GABRIEL SEGURA, CRONISTA OFICIAL DE ELDA
Quizás sea una de las mujeres más destacadas de la Elda de las décadas centrales del siglo XX. Pero a la vez su nombre y su identidad permanece cuasi oculta para el gran público que solo la conoce por el sobrenombre de su estado civil: viuda. Condición matrimonial que llevó, por recuerdo y amor a su marido, durante la mayor parte de su vida. Su memoria histórica y social ha quedado perpetuada por la vivienda que adquirió en la calle Nueva y que hoy alberga la sede de la Junta Central de Moros y Cristianos de Elda: la casa de la Viuda de Rosas.
Doña María Dolores Amat Vidal nació en Elda un 6 de marzo de 1894, hija de Joaquín Amat y Josefa Vidal. Tras el pronto fallecimiento de los progenitores, las hermanas Mª Dolores y Teresa quedaron bajo la tutela de dos tíos sacerdotes, uno de los cuales era el confesor de la reina gobernadora Mª Cristina de Habsburgo-Lorena, madre de Alfonso XIII. Un hecho que condicionó, tanto a ella como a su hermana, una esmerada formación religiosa en Valencia, donde residieron internas largos años hasta completar su educación.
En junio de 1918, con 24 años, contrajo matrimonio con Norberto Rosas Sabater. De exquisita y cuidada educación, amante de la música, Norberto Rosas regentaba un negocio de almacén de curtidos en la Elda de principios del siglo XX, dedicando parte de su negocio, y dada la escasa presencia de entidades bancarias de principios del siglo, al préstamo de capitales a particulares. Esta actividad constituyó la primera célula bancaria en Elda del llamado Banco Popular de los Previsores del Porvenir, más tarde denominado Banco Popular.
Tras la boda, instalaron el domicilio conyugal en un chalet en las afueras de la ciudad, sobre un pequeño cerro junto a la Estación. Allí nacieron las dos hijas fruto del matrimonio, Celia y Laura; y, allí, falleció el 12 de junio de 1922, a los 33 años, Norberto Rosas, dejando a su esposa con dos pequeñas criaturas de 3 años y 8 meses, respectivamente.
Tras el fallecimiento de su marido, Mª Dolores, conocida familiarmente como María, decidió, con 28 años y con extraordinario espíritu emprendedor, continuar con el almacén de curtidos de la “Viuda de Norberto Rosas”, abandonando el negocio de la Casa de Banca.
Estas decisiones conllevaron el traslado de su residencia a la ciudad, donde pudo atender de forma conveniente su negocio. Estas circunstancias explican la compra, en 1923, de la casa del que fuera alcalde de Elda, José Catalán Gras (1914-1916), en la calle Nueva.
En este inmueble se construyó “la casa de la Viuda de Rosas”, como vivienda familiar, al tiempo que el lugar acogió el negocio de pieles. Así, mientras que en la primera planta instaló la residencia familiar, en la planta baja quedó radicado el almacén de curtidos, donde ella poseía su propio despacho, desde el que atendía personalmente su negocio, con oficinas para el administrador, el contable y todo el personal a su cargo; quedando la segunda planta, a la que se accedía por la puerta lateral derecha, destinada a albergar tres viviendas de alquiler.
El segundo lustro de la década de los años 20 y primero de los años 30 fueron años de un esfuerzo empresarial continuado, en especial los años 1930-1936 dada la inestabilidad social y política del país. A pesar de lo cual doña María continuó, de forma personal, al timón del negocio, engrandeciéndolo y acumulando un buen número de bienes raíces.
Su dedicación empresarial, su familia y su devota religiosidad católica fueron los tres pilares fundamentales sobre los que giró la vida de Mª Dolores Amat Vidal. Creencias religiosas y posición social que le acarrearon, durante la Guerra Civil un rosario de penalidades que estuvieron a punto de costarle la vida.
Señalada, desde el primer momento del golpe de estado, por los comités de las dos principales organizaciones anarcosindicalistas como objetivo prioritario a eliminar por su presunta afinidad con el bando sublevado. En agosto de 1936, ante la detención de numerosas personas y ejecución de otras, y avisada por uno de los integrantes de estos grupos que al día siguiente se iba a proceder a su detención, Mª Dolores y sus dos hijas huyeron, esa misma noche, ocultas en un camión hacia la Algueña, desde donde se trasladaron a Alicante.
En 1938, a consecuencia de los cada vez más frecuentes bombardeos de la ciudad por parte de la aviación sublevada, la viuda de Rosas decide refugiarse en Benidorm, donde también estaba refugiada parte de la familia Porta, allí pasaron los últimos meses de la guerra.
En abril de 1939, Mª Dolores Amat y sus hijas regresan a Elda, recuperando su vivienda, que había sido destinada a acoger la sede del Socorro Rojo Internacional. Sacando fuerzas del desaliento, y haciendo gala de la fortaleza de espíritu que marco toda su vida, la Viuda de Rosas rehizo su vida familiar y emprendió la reconstrucción de su negocio de curtidos, participando activamente en la recuperación de la normalidad social y económica de la vida social eldense.
Así, el domingo 27 de agosto de 1944, la vimos participar en la ceremonia de bendición y coronación de las nuevas campanas de la torre de la iglesia de Santa Ana. En reconocimiento de su posición social, poder económico y estrecha relación con la reconstrucción del templo parroquial, amadrina, junto con el alcalde D. José Martínez González, la campana mayor denominada Santísimo Sacramento.
Su estrecha vinculación con la iglesia manifiesta en el desempeño durante casi 40 años del cargo de camarera mayor de la Virgen de la Salud. Doña María fallecería a los 85 años de edad, un 1 de agosto de 1979. Desde entonces, si bien su memoria, como ya hemos indicado, ha quedado perpetuada en la casa que ella construyó. Se hace necesario perpetuar su recuerdo en el acervo popular de nuestra ciudad mediante un merecido reconocimiento en el callejero eldense, a la que por méritos cabe considerar como la primera mujer empresaria de Elda.
Fuente: https://www.valledeelda.com