrar testimonios del ejercicio de la placentera postura del 69. De 1848 es una deliciosa litografía que representa a los protagonistas de la novela «Gamiani», de Alfred de Mussetla, en unión de contrarios, en una mezcla salvaje de erotismo y destrucción en pleno 69. Pero entonces la postura aún no tenía nombre. Es por aquellos años cuando nacen las canciones habaneras como temas sensuales muy difundidos por las compañías de zarzuelas por toda España, América Latina y Estados Unidos.
En sus primeros tiempos La habanera era un género bailable siendo preferida en las habitaciones de las «chinas cuarteleras», sirvientas de los soldados. Se bailaba con pareja abrazada y los cuerpos se rozaban tanto más o menos fuera la confianza que hubiera, convirtiendo los cuarteles en verdaderos sitios de lenocinio y a aquellas mujeres en rameras, sin olvidar que los «barrios chinos» han dado nombre a las zonas donde vivían y trabajaban las prostitutas, sirviendo para comprender el significado de la palabra «china» que aparece en la letra de la habanera «La Paloma»: «¡Hay chinita que sí!/ ¡hay chinita que dame tu amor!/ ¡hay! que vente conmigo chinita/ a donde vivo yo». En el último tercio del siglo XIX, era habitual en los días de pago de los soldados realizar en los «cuartos de chinas», bailes en los que participaban grupos cantando habaneras. Los militares y sus amigos se entretenían y jugueteaban con el chinaje.
En agosto de 1860 ya hay noticias de haberse ejecutado por primera vez una habanera en el teatro de Torrevieja por la Banda de Música Municipal, dirigida por Antonio López, fue la titulada «La toma de Tetuán», cuya partitura sustrajo distraídamente el director de la compañía de declamación de la ciudad de Cieza, Serafín Tomás Marín, teniendo que intervenir para su recuperación agentes de la Guardia Civil.
En la letra de una habanera anónima copiada del repertorio de la Sociedad Carnavalesca «La Africana», publicada en 1876, dice: «Domingo de Carnaval,/ me vestí de mascarita,/ y me fui con mi chinita/ en el Prado a pasear./ Vente conmigo chinita,/ vente conmigo a bailá,/ ¡ay! Los dos bailaremos el tango,/ a mi me gusta el bailá./ Arrímese un poquito,/ ¡arrímese usted por Dios!/ Ay por Dios, no se arrime usted tanto,/ que puede venir el señó./ Como está Panchita./ Como está llorá./ Como tan branca y enamolá».
Se difundieron en un principio por los lugares cercanos a los puertos, donde era numerosa la marinería y existían casas dedicadas al comercio del sexo, cantándose y bailándose entre vasos de alcohol y música de guitarras, acordeones y pianos de taberna y cafetín.
En 1887, en el teatro de Torrevieja se estrena una habanera con letra escrita por el vecino Juan Ortega García. Se representaba la zarzuelita «Toros de punta», revista pícara del toro, los toreros y sus amores. El público solicitó a la tiple la repetición de los fragmentos más obscenos, pero cansada de repetir siempre la misma letra, y conociendo la inventiva de Juan Ortega, le pidió que aplicara a la misma música algunos textos diferentes, a fin de encandilar al público. A tal efecto, para la representación de la noche siguiente, escribió Juan hasta seis cantares distintos uno de los cuales decía así: «Ay mamita las palomitas/ cuando van al palomar,/ unas pasan por delante/ y otras pasan por detrás./ Tengo yo un palomo/ que es muy arrogante,/ que sólo, que sólo,/ entra por delante./ Siendo noche,/ una doncella/ salió huyendo de su cuarto,/ y un fraile se iba tras ella./ Que te pillo, que te mato./ Ella vio el cuchillo y se desmayó,/ y entonces el pillo./ [CORO] ¡Que…!/ Que se lo metió».
En el último tercio del siglo XIX, el compositor oriolano José Rogel publica la partitura de la zarzuela «El último figurín», con letra de Ricardo Puente y Brañas: «Héme al fin en casa de mi mujer,/ tras la ausencia me abrasa sed de placer./ Y aunque el África veo lejos de mí / soy mas Europeo Carabalí./ ¡Por mi esposa de África volví, si ahora la pillara la comería así!:/ ¡ham! ¡ham! Ay que afán. ¡Ham! ¡Ham! ¡La comería así!».
