La historia, dicen, es cíclica. Nada sucede por vez primera, sino que todo se repite una y otra vez con la única variación del contexto de los tiempos en los que se producen. Eso es algo que saben bien en las ciudades costeras y portuarias, que han visto como durante siglos sus villas han sido invadidas por incursiones que llegaban del mar, ese mismo mar del que también llegaba la riqueza.
Así, donde antes se temía al pirata berberisco, ahora se busca al turista europeo. Y donde antaño se calaban redes, ahora huele a bronceador. Los tiempos y los usos cambian, pero todo ha sucedido ya y nada mejor para saber cómo afrontar las crisis y las oportunidades presentes que conociendo bien el pasado, algo para lo que el trabajo de José Sala, cronista oficial de la ciudad, es fundamental.
¿Cómo llega usted a ejercer como cronista oficial de la ciudad de Torrevieja?
A principios de los años 80 vino un profesor de historia al Instituto de Torrevieja y vio que aquí no había cronista oficial. Él se llamaba José Martínez Ortiz y era cronista oficial de Utiel. Fue quien le propuso al entonces concejal de Cultura que me nombrasen.
Imagino que para que Martínez Ortiz pusiera su nombre sobre la mesa, usted ya tendría algún tipo de bagaje previo que le convirtiera en el candidato ideal para el puesto.
La afición por la historia de Torrevieja es algo que me viene de pequeño. Tanto mi padre como mi madre son de la ciudad y siempre les gustó mucho saber cosas de Torrevieja y estaban, además, muy metidos en el tejido social. Mi padre, de hecho, formó parte de la primera Comisión de Festejos cuando comenzó a hacerse el Certamen de Habaneras. Mi abuela, por su parte, era de las que guardaba todo lo relativo a la población.
Por lo tanto, de pequeño siempre viví en ese ambiente conectado al pasado. Mi propia afición por la Historia apareció a los 14 años, cuando me propusieron escribir en el semanario local de Vistalegre. Eso despertó en mi la necesidad de querer saber más y me fui metiendo en la investigación en distintos archivos.
Supongo que eso le ha llevado a contar hoy en día con su propio archivo.
Aquello me llevó a escribir algunos libros y artículos y, efectivamente, hoy en día tengo un archivo, que quizás está mal que lo diga, pero es una colección de documentación muy importante sobre Torrevieja. Recopilar y organizar toda esa información es algo a lo que le dedico mucho tiempo.
¿Cree que como ha sucedido con otros importantes destinos turísticos cercanos como la ciudad de Benidorm, el desarrollo social y económico de Torrevieja durante la segunda mitad del siglo XX provocó que durante varias décadas se dejara de lado el estudio y recuerdo de la propia historia?
Sí, pero eso también ha dado pie a historias curiosas. En l’Alfàs del Pi, cerca de Benidorm, existe una importante colonia de noruegos y uno de ellos me contó que Torrevieja es muy importante en una ciudad de Noruega como es Kristiansund, que es un puerto que se dedicaba a la industria del bacalao y de la salazón. Los barcos venían a cargar sal a Torrevieja y allí existen fiestas que tienen su origen en Torrevieja.
Son noruegos que vieron que aquí se hacía el cocido con pelotas y al volver lo transformaron en las albóndigas de bacalao. Hacen cabalgata de Reyes Magos porque lo vieron en Torrevieja. Además, tal y como me contó este hombre, el cementerio nuevo de Kristiansund está en suelo de Torrevieja.
¿Cómo?
Los barcos, cuando descargan, tienen que cargar tierra como lastre para garantizar la estabilidad del buque. Así pues, cuando viajaban de Torrevieja a Kristiansund sin cargamento, la llevaban en la bodega y con esa tierra se allanó el terreno para hacer el cementerio.
¿Qué otras historias curiosas le han llamado especialmente la atención en relación a la historia local?
Hay muchas y es complicado elegir. Una de ellas es que Torrevieja nace por las salinas, pero eso era un trabajo de temporada porque cuando en septiembre llovía, ya no se podía seguir extrayendo. Esas personas que trabajaban de temporeros en las salinas tenían que seguir trabajando el resto del año y eso hizo que se dedicaran al contrabando, sobre todo, con la costa de Argel.
Había mucho tráfico, sobre todo con Orán, de sedas, tabaco… Hay que tener en cuenta que Torrevieja está más cerca de Orán que de Madrid y para ir a Madrid había que ir en carro por unos caminos muy malos, pero el mar era una autopista. En poco más de 30 horas podías estar en Orán. Eso es algo que se aprovechó para el comercio y el contrabando.
El Certamen de Habaneras de Torrevieja, ¿nace como una respuesta a la conexión marítima entre la ciudad y América?
En la historia de Torrevieja, Cuba y la Habanera hay, por así decirlo, una historia de mercadotecnia turística. El certamen nace en el año 55 tras una posguerra y en un momento en el que se pretendía atraer a veraneantes a la zona. Para ello, se inventó ese concurso de habaneras que unos años antes ya se había hecho en Crevillente y eran canciones populares en Elche o Totana.
En realidad, han sido muy pocos los barcos de Torrevieja que fueron a Cuba, pero se aprovechó sí existía una afición por la habanera para crear el certamen. Se quería hacer un concurso de serenatas, pero a propuesta del entonces director general de prensa, Juan Aparicio, la primigenia idea se transformó en un certamen nacional…
O sea, que es algo casi tan turístico como el ya desaparecido Festival de la Canción de Benidorm.
(Ríe) Sí, algo así.
Dicen que el pasado siempre vuelve. Como buen conocedor de la historia de la ciudad, ¿se atreve a pronosticar como será la Torrevieja de dentro de cien años?
(Suspira) Es algo muy difícil y que dependerá de muchas cosas, pero creo que seguirá siendo como siempre ha sido, desde que se formó hace poco más de 200 años, con gente venida de otros muchos lugares. Será una ciudad multicultural y muy enriquecida por todo lo que aportan los llegados de otros países.
FOTOS: Francisco Sala Aniorte, cronista oficial de Torrevieja. / Alicia y Oriol Delgado
FUENTE: ‘Aquí en Torrevieja. Por Nicolás Van Looy. Número 55. julio de 2022.
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