JOSE APARICIO PEREZ, CRONISTA OFICIAL DE ANNA
Como recordareis, sé que tenéis buena memoria, hace algún tiempo os escribí la primera, más bien de tristeza y lamentación, porque tanto quien os escribe como los que me pueden leer manteníamos la misma opinión, vuestra población había ido disminuyendo paulatinamente y, nosotros, los humanos, lo percibíamos y lo sentíamos.
Porque vosotros, gorriones, los” passer domesticus” de la taxonomía científica al uso, los gorriones de la España castellana, los tolainos de mi pueblo en la zona interior valenciana, Anna, los teulains en la Lengua Valenciana de buena parte del Reino de Valencia, estabais en franca decadencia numérica.
Durante cientos de años habíamos convivido y, aunque causabais muchas molestias, con vuestros gorgojeos al amanecer o al acudir a las siembras para alimentaros con el grano de nuestros cultivos, en cuanto comenzasteis a desaparecer notamos el vacío que originabais en nuestras vidas diarias, algo parecido al vacío que deja un familiar o un vecino querido.
Dejamos de cultivar cereales en los campos próximos al pueblo, se terminaron los gallineros en los corrales de las casas donde disputabais el pienso a gallinas y gallos, incluso os arriesgabais a entrar en las cambras de las casas para buscar el grano almacenado. De insectos nada.
Y os advertí, os dije que debíais adaptaros al cambio alimenticio, si no lo hacíais desapareceríais, que nos tomarais como ejemplo. El cambio para los humanos también se estaba produciendo y nosotros nos estábamos adaptando. Seguíamos creciendo pues y, hoy, con los nuevos cambios que nos sacuden intentamos adaptarnos a pesar de las dificultades.
Pues bien, la esperanza del encabezamiento la ha originado al ver, en la calle de La Palanqueta, cerca de mi casa en Anna, un grupo vuestro revoloteando por las proximidades de un bar, con mesas en la calle, sin duda buscabais residuos alimenticios como hacen las palomas en Valencia en las proximidades de la Plaza de la Virgen, y otro grupo en la Avenida de la Diputación, lo que no se veía meses atrás. También he observado más ranas de lo habitual en los últimos tiempos por las acequias e, incluso más abejas.
Por el contrario los insectos, especialmente rantellas (rantelles en Lengua Valenciana) y mosquitos, nos achicharran en el campo y la ciudad, especialmente el negro, el llamado Tigre.
La felicidad completa, al parecer, no es posible. Por lo menos, con vosotros, un consuelo.
Hasta otro rato y gracias.