Volviendo a la época actual, no cabe duda que el numeral del Certamen Internacional de Habaneras de este año reúne todas las expresiones que han dormido previamente en la antesala de la lengua, aunque fue en Francia donde se acuñó tan ilustrativa metáfora numérica, que debió de vivir previamente muchos años en el argot de los garitos, prostíbulos y «peep-shows» de Pigalle. Un buen día, la revolución sexual que se inició en los años sesenta se adueñó de la palabra y la extendió a todas las capas de la sociedad francesa. El entusiasmo iconoclasta de mayo del 68 hace de ella su bandera: «¡La imaginación al poder! Y otro buen día, la revolución sexual que se inició en los años sesenta se adueñó de la palabra y la extendió a todas las capas de la sociedad francesa. El entusiasmo iconoclasta de mayo del 68 hace de ella su bandera: ‘¡La imaginación al poder! ¡El 69 al poder!».
Al año siguiente, 1970, el dúo formado por Serge Gainsborough y Jane Birkin -fallecida el pasado 16 de julio-, se hacían famosos ya por su llamada canción erótica «Je t’aime moi non plus» -prohibida por aquellos años en España por el régimen franquista. De forma clandestina se bailaba la jadeante pieza musical en la discoteca «Sugar Sugar»-, proclamando al tiempo que cantaban: «¡69: año erótico!». Fue entonces cuando la expresión se extiende como la pólvora por todo el mundo y entra, como si hubiera existido siempre.
Una vez más los archiveros, bibliotecarios y cronistas del Vinalopó se han reunido en la finca restaurante La Esperanza de Petrer. El encuentro ha sido promovido por LA CRONISTA OFICIALDE PETRER, MARI CARMEN RICO NAVARRO, primera mujer que consigue la honorífica distinción de Hija Predilecta de Petrer a la que añade ahora el título de duquesa de Caprala.
A la cita han acudido Vicente Vázquez Hernández, Alicia Cerdá Romero y José Luis Pellín, archiveros y bibliotecarios de Sax, Monóvar y Novelda respectivamente, y los CRONISTAS OFICIALES DE LA CIUDAD DE ELDA Y LA VILLA DE PETRER, GABRIEL SEGURA HERRERO Y MARI CARMEN RICO NAVARRO.
La anfitriona les ha dirigido a sus invitados el siguiente mensaje antes de la emocionada despedida:
“Amig@s es una suerte teneros tan cerca y poder compartir tan buenos momentos con vosotr@s. Me encanta que sea, una vez más Caprala, uno de los más bellos parajes de Petrer, la que nos cobije para compartir asuntos de archivos y bibliotecas, también nuestras inquietudes profesionales y personales, nuestros sueños y anhelos y, en definitiva, sea siempre, este lugar idílico, el testigo y garante de nuestra firme y preciada amistad.
Quiero aprovechar estas líneas para desearos a tod@s los vecin@s de Petrer y amig@s de todos los lugares un buen verano, porque nos olvidéis que nos vemos a la vuelta.
BERNARDO GARRIGÓS SIRVENT, CRONISTA OFICIAL DE XIXONA
La calle Nicolás Verdú es una calle que se encuentra al sureste de nuestra población y en la actualidad tiene la función de conectar la zona del barranc de la Font con el llamado barrio de María Verdú.
El proceso para la formación de la calle Nicolás Verdú fue largo y laborioso, puesto que arranca en el siglo XVII con la construcción del convento de Santa Ana y no finalizará hasta 1910, cuando se le dé el nombre a la calle.
El 1 de noviembre de 1607 tres monjas del monasterio de la Santa Faz de Alicante y tres novicias de Xixona fundaron el Convento de Santa Ana. El edificio se encontraba a extramuros de la villa hacia el este y muy cercano al camino de Relleu.
El convento se organizaba alrededor de un patio de forma cuadrada, en cuyo centro había una fuente. Excepto la fachada de la entrada principal, que poseía dos alturas, el resto del edificio sólo tenía una planta.
