LA FOTO DE LÁZARO

JOSÉ RICARDO MARCH

Sumido en la desesperanza, que no en la resignación, ante el tétrico panorama con que el máximo accionista, sus esbirros y propagandistas visten -es un decir- la actualidad del Valencia, busco respiro en pequeños detalles para sobrellevar estos tiempos grises. Un día es la generosidad de Josep Miquel García la que me alegra la jornada: de la mano de la magnífica cuenta tuitera ‘Futbol antic’, este entusiasta historiador llena cada día la red de referencias deportivas poco conocidas y a menudo sorprendentes. En otros momentos, los siempre amables requerimientos de Bernat Navarro para que le ayude a identificar una u otra estampa que ha adquirido para engrosar su excepcional archivo me proporcionan la excusa perfecta para sumergirme en tiempos más luminosos y optimistas. Y antes de concluir la semana tengo ocasión de contemplar algunas imágenes del recién restaurado cuadro de Juan Masiá ‘El gol de la tarde’, un llamativo lienzo que, depositado desde tiempos inmemoriales en las oficinas del Valencia e ignorado durante décadas, ha sido por fin restaurado gracias a la colaboración de la Universitat Politècnica. La curiosa pieza pictórica, limpia por fin de impurezas, viene a sumarse a la creciente colección artística de la Fundación (Martín Vidal, Federico Tormo, etcétera). Un fondo que, con algo de suerte, quizá podamos disfrutar algún día como parte de una exposición montada con carácter permanente y criterios científicos.

Con todo, esta ha sido, sin duda, la semana de las fotografías de Lázaro. He dedicado varias horas muertas, regateadas a la asfixia del trabajo burocrático, a escudriñar los detalles de una imagen que aparece con frecuencia en Twitter: una de las primeras vistas tomadas de Valencia desde el aire, lograda gracias al arrojo del fotógrafo a finales de los veinte y principios de los treinta. Don FRANCISCO PÉREZ PUCHE (CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA) cuenta de fábula la historia del periodista gráfico, colaborador de LAS PROVINCIAS entre 1929 y 1936, en una joya publicada hace unos años por la Biblioteca Valenciana y la editorial Pentagraf, ‘José Lázaro Bayarri, reportero en la ciudad’, que merecería la pena tan solo por el espléndido retrato biográfico del personaje. Y que se convierte en imprescindible al repasar la extraordinaria colección de fotografías que contiene, entre las que destacan las citadas vistas aéreas.

Dejemos hablar a PÉREZ PUCHE: (En 1927) «Durante ocho días de vuelos, a 1340 metros de altura sobre la ciudad, Lázaro hizo 150 clichés. (…) Sus hijas confirman que fue un pionero de la foto aérea y que tomaba las imágenes de la forma más sencilla: ‘sacando el cuerpo del fuselaje y asomándose para disparar’. Lázaro dejaba los mandos, tomaba la cámara, se asomaba fuera de la protección del parabrisas y disparaba». La enorme resonancia alcanzada motivó que en los tres años siguientes el fotógrafo realizase más vuelos para captar estampas de la ciudad, que posteriormente vendía como postales en el quiosco de Casa Bello a peseta con veinticinco.

La, a mi juicio, mejor de las imágenes tomadas es la que circula por la red, que muestra en su integridad el dédalo valenciano y sus arrabales. En la estampa se dibujan con claridad los escenarios vacíos de la vibrante Valencia deportiva de la época: los monumentales recintos de Vallejo y Mestalla, dotado este ya de su imponente tribuna cubierta; la huella del fallido Stadium del Turia, en el que el Gimnástico soñó con dominar el football local; el rastro de los campos de Sant Guillem y el Norte; el parque ‘sportivo’ del Patronato; la manzana de Pelayo… Un magnífico recordatorio gráfico de la ciudad que hizo de los hurras y alirones su banda sonora en el tránsito de los veinte a los treinta.

Fuente: https://www.lasprovincias.es