Entrevista a FRANCISCO CARDELLS (CRONISTA OFICIAL DE MELIANA)
MARÍA JOSÉ CARCHANO
FRANCISCO CARDELLS es profesor de la Universidad Católica de Valencia y director de un Congreso Internacional sobre Historia Comarcal que se ha inaugurado este miércoles y que pone sobre la mesa «qué importancia tiene la indumentaria, cuáles son sus orígenes, por qué el ser humano viste como lo hace, dependiendo de diferencias culturales, de sexo o de origen social, pero también según donde viva».
Es un concepto muy amplio, porque la ropa significa muchas cosas.
Sí. Hay que preguntarse que cuando una persona se viste, por qué se viste de una forma y no de otra. Lo que está definiendo es la identidad personal, el estilo, pero al mismo tiempo yo no visto igual según la edad que tengo, luego hay una diferencia generacional, también social. También hay una distinción de carácter cultural, de civilización, o religiosa, o diferencias por sexo, e incluso según la profesión que yo desempeño, y me refiero a los uniformes. Y también podríamos ver la indumentaria desde el punto de vista de la transgresión, cuando alguien quiere romper el molde que está establecido.
Usted habla de hasta qué punto nos define cómo nos vestimos.
Nos define muchísimo, lo que pasa es que las personas, generalmente, no nos planteamos grandes cuestiones sobre la ropa que llevamos, y eso tiene que ver con un efecto rebaño, de homogeneidad… En la actualidad hablamos de la moda, pero antiguamente también había personas que influían en cómo uno se vestía, según su estatus, según su modelo social. No cuestionamos esto, sin embargo, sí nos vestimos de una manera muy particular, como los demás quieren. Tenemos que pensar que nuestra identidad está definida a través de ese ropaje que llevamos, y estamos diciendo quiénes somos nosotros a través de la ropa.
¿Es cierto que nos vestimos de forma distinta según donde vivamos?
En la actualidad hay diferencias en ese sentido, y por ejemplo, en la zona andaluza predominan los estampados, mientras aquí en Valencia la ropa es monocromática y los colores pastel, mediterráneos son protagonistas. En Valencia, además, se le da mucho valor a los complementos, a los zapatos, a los bolsos… Y si viajas al norte de España te darás cuenta de que los tonos son mucho más grisáceos. Si comparas diferentes zonas de Europa también vas a ver distinciones. Por ejemplo, si es un país de tendencia calvinista o protestante los colores son blancos, grises… Y no vas a encontrar, en Zurich, por decir una ciudad calvinista, hombres que vistan con tonos rosáceos, o verdes.
¿Por qué?
En cuanto llega la industrialización, el varón se convierte en una persona dedicada al trabajo, y para ello necesita una indumentaria mucho más funcional, menos ostentosa. Piensa en cómo iban en el siglo XVIII, hasta la Revolución Francesa, en la época de María Antonieta. La ropa se vuelve más austera y en antropología a este cambio se ha llamado la gran renuncia de los varones. Cuando yo era joven, si iba a una tienda de trajes podía elegir entre el gris marengo o el azul marino. Y si era de otra generación como mucho podía optar por el estampado Príncipe de Gales. No había nada más. Esto se va a mantener, y la mujer sin embargo no. Hay otras connotaciones, sexuales, religiosas, pero el varón va a ser austero. ¿Cuándo la mujer se viste de varón? Según algunas teorías, hay que viajar hasta la Primera Guerra Mundial. Cuando vuelven los hombres del frente se encuentran a sus mujeres vestidas con sus pantalones y con sus botas. Hay un cambio de mentalidad, porque la mujer se ha vestido de varón. ¿Cómo iban a hacer las tareas del campo con un miriñaque? Eso era imposible.
Y eso ha llegado hasta nuestros días.
Claro. Tanto que en la actualidad una mujer puede vestirse como un varón y no pasa nada, mientras que un hombre no puede vestirse como una mujer. Si lo hace le llamaremos otras cosas.
¿Por qué en Valencia esta pasión por los complementos?
En Valencia el ajuar ha tenido históricamente mucha importancia; la dote que la mujer aportaba al matrimonio eran joyas y ropa de hogar. Y todavía está presente en las fiestas tradicionales, con trajes muy femeninos y grandes complementos, mientras que en otros lugares, quizás también por una mayor pobreza, no podían ostentar de la misma manera. En la zona mediterránea, además, ha habido una explosión de colores, y esa alegría natural se va perdiendo conforme se avanza hacia el norte. Incluso dentro de la Comunitat Valenciana, si comparas las hogueras de San Juan con las gaiatas de Castellón, qué distinto es el colorido.
¿Está cambiando la forma de vestir en la actualidad?
Esto no es una línea continua. Por ejemplo, en el siglo XVIII no hay un dimorfismo sexual claro. Los nobles llevan peluca, se maquillan, calzan tacones… Hay momentos históricos donde la diferencia ha sido muy clara, y ahora no está tan clara. Pero para mí lo más interesante en el siglo XX en la moda es el desarrollo de la uniformidad, de los uniformes profesionales.
¿Qué significan?
El uniforme establece una distinción entre el tiempo de ocio y el laboral, con una renuncia al estilo propio en horario de trabajo. Por las modas hoy en día también estamos renunciando al ocio. ¿Por qué vas con una sudadera gris y no a cuadros verdes y rojos? Lo deberíamos pensar es que nos influye a la forma de vestirnos ¿Depende de mí, de la cultura, de la religión, del sexo, de la moda? No somos tan libres como pensamos.
¿Cómo ha afectado la pandemia, el confinamiento, la forma de vestir?
Hay tres vertientes, y la primera es que todas las empresas dedicadas al textil y la confección han tenido que actualizarse porque se han dado cuenta de que tienen que vender sin que la persona esté in situ. En segundo lugar, las personas han consumido menos ropa, y hay una pérdida del gusto, porque yo no me visto igual si estoy solo que si tengo invitados en casa. Necesitamos de la indumentaria como forma de expresión. Por ejemplo, si vamos al médico, como va con bata, te crees lo que te dice, mucho más que si fuera con vaqueros y vestido de cualquier manera. Y, en tercer lugar, las redes sociales nos han llevado a una expansión de la moda deportiva, donde tribus urbanas como los hipster se han quedado descabalgados. Vemos gente vestida con traje y zapatillas de deporte porque gracias a las redes sociales lo ha visto en países del norte de Europa o Estados Unidos. En Bélgica incluso se venden trajes de comunión con zapatillas de deporte. Eso va a llegar a España.
Fuente: https://www.lasprovincias.es