La iglesia se encontraba en el ala sur del convento. Tenía planta rectangular con una nave central y 4 capillas laterales a cada lado. La nave central era más alta, que la zona donde estaban las capillas y se cubría con una bóveda de medio cañón. El crucero no era visible al exterior y se recubría con una especie de bóveda de crucería. El altar mayor se sitúa en la pared del sur. El tejado era a dos vertientes recubierto con tejas.
La fachada principal del convento miraba al oeste, pero seguía un eje norte-sur, que delimitaría el camino de Relleu.
Tras la desamortización de los bienes eclesiásticos realizada por el gobierno de Mendizábal en 1836 el edificio fue destinado por el Estado a hospital y a escuelas . Según Pascual Madoz el convento de monjas “se componía en 4 de julio de 1837, que fueron trasladadas a Concentaina, de 9 religiosas de coro y 2 legas”.
El hospital era una institución benéfica de origen medieval dedicada a la atención de los viajeros y transeúntes. En la edad moderna se hallaba en las proximidades del carrer Colomers, a los pies del castillo. El inmueble era más bien reducido y tenía anexa una ermita dedicada a San Ramón. Junto a él se edificó el matadero municipal. En abril de 1847 fueron derribados ambos edificios: “derruido juntamente con el antiguo Hospital, el matadero de esta ciudad por amenazar ruina ambos edificios”.
El Hospital fue trasladado al convento de Santa Ana, donde siguió realizando sus funciones hasta el 15 de enero de 1852, en que fue suprimido institucionalmente y sustituido por una nueva entidad, la Casa de Beneficencia. Esta organización continuó brindando sus servicios hasta 1865 cuando se decidió acondicionar el antiguo convento de Santa Ana como escuelas municipales, hasta la construcción del nuevo y flamante colegio Eloy Coloma al final de la Plaça a comienzos de la década de 1930.
Como hemos visto con anterioridad en abril de 1847 se derribó el antiguo matadero situado en las inmediaciones de la calle Colomers. El 10 de abril de ese mismo año el consistorio municipal aprobó la construcción de un nuevo matadero: “se puede edificar dicho matadero junto al exconvento de monjas extramuros de esta ciudad”. El lugar era perfecto, al lado del camino de Relleu, fuera del núcleo urbano y en una zona saludable: “se evitaría a la ciudad de los malos olores que este expediría si se edificase dentro de ella”.
Detrás de la casa matadero y del convento de Santa Ana hacía 1887 se construyó una plaza de toros: “También está en construcción en la misma plaza de las Monjas una buena Plaza de toros de propiedad de particulares”. La plaza tenía una forma completamente circular. Una descripción de la misma la hallamos en el libro Los Toros de la editorial Espasa Calpe, Madrid, 1945: “Es de un solo piso, con 1.600 asientos. Dan entrada al edificio dos puertas. Entre sus dependencias hay una pequeña caballeriza, un corral para el ganado bravo, otra corraleta pequeña, seis chiqueros, un cuarto de toreros que se habilita para enfermería y dos habitaciones pequeñas”.
Esta plaza brindó brillantes tardes de toros durante las dos primeras décadas del siglo XX, para desaparecer paulatinamente, aunque parte de su coso y de su graderío fue reutilizado como instalaciones industriales. Una pala excavadora puso fin a cualquier resto de dicho edificio el 17 de septiembre de 1999.
A continuación del matadero se construyeron dos casas más hacia el sur siguiendo la línea marcada por la fachada del convento de Santa Ana.
Esta calle que había nacido al amparo del antiguo convento de Santa Ana recibía el nombre de Plaza de las Monjas.
A principios del siglo XX Xixona había establecido las bases para que la modernidad se asentara definitivamente. La agricultura de secano, fundamentada en el cultivo del almendro, olivo, cereales y uva, está a punto de ceder el testigo a la moderna industria turronera como motor de la economía local. Este importante cambio estuvo acompañado por un incremento de los servicios sanitarios, educativos, asistenciales que a lo largo de las primeras décadas del siglo XX cambiarán la vida y el futuro de los jijonencos.
