B. GONZÁLEZ
La Asamblea Nacional de Naciones Unidas ha declarado este 2022 como Año Internacional del Vidrio para destacar la importancia tecnológica, científica y económica de este material tan presente en la vida cotidiana. Y si hay un municipio que se ha conocido internacionalmente por su producción de vidrio soplado, ese es l’Olleria.
En las cuatro últimas décadas, esta localidad de la Vall d’Albaida fue referente en el sector contando con cuatro grandes fábricas. Aprovechando esta efeméride, el Ayuntamiento quiere organizar una serie de actos para reivindicarse como cuna de esta industria artesanal. Una comisión será la encargada de concretarlos, aunque, según el alcalde, Ramón Vidal, habrá participación internacional.
Desde el siglo XVI
Hay datos históricos que dejan constancia de que ya se fabricaba vidrio en el siglo XVI, gracias al monopolio real de fabricación que tenía el municipio, entonces perteneciente al término de Xàtiva, además de otra fábrica en la provincia de Alicante y dos en Valencia capital.
Según el CRONISTA DE LA CIUDAD, JOSEP VICENT VIDAL, la producción de vidrio era de recipientes para el almacenamiento de líquidos, como aceites y vino y con la aparición de las destilerías alcohólicas en los siglos XVIII y XIX también para licores.
Con la industrialización en las primeras décadas del siglo XX, comenzaron a aparecer las primeras grandes fábricas de vidrio, «un concepto de fábrica más mecanizada y no tan tradicional», explica Vidal, quien subraya que, sin embargo, el boom del sector en l’Olleria se produjo entre los años 60 y 80 del pasado siglo. «Esta industria permitió un crecimiento industrial con reconocimiento incluso internacional».
Y es que, empresas tan reconocidas como Mediterránea impulsó otro concepto de sector hacia el diseño y la decoración. De hecho, algunas de sus obras estuvieron expuestas en el MoMA de Nueva York.
Hoy nada queda de aquel esplendor industrial. Las importaciones de países asiáticos con piezas más baratas a menor coste; la ausencia de inversiones en el sector para adaptarse a los nuevos tiempos y la falta de relevo generacional fueron las causas de que la industria terminara apagándose.
El último soplador
Uno de los últimos sopladores artesanos que quedan en el municipio, Rafael Abdón, recuerda aquella época de pujanza porque su padre fundó otra de las fábricas del municipio, Viart. Recuerda que llegó a tener más de 200 trabajadores, pero asegura que llegó un momento en que no se pudo competir con Asia.
Resalta también que otro de los problemas del sector es que este es uno de los oficios más complicados. «Se necesitan años para aprender y mucha dedicación y eso echa para atrás a muchos jóvenes», indica.
Las piezas se forman soplando una caña mediante rotación el vidrio fundido a 1.500 grados y hay que ir con cuidado hasta conseguir la forma deseada.
Actualmente, Rafael gestiona el Museo y Horno de vidrio de Vimbodí, Tarragona, donde realiza trabajos artesanales y demostraciones. Un museo como el que desde hace tiempo quiere impulsar l’Olleria, como patrimonio histórico y reclamo turístico.
Fuente: https://www.lasprovincias.es