Arxiu diari: 7 de gener de 2023

LA CABALGATA DE REYES

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA

La cabalgata de los Reyes Magos de este 2023 presenta novedades que bien puede llamarse históricas; porque el Ayuntamiento, este año, ha renunciado a la colaboración de empresas y entidades privadas y se presta a desarrollar la singular bienvenida a los Magos solo con sus propios medios. Es algo que no había ocurrido nunca. De modo que el consistorio comparece en el escenario solo ante el público y la crítica. Y por decirlo así, se la juega como un artista de circo arriesgado, ante miles y miles de espectadores críticos.

Hay que decir de entrada que el gran referente de la Cabalgata de Reyes está cerca, en la ciudad de Alcoi, que la celebró ya en 1866 y, después de algún año de interrupción por cuestiones de revolución y República, la viene celebrando de manera continuada, con el esplendor y la organización que todos conocemos desde 1885, el famoso año del cólera. Es la Cabalgata más antigua de España y la que sigue siendo un referente. Es un festejo que, si lo vemos con detalle, es privado, está organizado por entidades festeras aunque el Ayuntamiento, como es natural, presta total apoyo.

Primera cabalgata en 1905

Valencia, sin embargo, tardó bastante en decidirse. La primera Cabalgata de la que hay mención en los periódicos se produjo en 1905. La organizó el Círculo Taurino, una entidad privada de gran peso en aquellos tiempos, ya que reunía a cientos de socios amantes de los toros. Una sociedad civil en la que destacaba Alberto Escobar, un emprendedor, escritor taurino en los periódicos, que fue capaz de organizar un tinglado parecido de lejos al de Alcoi: los socios de la entidad que pagaran 50 céntimos, tendrían derecho a recibir en casa los regalos de Reyes que consignaran, de manos de unos Magos debidamente vestidos y organizados.

Ni que decir tiene que tiendas, bazares y jugueterías colaboraron enseguida; y que cientos de familias se abonaron a la idea. Así, en la noche del 5 de enero de 1905, Melchor, Gaspar y Baltasar salieron en comitiva de la plaza de toros y fueron a las casas previstas, con acompañamiento de pajes, heraldos, músicas y un carro adornado que transportó 3.000 juguetes. Los periódicos recibieron la idea con aplausos: la fiesta fue calificada como “simpática y popular”; pero fue considerada como una prueba de algo que tenía que ser espectáculo para toda la ciudad: “Organismos de nuestra ciudad hay que deben recoger este intento y darle mayor alcance”, se escribió aludiendo a un Ayuntamiento que no estaba para muchos gastos. Y donde los concejales republicanos no querían saber nada de los Reyes, ni aunque fueran los inocentes tres Reyes Magos.

Indumentaria cuestionable

La suerte se repitió en 1906. Pero Las Provincias le dio la puntilla cuando escribió que “los personajes de la comitiva andaban bastante mal de indumentaria, siendo los peor vestidos y caracterizados sus majestades”. Se acabó lo que se daba: el Círculo Taurino no compareció al año siguiente y el Ayuntamiento se limitó a adornar con plantas el teatro Pizarro, donde el doctor Moliner, un inquieto benefactor, repartió juguetes entre los niños pobres.

Esta actividad, de índole privada, es la que más abundó en las primeras décadas del siglo XX. Sociedad y entidades regalaban juguetes a los niños pobres. Y entre las iniciativas empezó a brillar, en 1914, la de los estudiantes del último curso de Medicina, que llevaron juguetes a los niños ingresados en el Hospital. Tres de los promotores se vistieron de Magos, los demás configuraron la comparsa; y con varias bandas de música recorrieron el camino entre las escuelas municipales de la calle de Colón hasta el Hospital, en Guillem de Castro. En este caso el Ayuntamiento ya colaboró algo más: puso una escuadra de guardias municipales a caballo delante del cortejo, que incluyó nueve automóviles, un camello, un dromedario y un enorme carro cargado de regalos.

La idea funcionó bien y al año siguiente, en 1915, la comitiva salió de la Facultad de Medicina, en Guillén de Castro y recorrió todas las salas de enfermos del Hospital para terminar en la sala de los niños. Eran tiempos de juguetes muy separados: las nenas recibieron “muñecas, combas, globos y toquillas” y los nenes “tambores, escopetas, barquitos, globos y bufandas”.

Una idea estudiantil que también desapareció

Los estudiantes de quinto de Medicina se graduaron, se pusieron a trabajar y no hubo continuidad. Aunque otras entidades, en los años duros de crisis durante la Guerra Mundial, se ocuparon de regalar juguetes a los niños más necesitados. Especialmente desde que la reina Victoria Eugenia salió fotografiada en las revistas ilustradas, en enero de 1915, repartiendo juguetes entre los niños pobres de Madrid.

Se extendió la costumbre y fueron muchos los centros benéficos donde los niños recibieron regalos: los orfanatos de la Misericordia y San Juan Bautista, la Beneficencia o los hijos de los presos en San Miguel de los Reyes, siempre encontraban alguna entidad o grupo privado que financiara las entregas de modestos juguetes.

