BERNARDO GARRIGÓS SIRVENT, CRONISTA OFICIAL DE XIXONA
De la documentación conservada deducimos que el papel desempeñado por nuestra villa en el conflicto entre las coronas de Castilla y Aragón en el que se puso en juego la soberanía del reino de Murcia fue más bien testimonial, de apoyo logístico, pero muy reducido. Este sería su papel, si queremos darle alguno.
Sobre este enfrentamiento hemos hablado anteriormente https://bgarrigos07.wordpress.com/2020/11/25/la-guerra-entre-castilla-y-aragon1296-1300i/
A finales del siglo XIII Xixona era un pequeño núcleo de población que crecía a los pies del castillo almohade y que estaba intentando recuperarse de los sucesivos altercados en los que se vio envuelta. Con el tratado de Almizra, firmado el 26 de marzo de 1244 en el Campet de Mirra entre Alfonso X El Sabio de Castilla y su futuro yerno Jaume I de Aragón, se establecía la línea fronteriza entre estos dos grandes reinos peninsulares. La frontera pasaba por las siguientes zonas: Biar, puerto de Biar, Castalla, Jijona, Busot, Aguas de Busot y Barranco de Aguas.
Con la toma del castillo de Biar en 1245 se puso fin a la conquista del Reino de Valencia. A finales del verano o principios del otoño de 1247 se alzó en armas Al-Azraq, señor de un amplio territorio montañoso comprendido entre las comarcas de El Comtat y la Marina, en el norte de la provincia de Alicante. Jaume I puso todo su empeño en que esta sublevación fracasara, siendo la victoria cristiana efectiva a mediados de junio de 1258. Si bien parece ser que los sublevados no ocuparon la fortaleza jijonenca sus límites territoriales llegaron hasta el valle de Jijona. Es por ello que no se pudo controlar efectivamente nuestra zona hasta la derrota de Al-Azraq.
Xixona y su valle eran un lugar estratégico; ya que eran paso obligado entre la zona costera y sur de Alicante y el interior del Reino de Valencia. Como así lo manifestó el propio Jaume I durante la sublevación de Al-Azraq:
“Car si Penacadell se perdia, lo port de Cocentaina se perdria, que no gosaria hom anar a Cocentaina, ni a Alcoi, ni a les partides de Seixona, ni a Alacant per nengun lloc, e seria gran desconhort dels crestians”.
Para afianzar el control de este valle el rey Jaume I concedió a finales de febrero de 1258 a Joan de Mur 14 casas con sus 14 hanegadas de tierras contiguas en la alquería de Nutxes. Sabemos, por otro documento proveniente del Archivo de la Corona de Aragón, que en julio de 1258 era señor del castillo, Pelegrí Baldoví, quien rindió cuentas de los tributos cobrados en nombre del rey.
En 1264 se produjo la sublevación de los mudéjares del reino de Murcia y ante la solicitud de ayuda de su yerno, Alfonso X El Sabio, Jaume I inició una campaña por todo el sur de Alicante y por Murcia. Esta campaña finalizó victoriosamente en 1266 con la toma de la ciudad de Murcia. Pacificado este territorio fue reintegrado al reino de Castilla.
Como consecuencia de la revuelta de Al-Azraq y esta sublevación de los musulmanes del reino de Murcia, Jaume I decidió afianzar la zona fronteriza con la expulsión de la población musulmana y la repoblación de los principales núcleos. Así el 28 de abril de 1268 otorgó a los repobladores del término de Jijona el derecho a establecerse y fundar el pueblo en las cercanías del castillo a cambio de participar en su defensa.