Un ejemplo clarificador es la instalación de la luz eléctrica. El consistorio municipal aprobó en su sesión plenaria del 28 de octubre de 1900 autorizar a Baldomero Aracil Carbonell, vecino de Alcoy, instalar el alumbrado público y la construcción de una fábrica de electricidad. La fábrica se edificaría a unos 50 m al norte del convento de Santa Ana, teniendo por límite este el camino de Relleu y por límite norte el barranco de la actual calle Terradets. El edificio tendría la misma orientación que la fachada principal del convento de Santa Ana, pero en una calle paralela.
El 16 de julio de 1901 el Ayuntamiento decidió nombrar a esta nueva calle que partía desde la fábrica de la luz, como de la Industria; sin embargo la calle paralela hacia el este, donde estaba el exconvento de Santa Ana, mantenía el nombre de Plaza de las Monjas.
A comienzos del siglo XX los empresarios turroneros estaban decididos a introducir la nueva maquinaria movida a vapor, ya que les permitía aumentar vertiginosamente su producción, para ello era imprescindibles la construcción de edificios dedicados a la producción del turrón (fábricas) por lo que el Ayuntamiento pensó en la necesidad de ofrecer suelo industrial para la instalación de estos nuevos edificios fabriles.
Así el 17 de marzo de 1907 se dieron los primeros pasos para urbanizar una amplia zona a espaldas de la calle El Vall y localizada entre el barranco que existía en la actual calle Terradets (al norte) y el barranc de la Font (al sur). Una zona en la que algunos industriales había establecido sus factorías siguiendo la línea marcada de oeste a este por el barranc de la Font.
En primer lugar se diseñó la trama viaria que consistía en prolongar hacia el sur las calles de la Industria (actual calle Alicante) formada por la fábrica de la luz y la casa de José Mira Miralles y la Plaza de las Monjas (actuales Plaza de las Monjas y Nicolás Verdú) que estaba constituida por los edificios de las Escuelas Nacionales y las viviendas de Antonio García López, Esteban Filliol Verdú y Joaquín Cremades Sirvent y la creación de una nueva vía que comunicará la calle del Vall, desde la casa de doña Leocricia García Miralles, con estas dos, en las cercanías del barranc de la Font (la actual Torre de les Maçanes). La construcción de esta última calle “tendrá lugar por medio de un pasage o pórtico en la mencionada casa que da salida al huerto de la misma, cuyo pórtico se sitúe en la parte baja de dicha casa, y alcance hasta el primer piso”.
En segundo lugar se declaró de utilidad pública la ocupación de los terrenos y se designó una comisión formada por: “los peritos prácticos Francisco Verdú Monerris y Francisco Bernabeu Monerris y a los maestros albañiles Don José Coloma Méndez y don Francisco Cortés García para la valoración pericial de los indicados terrenos y parte de casa”.
En tercer lugar se autorizó al alcalde para que, una vez valorado el precio de los terrenos a expropiar, entablase las negociaciones necesarias con los propietarios.
Poco a poco todas estas gestiones fueron fructificando y en el pleno municipal del 25 de agosto de 1907 se informó que se había llegado a un acuerdo con los propietarios de los terrenos.
A José Mira Miralles se le expropiaba un terreno situado en las inmediaciones del callejón y Plaza de las Monjas, junto a su casa de una extensión de 16,75 m de largo por 3 m de ancho, que abarca una superficie de 50 m2, y cuyo valor eran de 500 pesetas.
A Leocricia García Miralles se le expropia por una parte, para constituir el viario que en la actualidad es la calle Torre de les Maçanes, un espacio de 88 m de largo por 7 de ancho, y por otra una porción de huerto de 13 m de largo por 3,16 m de ancho para facilitar la prolongación hacia el sur de las calles de la Industria y Plaza de las Monjas. Estas dos porciones de huerto suponen una superficie de 657m2. El Ayuntamiento abonó por ellas un total de 5.913 pesetas a razón de 9 pesetas el metro cuadrado.
