El Ayuntamiento de l’Alcora quiere ensalzar y poner en valor la emblemática procesión en honor al Santísimo Cristo del Calvario, acto central de las fiestas mayores de la localidad con más de tres siglos de antigüedad. Para ello, se ha marcado como objetivo la obtención de su declaración como Bien de Relevancia Local de la Comunitat Valenciana.
Como primer paso, la concejala de Cultura, Ana Huguet, solicitó AL CRONISTA OFICIAL DE L’ALCORA, JOSÉ MANUEL PUCHOL, la confección de un informe-expediente que sirviera como base documental y fundamento de la petición.
PUCHOL aceptó el encargo y elaboró un completo y minucioso documento en el que recaba toda la información para constatar que la procesión alcorina cumple las características necesarias para conseguir este título honorífico en consideración a la antigüedad y la importancia de esta manifestación cultural y su especial imbricación en el acervo cultural del municipio.
Ayer se produjo otro importante avance en el proceso, el pleno del Ayuntamiento de l’Alcora aprobó por unanimidad solicitar dicha distinción a la Conselleria de Cultura.
Se trata, según ha destacado el alcalde, Samuel Falomir, de un paso “muy importante para proteger nuestra querida procesión, sin duda, una de las más históricas y multitudinarias de la provincia de Castellón”. El primer edil ha alabado “la implicación y el exhaustivo trabajo que desarrolla PUCHOL COMO CRONISTA para la protección y puesta en valor de nuestras arraigadas tradiciones”.
Una tradición de más de 300 años de antigüedad
JOSÉ MANUEL PUCHOL detalla en su informe que la procesión en honor al Santísimo Cristo del Calvario es una celebración alcorina de más de tres siglos de antigüedad.
La tradición cuenta que a finales del siglo XVII llegaron a l’Alcora dos peregrinos que vestían el hábito de San Roque. Atravesaron el portal que existía entre lo que fue el edificio de la Hermandad de Labradores y la casa de la familia Palomo (calle Molineros). Pidieron posada en la casa ubicada en el número 9 de la actual calle Costera de l’Advocat, donde vivían Cristóbal Gascó y Vicenta Paús.
Según el relato, aquel era un día “de perros” por la adversa meteorología. Al ver a los peregrinos tuvieron compasión y les ofrecieron comida y posada. Al día siguiente, Cristóbal y Vicenta se extrañaron porque sus huéspedes no salían de la habitación.
Les llamaron y no obtuvieron respuesta. Informaron a las autoridades que al acudir al aviso descubrieron que la estancia estaba cerrada por dentro. Forzaron la puerta y al acceder al interior se encontraron una cama sin utilizar y sobre una mesa, recostada sobre el muro, una talla de Cristo sobre una cruz de madera con un pergamino que rezaba: “Vengo a morar con vosotros”.
Las autoridades consideraron que la aparición merecía honores. Construyeron una ermita al pie de San Cristóbal y el último domingo de agosto de 1698 allí se llevó en procesión la imagen.
Fuente: https://actualitatvalenciana.com