ISA Y LA MÚSICA

ANTONIO GASCÓ, CRONISTA OFICIAL DE CASTELLÓ

Escribo este texto en Compostela, desde el Hostal de los Reyes Católicos, esa joya del final del Isabelino e inicio del Plateresco, donde estoy hospedado en ocasión de haber asistido, el pasado sábado, al concierto de la prestigiosa orquesta de cámara de Múnich, contando como solistas con la mezzo Tara Erraught y la soprano Marysol Schálit y todos bajo la batuta, precisa e inspirada, del maestro Ramón Tebar. Una audición filantrópica a beneficio de la reconocida Fundación Columbus. El escenario barroco del altar mayor de la catedral era un marco incomparablemente glorioso para un concierto con obras de Bach, Haendel, Pergolessi y Vivaldi. Tiempo tendré para hablar de él.

Ahora quiero reseñar que compartí asiento, en uno de los bancos del templo, con la familia y pareja del director y tenía a mi izquierda a su hija mayor, Isabel, una niña de nueve años, encantadora en todos los sentidos. Tanto que, en muchas ocasiones compartía conmigo la partitura con la que seguía las distintas piezas. Era fascinante tener una criatura así a mi lado. Yo soy, tal vez por ser ya viejo, de los que en estos tiempos de desidia por las formas, aún creo en la formación, en los méritos, en el buen trato y en el comportamiento educado. Son valores que estimo que son substanciales e intemporales para una sociedad civilizada y de progreso. La verdad es que quedé embelesado con la conducta de la chiquilla. Correcta en el comportamiento, atenta a las bellezas artísticas del edificio que nos acogía, seducida por la calidad de la música que escuchábamos y dialogante en las pausas de cada uno de los fragmentos, haciendo preguntas tan inteligentes como puestas en situación.

Que una criatura de su edad, que tan solo debería pensar en jugar, esté interesada por cuestiones de este calado y se porte con la corrección que ella lo hizo, dice mucho en su favor y más cuando en los momentos en los que puede dar suelta a su albedrío, no puede ser más espontánea, divertida y animada. Que una actitud no está reñida con la otra. Muy al contrario. Todo un ejemplo. Ojalá cundiera.

Fuente: https://www.elperiodicomediterraneo.com