Leocricia García también iba a recibir unas 6.522 ptas. en compensación por la apertura del pórtico en su fachada para unir la calle del Vall con la de nueva construcción y porque el Ayuntamiento tenia “el derecho de paso, uso y aprovechamiento público del mencionado pasaje”.
Debido al montante económico de toda la operación se decidió que José Mira Miralles recibiría la totalidad de las cantidades adeudadas en el mismo momento de la firma de la escritura, mientras que a Leocricia García se le iban a pagar en cinco plazos anuales, a razón de 2.487 pesetas en cada uno, pagándole el primer plazo en 1908. Leocricia también iba a cobrar un 5% anual en concepto de intereses de demora, mientras no se sufragase la totalidad de la deuda.
Estas cuestiones fueron puestas a votación por el señor alcalde, siendo aprobadas por unanimidad.
Las obras de urbanización del viario público fueron realizándose a lo largo de 1907 y 1908 y en la sesión plenaria del 26 de abril de 1908 se dio el último paso la aprobación del pago “del importe de la tubería y gastos de colocación de la misma para la conducción de aguas potables desde la cañería general (…) al ensanche de la población realizado en las tierras de Doña Leocricia García”.
Existiendo agua potable, algunos jijonencos se animaron para construir en el nuevo ensanche de la población. Así el 3 de mayo de 1908 José Verdú Monerris solicitó permiso al consistorio municipal para construir un edificio de viviendas “en la Plaza de las Monjas con frontera a la misma y a la calle de la Industria” y se le permita “profundizar las obras hasta alcanzar en la planta baja el nivel que tiene la referida Plaza”.
Sólo faltaba un pequeño detalle, designar estas nuevas calles. Hubo que pasar casi dos años hasta que el 25 de diciembre de 1910 el Ayuntamiento en pleno aprobara “designar con el nombre de Reina Victoria la calle abierta en el huerto que era de doña Leocricia Garcia Miralles, adquirido al efecto por el Municipio; y con el Don Nicolás Verdú, la que una a dicha calle con la Plaza denominada de las Monjas”.
Desafortunadamente desconocemos de quien partió la propuesta de denominar a esta calle con el nombre del insigne maestro Nicolás Verdú, aunque si que parece claro el motivo de tal distinción, puesto que dedicó toda su vida profesional a la docencia en la ciudad de Xixona que le acogió en 1844 y que le despidió con profundo pesar tras su fallecimiento en 1879. Honda debió ser la huella que dejó entre los jijonencos este maestro pues pasaron más de 30 años hasta que se le otorgó tal distinción.
El nombre de esta calle consiguió sobrevivir a los avatares de la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República, la Guerra Civil y el Franquismo y alcanzar la Democracia, permaneciendo en el callejero de la ciudad del turrón, para orgullo de Muchamiel y Xixona.
AURELIANO J. LAIRÓN PLA, CRONISTA OFICIAL DE ALZIRA
“Alzira, ayer y hoy” es una colección de crónicas publicadas en su día en el periódico “Las Provincias” en las que Aureliano J. Lairón Pla, cronista oficial de la ciudad de Alzira y archivero municipal nos acerca a la gente, raíces, historia y costumbrismo de nuestro pueblo.
Si Lairón no hubiera tenido la inquietud y preocupación por recuperar ciertas historias y tradiciones, muchas de estas hubieran desaparecido poco a poco con la tradición oral.
Como bien dijo en su día la artista Elena Negueroles, “Leer, y en este caso escuchar, a Aureliano Lairón es lo más parecido a una larga y agradable sobremesa conversando con un amigo”.
Periódicamente, en el diario digital El Seis Doble, el propio autor irá desgranando esta Alzira de ayer y hoy.
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Aun a pesar de lo que el gran público pueda creer, el trabajo del arqueólogo ni es tan temerario ni arriesgado como se pueda inferir de las producciones cinematográficas. Eso sí, apasionante y emocionante lo es un rato largo, pues pocos arqueólogos deben de haber a los que no les apasione su profesión; aunque en ocasiones también el trabajo pueda llegar a ser tedioso…
Pero, afortunadamente, en ocasiones la diosa Fortuna acude en nuestro auxilio y te permite realizar ese pequeño-gran descubrimiento, poniendo a la luz restos ocultos cientos de año o pocas décadas, pero cuya memoria se había perdido. Es el caso del recién “descubierto” refugio antiaéreo en la antigua Fábrica de Tabacos de Alicante.
