FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA
El martes, el Ayuntamiento anunció una noticia cultural interesante: el departamento que dirige GlòriaTello ha decidido comprar un ‘socarrat’, una pieza de cerámica medieval con la que se cierra la campaña ‘Crida pel Patrimoni’, destinada a «incrementar las colecciones municipales con la adquisición de objetos artísticos y antigüedades». Aunque el Ayuntamiento informa que con ello ayuda a «paliar los efectos de la crisis provocada por el coronavirus en el sector del arte», hay que recordar que no es preciso que haya pandemias para comprar patrimonio: es una misión cultural que el Ayuntamiento tiene contraída desde muy antiguo.
La pieza adquirida es elegante. Lleva representada un ave, enmarcada en decoración vegetal. La concejala ha dicho que estas cerámicas «son cada vez más difíciles de encontrar en el mercado», de modo que el precio pagado, dos mil euros IVA incluido, parece adecuado. Sin embargo, al ver la noticia, me asalta una pregunta: ¿recordarán en el Ayuntamiento que buena parte de la enorme colección de cerámica medieval que componen los fondos del Museo Nacional es de propiedad municipal y está en depósito desde hace más de medio siglo?
Seguro que sí que lo recuerdan. Como deben recordar que una antecesora de Glòria Tello amagó con retirar la colección municipal de los fondos del Museo si la ampliación de las zonas de exposición en el Palacio de Dos Aguas seguía retrasándose. Fue una estrategia para intentar asustar no sé a qué ministro; una de esas cosas que se dicen, en aquel caso para animar al Estado, que lleva más de veinte años -la idea empezó a cocerse en 1998- queriendo ampliar el Museo pero sin llevarlo a la práctica. Por montones de razones -unas técnicas, otras presupuestarias- entre las que podríamos encontrar asuntos urbanísticos que el propio Ayuntamiento planteó hace años y que quiero creer que se han ido superando. La última novedad de la anhelada ampliación es asociar el rescate de La Ceramo al destino del Museo. Pero ese es otro proyecto, que lleva otra concejalía, administrada por otro partido; y que se arrastra también, con legendaria lentitud, por las covachuelas municipales. Sin prisa alguna.
La colección del Museo de Cerámica supera las 25.000 piezas. Pero solo puede exponer unas 2.800. A los ciento cincuenta mil visitantes anuales -ahora muy mermados, claro- se les debe mostrar, como mucho, uno de cada diez «socarrats» de los que el maestro González Martí fue atesorando y uno de cada ocho de los que el Ayuntamiento tiene depositados en anaqueles oscuros. Podrían sentarse y hablarlo, ¿no les parece?
Fuente: https://www.lasprovincias.es