ANTONIO GASCÓ, CRONISTA OFICIAL DE CASTELLÓ
La Vía Augusta es la carretera romana más larga de toda la península Ibérica, con un recorrido total aproximado de 1.500 kilómetros desde los Pirineos hasta Cádiz. Reúne uno de los conjuntos de miliarios más importantes de toda la Hispania, con al menos 96 monumentos, 20 de los cuales se tiene referencia que estaban distribuidos por todo el territorio de la actual autonomía valenciana. Además pueden observarse aún hoy algunos restos de la propia calzada y vestigios de mansiones, puentes, centuriaciones, villas, arcos monumentales, toponimia etc., lo que añade un excepcional aliciente histórico, cultural e incluso religioso, al ya inherente interés recreativo y turístico que presenta. La carretera fue el eje principal de la red viaria en la época de los romanos, y la que ha ido vertebrando el territorio valenciano a lo largo de la historia.
Ha recibido diferentes denominaciones según las épocas: Vía Hercúlea, Vía Heráclea, Camino de Aníbal, Vía Exterior, Camino de San Vicente Mártir y Ruta del Esparto, pero es comúnmente conocida por Vía Augusta, debido a las rectificaciones y reparaciones que el emperador Augusto ordenó efectuar en la misma entre los años 8 y 2 a.C.
Aunque no faltan opiniones contrarias, el documentado arqueólogo Ferran Arasa argumenta su trazado por la demarcación castellonense en la inmediación de la Quadra de Na Tora , parcela cercana al arranque de la carretera de l’Alcora, donde se encontraron los restos de una edificación, que bien pudiera ser una posta del inicio del periodo imperial. Un fragmento de miliario aparecido en la partida del Bovalar nos permite documentar el último tramo de la vía, antes de adentrarse en el término de Almazora. H