Descubierto el pasado 29 de junio, tras varias décadas oculto y que ha salido a la luz gracia a las obras de rehabilitación del edificio de la antigua Casa de la Misericordia de Alicante, llevadas a cabo por el Ayuntamiento de Alicante – Ajuntament d’Alacant. Impresionante edificio de mediados del siglo XVIII construido por don Juan Elías Gómez de Teran, obispo de Orihuela Obispado de Orihuela – Alicante para albergar tanto la casa de Misericordia como el palacio episcopal en Alicante.
Vuelve la Volta Peu a Estivella. Tras el parón impuesto por la pandemia, el municipio del Camp de Morvedre celebrará, el sabado 29 de julio, su 36ª edición. Se presenta con un equipo renovado que continua el trabajo realizado por la asociación cultural “Arrels”, creadora de este evento deportivo.
El Centre Cultural del municipio acogió la presentación de esta nueva edición. Entre las novedades, cabe destacar la parte solidaria de la carrera, ya que colabora junto al proyecto 1km1vida de la Fundación Vicente Ferrer. De este modo, al acto estuvo presente el delegado de la ONG en la Comunitat Valenciana. A estos cambios, también se suma la modifiación del circuito.
Repercusión
Durante el acto de presentación se rindió un homenaje a la asociación Arrels por el trabajo realizado estos años y por haber creado esta prueba que “tiene tanta repercusión en la comarca”, según indicó, LLUÍS MESA, CRONISTA OFICIAL DE ESTIVELLA.
ALFONSO ROVIRA, CRONISTA OFICIAL GRÁFICO DE ALZIRA
Hoy, 23 de julio, festividad de San Bernardo, María y Gracia, Patronos de Carlet y Alzira, se cumplen 26 años, en el que firma estas líneas, dió comienzo en este señalado día, depositar una corona de laurel, en la “Pileta del martiri”, donde martirizaron a San Bernardo y sus hermanas, el 20 de agosto de 1180.
Ramón Ripoll, en este dia, calladamente, al amanecer, se desplazaba a la partida de Sant Bernat, donde en la “Pileta”, que mandó reconstruir el entonces presidente de la Archicofradía patronal, Manuel Montagud, se levantó un pequeño monumento donde se perpetúa el recuerdo del martirio, que señalamos más arriba. Muy pocos sabían esta sencilla ofrenda.
El 23 de julio de 1996, Ramón me convidó a participar en este acto. Fue la última vez que Ramón depositaba la corona al pié de la hornacina, en cuyo interior figuran las imágenes de los patronos en unos azulejos. Allí mismo prometí a Ramón, que en mi tendría la continuación de depositar la corona de laurel, como ocurrió en 1997, en que nuestro amigo no pudo compañarme, por estar en precaria situación de salud.
Ramón Ripoll, nació en esta bendita tierra, el 14 de enero de 1928. En su dilatada vida tuvo muchas aficiones, distinguiéndose en la música y la pintura. Formó parte de la Rondalla Santa Cecilia. En el arte pictórico, comenzó con el conocido pintor Pepe Goig del Poyo, integrándose en el colectivo de Arte.
Ingresó en la pontificia archicofradía de los Santos Patronos, en el tiempo que la presidía Bernardo Mazo, continuando con José Palacios y después, con Antonio Momparler.
Ramón fallecía el 5 de noviembre de 1997, en la ciudad que le vió nacer, teniendo el privilegio de ver y conocer de cerca a nuestros santos Bernardo, María y Gracia.
Hoy, a las nueve de la mañana, ofreceremos a los Santos Patronos, una vez más, una corona de laurel, con tres rosas rojas, color del martirio.