Lo más parecido a lo que conocemos, en 1921

Fue hace 102 años, el 5 de enero de 1921. Ese día, Eduardo Gascó, Emilio Suay y Joaquín Payá representaron a Melchor, Gaspar y Baltasar y desfilaron por las calles de Valencia. Los tres eran miembros destacados del Círculo de Bellas Artes, una entidad, por desgracia desaparecida, que entonces era clave para organizar festejos durante la Feria de Julio y el Carnaval. Una entidad que entonces sustituía al Ayuntamiento y le estimulaba; una entidad privada que, gracias a sus socios, pintores, escultores, carroceros, decoradores de teatro e ilustradores, movían a los empresarios a colaborar, y eran capaces de lograr que otros ateneos y círculos se sumaran… hasta provocar que el Ayuntamiento se rascara el bolsillo. Entre los socios del Circulo que colaboraron hay que recordar, como portador de la Estrella, a Carlos Cortina, escultor, pintor y decorador, que además de fallas memorables hizo el pabellón flotante del balneario de las Arenas y el pabellón municipal de la Feria de Julio.

Esa Cabalgata primera, la de 1921, fue la primera. Y celebró su centenario, precisamente, en un año de pandemia en que no hubo Cabalgata. Pero a trancas y barrancas ha tenido continuidad hasta nuestros días. En su primera edición, salió de la sede del Círculo, en la calle de la Paz, y terminó en el mismo lugar. Al día siguiente, 6 de enero, se dirigió, con los Magos a caballo, al Hospital, a la Inclusa y a la Glorieta, donde los niños pobres, con su vale en la mano, iban a recoger un juguete. En el festejo colaboró la guardia municipal a caballo y la banda de música del Regimiento Guadalajara. Y fue un éxito que toda la prensa saludó con aplausos. Después, con el paso de los años y la reforma de la Glorieta, que en 1926 fue abierta en canal para dejar pasar el tráfico, la entrega de juguetes se trasladó a los Viveros, con la colaboración del Ayuntamiento, que adornaba jardines y paseos. Desde el Hospital, en Guillém de Castro, los Magos iban por San Vicente, Paz y la plaza de Tetuán hasta los Viveros, donde más de cuatro mil niños se congregaban para recibir sus regalos.

Una costumbre paralizada al estallar la guerra

Todo eso quedó congelado al estallar la guerra, aunque no se perdió la costumbre de regalar juguetes a los niños. Durante la guerra no se habló de Reyes ni de Magos pero se inventó la Fiesta del Niño, en honor de los hijos de los soldados y de los niños refugiados que habían venido desde Madrid a Valencia. Y es así como en 1937 se celebró una Cabalgata política, organizada por el departamento de Propaganda, con carteles de los políticos del momento, Azaña y Largo Caballero por ejemplo, y homenajes a Rusia y a Stalin, que ese año estaba ayudando a la supervivencia de una población que vivía en precario a causa de la guerra. Esa Cabalgata del Niño tuvo lugar el 9 de enero y desfiló por Navarro Reverter que entonces se llamaba la avenida de Rusia. Y es el festejo en el que se quiere ver el original que inspira a la Cabalgata de las Magas organizada por el Ayuntamiento a mediados del mes de enero.

La cabalgata durante el franquismo

Curiosamente, hay una constante que se mantiene, que es la de la colaboración con el Ayuntamiento de otras muchas entidades. En los cuarenta, los cincuenta y más adelante, el Ayuntamiento ha sido el ente organizador; pero siempre ha tenido la colaboración de muchas entidades: durante muchos años fue el Frente de Juventudes el que organizó la fiesta con la colaboración municipal. En 1959, un festival en Vallejo recibió a los reyes; pero hubo tantas cabalgatas, de iniciativa privada, que la prensa llamó la atención sobre el desconcierto que eso producía a los niños.

En todo caso, el Ayuntamiento nunca estaba solo: el Ejército, la Cruz Roja y la Junta Central Fallera han estado detrás de la fiesta, como ocurría en la Batalla de Flores o en las Fallas. También colaboraban los sindicatos oficiales y no faltaba la presencia de los famosos tres ramos, que eran la empresas del Agua, del Gas y la Electricidad, siempre activas a la hora de colaborar. O la de fabricantes de juguetes valencianos como Payá, Famosa o Dinnbier, siempre dispuestos a colaborar a través de su Feria.

Es decir, que en dictadura y en democracia, hasta hoy mismo, los Reyes Magos han llegado a la ciudad con la colaboración de todos; para empezar del Puerto, porque la costumbre es que lleguen por mar. Desde luego no hay que olvidar la colaboración constante de la Asociación de la Prensa y el aderezo que todos los medios informativos han dado siempre al festejo. En ese sentido, hay que poner énfasis en las retransmisiones que siempre ha hecho Radio Valencia, una empresa privada que ha sido colaboradora insustituible de la fiesta. Es aquí donde quiero recordar a mi entrañable maestro en la radio, don Vicente Ros Belda, que a través de sus programas infantiles no solo “inventó” las fallas infantiles sino que fue un animador constante de la Cabalgata, con la presencia viva de sus personajes en carrozas y coches engalanados que llenaban las calles de juguetes y caramelos. Gracias a la radio, y a sus anunciantes y patrocinadores, la Cabalgata de Reyes fue durante muchos años un éxito de participación ciudadana: y esta es la hora en que el que les habla duda mucho de que todo ese calor de colaboración, si ahora falta, puede dejar algo coja la fiesta de los niños.

Fuente: https://cadenaser.com