LOCALIZAN EN EL PUIG LA ESPOLETA DE LA BOMBA QUE CAYÓ EN 1938

La población del Puig de Santamaría, por su ubicación geográfica entre València y Sagunt, sufrió tres importantes bombardeos, como ha documentado EL CRONISTA OFICIAL e investigador JULIO BADENES ALMENARA (CRONISTA OFICIAL DE EL PUIG), y constantes incursiones de la aviación franquista, que descargaba proyectiles o material casi diario, en el camino hacia sus grandes objetivos, que eran las otras dos ciudades.

Algunos de aquellos episodios impactaron de tal manera en las personas que los vivieron, que los recordaron y pudieron describir muchos años después. De hecho, forman parte de los numerosos testimonios que BADENES ha ido recogiendo y grabando a lo largo de los años en el Puig sobre una época en la que la población sufrió tensión constante.

Uno de aquellos bombardeos lo narró una vecina, Tere Ribelles, quien recordaba cómo en 1938, siendo niña, cayeron dos bombas de pequeño tamaño en lo que actualmente es la calle Lo Rat Penat. Allí estaba una de las entradas del refugio excavado en el monasterio y la ciudadanía se había protegido dentro. Los artefactos que explotaron eran de tipo incendiario, por lo que generaron tanto humo que la galería del refugio se llenó y la gente tuvo que salir de estampida y buscar protección en los campos para no ahogarse.

Aquel recuerdo grabado en la memoria de Ribelles ha podido corroborarse recientemente. Otro vecino del municipio, cuya familia reside y tiene un negocio en esa calle, encontró la espoleta de una de las bombas, de forma fortuita, durante las obras en un transformador eléctrico. Jose María Saiz Salvador, que es militar de profesión, identificó rápidamente el objeto que tenía ante él y lo guardó. Tiempo después, a través del Ayuntamiento del Puig, este vecino ha contactado con Badenes para explicarle el punto concreto en el que localizó la pieza, con lo que se ha podido comprobar que era el mismo que describió Ribelles. «También el tamaño de la espoleta, más pequeña de lo normal, encaja con un tipo de artefacto, más incendiario que de explosión», asegura BADENES.

La pieza ya ha sido fotografiada y documentada, de forma que, «si en el futuro hay un museo de la memoria del Puig o un espacio de interpretación, un proyecto que debería acometerse en la siguiente legislatura», pueda formar parte de la colección, junto con otros objetos que, con los años, se han ido encontrando o aportando por la ciudadanía.

Y es que el Puig vivió con intensidad la guerra civil ya que, para empezar, el Ejército republicano inició en este municipio la construcción de la línea defensiva Inmediata, que llega hasta Riba-roja y Vilamarxant, por lo que el término está lleno de trincheras, búnqueres y plataformas. El propio Badenes con los investigadores Esteban Clemente y José Aleixandre ha documentado todo el trazado de esa red, que se recoge en un libro, presentado en 2020.

Los bombardeos e incursiones diarios provocaron también que se construyera un gran refugio comunitario y muchos otros en las viviendas particulares de las inmediaciones del monasterio, que además tuvo el uso de prisión.

Precisamente el consistorio restauró en junio de 2021 la entrada principal y la galería del refugio bajo el monasterio, con el objetivo de que pueda visitarse, una vez se soluciones problemas de canalizaciones de agua. Ese elemento de protección no llegó a acabarse ya que se construyeron dos galerías que no se conectaron nunca. Una se ha puesto en valor. La otra, junto a la que cayeron las bombas, se tapió en su día y ya no existe.

Fuente: https://www.levante-emv