ANTONIO LUIS GALIANO PÉREZ, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA
Entre las costumbres oriolanas se encuentran algunos dichos y refranes en los que se hace referencia al santoral, siendo el más prolífico San Antón. De ellos, el que más me hace gracia es aquel que dice: «San Antón, saca las viejas del rincón». De igual manera que hay otros en los que intervienen incluso Cristo, como aquel al que se añade «ande perdió el porrón», aludiendo a algo muy lejano. Hay otros en los que se nombran a San Silvestre, San Andrés, San Blas, San Nicolás, Santa Águeda o San Juan, por aquello que en ese día se segaba, mientras que por Santa Justa se trillaba. Pero, en alusión a esta alfarera sevillana y a su compañera mártir Rufina, recuerdo que de niños decíamos: «Santa Justa y Rufina eran dos hermanas, la una vendía tramusos y la otra avellanas».
Pues bien, a ellas, patronas de la ciudad de Orihuela, vamos a dedicar este artículo, en el octogésimo segundo aniversario de la bendición de sus imágenes en Orihuela, aquel 16 de julio de 1941. Y, por extensión al cura José Luis Satorre, Hijo Adoptivo de la Ciudad de Orihuela y Síndico Portador de la Gloriosa Enseña del Oriol, que durante veinticuatro años las ha cuidado y mimado, siendo 2023 el último, tras haber sido nombrado como párroco de su parroquia Jesús Ortuño Rodríguez el 23 de mayo del corriente, el cual tomará posesión de la misma en la segunda quincena del mes de septiembre. Nos preguntábamos que pasaría con ese primer «cura de andamio, a pie de obra». Pues bien, el 30 de mayo se anunciaba que pasaba a quedar adscrito a la Catedral. Creo que con ello se le jubilaba de sus obligaciones. Al tener noticia de esto, siguiendo la moda actual del whatsapp le dije: «Yo no me creo que te jubiles. Creo que te conozco y seguirás trabajando por los demás». A lo que me respondió: «Así es, quedando un café más pendiente».
Precisamente, allá por los primeros días del mes de diciembre del año pasado, le preguntaba por las imágenes de las Santas Justa y Rufina, de las que nunca he llegado a identificar cuál era una u otra, y de dónde procedían. Me refirió que las trajeron de Madrid.
A partir de aquí, aportaremos algunos datos que tenemos sobre dichas imágenes. Para ello, situémonos en el 17 de abril de 1941, en cuya sesión del Ayuntamiento se acordó que de la suscripción popular por iniciativa de la Alcaldía para la reconstrucción de templos, habían sobrado 16.514,35 pesetas y que se destinaran diez mil para un monumento a los caídos y el resto (6.514,35 pesetas) que se invirtiera en la adquisición de unas nuevas imágenes de las patronas, ya que durante la Guerra Civil habían sido destruidas.
El día 16 de julio de dicho año, se celebró una sesión extraordinaria presidida por el alcalde Mariano Belda Garriga con objeto de donar y efectuar la entrega de las imágenes por parte del Ayuntamiento a la parroquia de las Santas Justa y Rufina. Antes de constituirse la corporación en sesión a la que asistieron Francisco Montero Martínez, José Sánchez Tomé, José Belda Sevilla, Andrés Javaloy Lizón, Eduardo Almunia y Roca de Togores, José Balaguer Balaguer, Mariano Bregante Rabaza y Andrés Lacárcel Galindo; se invitó al vicario general de la Diócesis, Luis Almarcha Hernández, para que bendijera las imágenes, estando asistido por el canónigo Joaquín Espinosa Cayuelas y el presbítero Antonio Roda López.
Así como para que asistieran a la procesión las autoridades civiles, militares y religiosas, el gestor provincial y las jerarquías del Movimiento. A las nueve de la noche, el alcalde abría la sesión, dando cuenta de la donación que se iba a efectuar, pidiendo que se expidiesen certificados del acta de la sesión para hacerlas llegar a dicho vicario general y al párroco. Por otro lado, se determinó que la corporación municipal asistiría a la procesión del traslado de las imágenes desde la casa consistorial a la Catedral, siguiendo el recorrido: plaza del Generalísimo (plaza Nueva), calle San Pascual, Calderón de la Barca, Arzobispo Loazes, Alfonso XIII, plaza de la Soledad, calle Mayor y Catedral. Durante el trayecto la procesión fue presenciada por una gran multitud, que «encomiaban las dos simpáticas figuras de las Santas, teniendo el artista gran acierto al hacerlas». Artista cuyo nombre no he logrado saber.
