JOSEP CATALUNYA ALBERT, CRONISTA OFICIAL D’ALGAR DE PALÀNCIA
Dentro de los múltiples enfrentamientos fratricidas que tuvieron lugar en España durante el siglo XIX, uno de los conflictos de mayor transcendencia fueron las denominadas “guerras carlistas”, motivadas por una serie de razones sociales, políticas y económicas y, de una forma especial, por la eclosión del conflicto dinástico entre los llamados isabelinos y los carlistas, ya que una parte de los españoles, partidarios de Carlos María Isidro, hermano del rey, no aceptó a la hija de Fernando VII, la que fue Isabel II, como reina de España. Desde 1833 hasta 1876 tuvieron lugar tres largas guerras, siendo finalmente derrotados los carlistas.
En la primera de estas guerras, que tuvo lugar entre los años 1833 al 1840, el pueblo de Algar sufrió algunas consecuencias.
Según se recoge en el periódico La Verdad, de 31 de mayo de 1838, en noticia fechada en Murviedo el 29 del mismo mes y año, acamparon en las cercanías del municipio de Algar 4.500 soldados a cuyo mando estaban los cabecillas carlistas Forcadell, Viscarro, Beltrán y Rufo, que estaban a las órdenes del general Cabrera. Al propalarse la noticia, que luego resultó ser falsa, de que se acercaba el general italiano Borsi di Carminati al frente de tropas liberales, cundió el pánico entre los carlistas y se trasladaron a Estivella y, posteriormente, a Vall d’Uixó, Burriana y Villarreal, en la Plana de Castellón.
En el Archivo Histórico Municipal se encuentra un documento del año 1838 que contiene la “Cuenta circunstanciada y valoración de las raciones de Menestra, Dacsa, Pan, vino, Aguardiente, Algarrobas, camisas, Metálico y Carne que ha suministrado este Ayuntamiento a las Reales tropas de S.M. Dn. Carlos…desde el 1º del presente año hasta esta fecha del modo a saber”. No hay duda de que el citado documento corresponde a un suministro a las tropas carlistas ( de “S.M. Dn. Carlos”, hermano, como se ha dicho, de Fernando VII y aspirante al trono de España frente a Isabel, hija del segundo). En este documento, en parte de difícil lectura, se detalla que Algar suministró a las tropas carlistas 6 barcellas de dacsa, 200 barcellas de menestra, 1.169 raciones de pan, 10 cántaros y medio de aguardiente (en Algar existía en aquellos años una fábrica de aguardiente) y 156 arrobas de alagarrobas.
Algar, al igual que otros pueblos de la ribera del río Palancia, sufrió también algún saqueo. Así, el jefe carlista José Miralles Marín, alias El Serrador, en el mes de julio de 1836, con una facción de 2.400 infantes y más de 200 caballos, bajó del Maestrazgo, saqueando los pueblos de Alfara, Algar y Sot, sin compasión, antes de llegar a Soneja, donde sufrió algunos reveses.
El investigador Saturnino Arocas Franch, en 1945, abundando en esta cuestión, afirma que los habitantes de Algar, para evitar la repetición de saqueos, adoptaron el método práctico de hacer repartos entre todos los vecinos y adquirir con ellos alimentos que eran almacenados, suministrándose con ellos las partidas de ambos bandos contendientes que penetraban en la población, evitándose así nuevos saqueos. Hay que tener en cuenta también que los recibos de contribución se pagaban indistintamente a carlistas o liberales.
Un hecho que también afectó a Algar, este en la tercera de las guerras carlistas, nos lo relata el historiador Emilio Llueca Úbeda, nacido en Quartell el 7 de julio de 1949 y fallecido en Sagunt el 4 de noviembre de 2008, que fue cronista oficial de Benifairó de les Valls, Benavites y Quartell. Según nos cuenta Llueca Úbeda, en su trabajo “ Mártires de Betxí. Relatos del Motín”, el general carlista Pascual Cucala (Alcalá de Xivert, 1816 – Port Vendres-Francia, 1892), militar que se caracterizaba por su extremada crueldad, tras su asedio a la ciudad de Sagunt y cometer en la misma bastantes tropelías, tomó como rehenes a diecisiete voluntarios liberales entre los que se encontraba el vecino de Algar, Ramón Gascó Mora.
El 24 de diciembre de 1873 llegó el general Cucala al “Pla de les garroferes”, donde se ubicaba la entonces pequeña aldea de Betxí, con los voluntarios liberales apresados en Sagunt. Cucala se detuvo, avanzó hacia los prisioneros y les dijo: “ El que vulga confessió que la demane”. Todos sabían que iban a ser fusilados puesto que el pelotón preparaba ya las armas. Así ocurrió, en efecto. Tal como continúa refiriendo el hecho Llueca Úbeda, los soldados carlistas se encarnizaron con los milicianos fusilados. Cucala, después de decir: “Acabeu a estos pillos”, hizo una bárbara ostentación de ferocidad, pasando a caballo por encima de los ya voluntarios muertos junto con su Estado Mayor y su escolta. En el Acta redactada por el comandante fiscal de Morella y por Antoni Vidal i Dòria, soldado y escribano, se hace referencia a este salvaje fusilamiento:
Que en unión del señor alcalde de la referida villa de Bechí D. Francisco Montoliu Franch y por mandato de éste, en el día veinte y cuatro de diciembre de mil ochocientos setenta y tres, recogieron en un carro los dieciséis cadáveres (al parecer uno de los diecisiete era un niño y no fue fusilado) fusilados por dicho cabecilla y que eran vecinos de Sagunto y uno de Algar …
En el Ayuntamiento de Sagunt, en su hall, junto a la escalera principal, se colocó en 1933 una lápida en memoria de los fusilados “saguntinos” de Betxí, la cual fue destruida a golpe de culata por un soldado carlista en 1939, que formaba parte de las tropas franquistas que entraron en la ciudad. Hoy se ha repuesto dicha lápida pero continúa injustamente sin hacerse mención a que uno de los voluntarios fusilados fue el vecino de Algar, Ramón Gascó Mora.