Es posible que las tropas de Xixona participaran en la conquista del castillo de Alicante a finales de abril de 1296. Pues; eran expertos en la guerra al ser fuerzas que estaban acantonadas en la frontera y siempre dispuestas a defender el territorio y a realizar expediciones de castigo contra las zonas enemigas. Conocían el terreno perfectamente, como así lo demuestra la razia contra el cabo de las Huertas realizada en 1276. Algunos eran profesionales de la guerra: almogávares. Además eran leales al rey, no en vano el Jaume I les había otorgado en 1268 el derecho a establecerse. Una pista, aunque muy vaga, nos la da el privilegio otorgado por Felipe V el 20 de junio de 1708 en el que se dice:
“que he concedido a dicha Ciudad de Xixona (antes villa) hacerla merced de que en estando recuperada Alicante se le mantenga a dicha Ciudad la confianza que los Señores Reyes mis gloriosos predecesores hicieron de sus vezinos, encargándoles su custodia y defensa siempre que se hallase invadida, continuándolo como hasta aquí lo han hecho a las ordenes del Comandante de aquella fortaleza…”.
Como hipótesis de trabajo podríamos aventurar que los jijonencos participaron en la conquista del castillo de Alicante y que el rey Jaume II les otorgó este privilegio, que se perdería en el incendio del Ayuntamiento en 1529 o durante la Guerra de Sucesión. Así cuando se les presentó la oportunidad le plantearon al rey que les confirmara esta merced. Este privilegio de defensa del castillo de Alicante explicaría la enconada defensa que de la fortaleza hicieron Pedro Corbí y los milicianos jijonencos en agosto de 1706 ante el ataque de las tropas austracistas. Sin embargo, ha sido imposible documentar esta participación.
Participaran o no los jijonencos con las tropas del rey Jaume II en la toma del castillo castellano de Alicante lo cierto es que a finales del siglo XIII la situación por la que atravesaban sus habitantes no es del todo boyante, sino más bien todo lo contrario. Así el rey decidió aliviarla y remite el 8 de mayo de 1296 estando en el sitio de Orihuela una “Carta de Jaime II a su portero real, Sancho de Tena, por la que le ordena que, en atención a los muchos daños sufridos años atrás por los vecinos de Jijona, no les cobre el impuesto del monedaje o monetaticum, porque ha resuelto eximirlos del mismo por gracia especial».
Xixona fue lugar de paso de los nobles y sus tropas que se retiraban del conflicto y volvían a sus lugares de origen. Por ejemplo, el 14 de mayo de 1296 el rey emitió la siguiente orden: “Orden de Jaime II a los alcaydes de Alicante y Guardamar, los caballeros Raymundo de Urtx y Galcerán de Rosanes respectivamente, y al alcayde así mismo de Jijona, para que no estorben lo más mínimo el regreso a sus casas de los siete hombres de armas que se citan, por contar con su licencia oficial expresa. Eran éstos: Pedro de Tor, Pedro Valta, Guillermo Ros, Bartolomé Egidio Lordeto, Bernat Torret, Poncetus de Familia y Guillem de Angleraria”.
Para garantizar la seguridad del camino mayor entre Alicante y Xixona el procurador General del Reino de Murcia, Jaime Pérez, señor de Segorbe nombró a Pedro Miguel guarda de El Molinillo para asegurar el paso por el Camino Mayor y proteger a los viajeros. A cambio recibiría un salario, a razón de 4 dineros por bestia mayor de carga o moro cargado y una meaja por cabeza de ganado menor.
Al ser Xixona lugar fronterizo es posible que entre sus habitantes existieran algunos almogávares o profesionales de la guerra. Sabemos que en mayo de 1296 Vicentius de Sexona realizó una cabalgada por las tierras murcianas de Ceutí, Lorquí y Alguazas consiguiendo un buen número de cautivos musulmanes que llevó a Orihuela con la intención de venderlos. Los cautivos conseguidos en Alguazas tuvo que devolverlos, ya que este lugar había sido entregado por el rey Jaume II a su conseller Ramón de Manresa y no quería enemistarse con él. En cambio, los conseguidos en las otras dos poblaciones, aunque el 17 de mayo de 1296 dictó órdenes para que no fueran vendidos, al día siguiente autorizó la venta.
Este es el papel que jugó Xixona en el conflicto entre los dos grandes reinos peninsulares a finales del siglo XII e inicios del siguiente.