En la Catedral quedaron las imágenes depositadas hasta el día siguiente, en que tras dirigirse la corporación municipal con la Gloriosa Enseña del Oriol, se organizó la procesión para trasladarlas a su Iglesia y celebrar la Misa de la Reconquista, en la que predicó el sermón de «El Pájaro», Gabriel Hostalet, párroco de San Miguel de Salinas, que recibió como estipendio 200 pesetas. En la ceremonia intervino un coro y orquesta dirigidos por Juan Pedro Muñoz, cuyo importe fue de la misma cantidad.
Las imágenes se entronizaron en el altar mayor, para lo que fue necesario arreglarlo con un coste de 165 pesetas. Además, se alquilaron cuatro trajes de heraldo, por 41 pesetas. No faltó la dulzaina en la diana (20 pesetas) ni el refresco para el que Pedro Reymundo suministró 60 bizcochos rellenos que importaron 123 pesetas. En los actos de ese día estuvo presente la banda de música, cuyo importe fue de 1.400 pesetas. En la Imprenta de la Beneficencia se imprimieron 500 programas de la Fiesta de la Reconquista, que importaron 65 pesetas.
En la sesión de 4 de septiembre, se daba lectura a un oficio del párroco de la Iglesia Parroquial de las Santas Justa y Rufina, agradeciendo la donación hecha de las imágenes de las Santas.
Estamos a siete días de cumplirse ochenta y dos años desde entonces. Así que, feliz cumpleaños a las imágenes de nuestras patronas y mis mejores deseos al cura Satorre en su nueva etapa, que no estará exenta de servicio a los demás.
El Ayuntamiento de Losa del Obispo ha puesto a disposición ciudadana el reglamento regulador de la figura de cronista oficial en el municipio, para que los ciudadanos, organizaciones y asociaciones hagan llegar sus opiniones al consistorio sobre el borrador, hasta el 29 de julio de 2021. Con este trámite, se pretende designar a un ciudadano para este cargo vitalicio, muy arraigado en la historia de los pueblos valencianos. Este es designado por sus méritos especiales, arraigo en el municipio, investigación sobre la historia, costumbres y tradiciones, contraídos a lo largo de una vida profesional y de servicios. El cargo no tiene retribución, pero supone un importante pilar para la recuperación y conservación de la historia de Losa del Obispo.
Los requisitos del cargo
El cronista deberá poseer, al menos, un título académico universitario o equivalente; así como acreditar en su currículum publicaciones e investigaciones relacionadas con la historia y la cultura de Losa del Obispo. La condición de Cronista Oficial de Losa del Obispo no podrá recaer en más de dos personas simultáneamente, aunque la corporación podrá, por acuerdo plenario, incrementar el número de cronistas con determinados requisitos.
El procedimiento para el nombramiento de Cronista Oficial de Losa del Obispo se iniciará por resolución de la alcaldía-presidencia, ya sea de oficio o a propuesta de cualquier persona, entidad o asociación. Aunque se supone que el título es vitalicio, el Cronista Oficial podrá cesar por decisión propia o, en caso de incumplimiento de sus obligaciones, por acuerdo del Pleno del Ayuntamiento
Las tareas que tendrá que realizar será la emisión de opiniones en temas relacionados con la historia del municipio, o aquellos que el consistorio estime oportunos, así como publicar periódicamente sus investigaciones, en publicaciones locales o de mayor difusión como periódicos o revistas.
Exoficial del ayuntamiento y exsecretario del juzgado de paz de Massalavés, así como exsecretario de la junta local de riegos.
Miembro oficial de la real academia de cultura valenciana, a su vez que CRONISTA OFICIAL DE LA VILLA DE MASSALAVÉS y excorresponsal del periódico levante el mercantil valenciano.
Las exequias se celebrarán hoy, viernes 21 de julio, a las 18.30 horas,
en la parroquia San Miguel Arcángel y Santa María Magdalena de Massalavés
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