
Vista de Algar, con la fábrica de harinas en primer término (1976), en el mismo lugar en que se ubicó el antiguo “Molí dels Frares”.


Maquinaria de la moderna fábrica de harinas, sucesora del Molí dels Frares

JOSEP CATALUNYA ALBERT, CRONISTA OFICIAL D’ALGAR DE PALÀNCIA
Los molinos se conocen en la Península Ibérica desde el siglo I d.C. Más adelante, en el siglo XIII, existieron bastantes molinos hidráulicos en el Al-Andalus. La mayoría de dichos molinos, tras el avance de las tropas cristianas hacia el Sur, fueron controlados por los reyes conquistadores, para asegurarse así una buena fuente de ingresos.
Precisamente, fueron los intereses de los monarcas y también de los señores, incluida la iglesia, en tierras de vasallaje, los que motivaron que los molinos, durante varios siglos, tuviesen un crecimiento limitado por razones de competencia.
Los primeros molinos harineros fueron los molinos hidráulicos o molinos de agua en sus diversas modalidades, los cuales, desde muy antiguo, aprovechaban la fuerza motriz del agua de los ríos, acequias, etc., lo que dio lugar a varios litigios entre los regantes y los dueños de los molinos, como fue el caso de los molinos construidos en el Camp de Morvedre, aprovechando las aguas de la Acequia Mayor de Sagunt.
Al hablar de los molinos harineros de Algar, nos tenemos que referir necesariamente al Molí dels Frares o Molí de la Senyoria (en el año 1814, se construyó un pequeño molino privado denominado El Molí de Dalt, de corta vida).
El Molí dels Frares o Molí de la Senyoria es el más antiguo del que tenemos noticia en Algar. Ignoramos si, en la llamada villa romana de l’Aljub d’Alfara, en el término de Algar, existió algún tipo de molino, siquiera rudimentario, aunque por los indicios y los restos encontrados no hay que descartarlo.
Este molino se construyó en el siglo XVI, siendo Algar entonces de población exclusivamente musulmana, si bien bajo el dominio pleno y vasallaje cristiano de la Orden de la Merced, propietaria de aquel, cuyo Padre General ostentaba, desde 1471, el título de Barón de Algar y Escales. Con el objeto de utilizar las aguas de la Acequia Mayor de Sagunt para el molino, fue desviado su curso mediante una pequeña acequia (la Sèquia del Molí o del Poble) y formado un pequeño salto de agua al lado del pueblo
Como una prueba documental de primer orden que acredita la existencia de este molino en la referida fecha, merece destacarse que en los Capítulos de población para los Vasallos de la Baronía de Algar, para los nuevos pobladores cristianos viejos, tras la expulsión de los moriscos del reino de Valencia en 1609, dados por Fr. Felipe de Guimerá, Barón y Señor de dicha Baronía, como Padre General de toda la Orden de las Mercedes y Redención de Cautivos cristianos, ya se alude a este molino, disponiéndose lo siguiente (respetamos el texto literal y el valenciano en que está escrito):
“Que nosaltres dits pobladors, y los que per temps serán no pugam ni puixen fer Hostal, comprar teverna, ni piló de tallar Carn, fer Forn algun de coure Pa, encara que fos pera usos nostres, y dels nostres succesors, ni Molí, ni Almasera, en lo dit Lloch y Baron i reservades pera el dit Senyor, y sos succesors. tenguts sota pena de seixanta sous per cascuna vegada que es contrafará…
Que si algú dels nous pobladors viciosament y sens causa llegítima anar amoldrer a qualsevol Molí de fora de dita Baronia encorrega en pena de seixanta sous, ademes de pagar lo dret de moltura, com si haguera fet moldre en dit Molí, y si cas fos portasen farina pera vendre fora de dita Baronia, y que pera sa casa ni puguen portar farina de Aragó sino tan solament dos cafisos, sots pena de seixanta sous, los quals se hajen de repartir en esta forma, la tercer per al acusador y les dos pera la Señoria, y el dret de la moltura pera el Moliner… Així mateix lo netechar, escurrar y conservar la Cequia del Molí vinga a carrech dels veins de dit lloch y Baronia”.
Es decir, que todo estaba bajo el férreo control del barón y señor de Algar.
En el buen funcionamiento del molino jugaba un papel importante el molinero, ya que tenía que cuidar y poner todo su empeño e ingenio para obtener buena harina, pues de lo contrario, si el molinero no conocía bien su oficio, no podía conseguir una harina de calidad. Por otra parte, como el sistema de molienda en esta época se servía del uso de muelas de piedra, estas tenían como unas ranuras y una especie de rugosidad que, debido a la acumulación de harina húmeda, hacía necesario rehacer el estado de la superficie de las mismas, pues, como se decía, “ la mola menjava” (la muela comía), haciéndose indispensable proceder al “repicat de les moles” (repicado de las muelas), trabajo que normalmente llevaba a cabo un “picapedrer” a las órdenes del molinero.
Precisamente, en el año 1638, los vecinos de Algar, ya pobladores cristianos como sabemos, se quejaron de la ineptitud del molinero Francesc Antoni, contestándoles el Maestre General de la Merced que “les da lugar para que ellos busquen otro, al cual se le dará el molino con su arrendamiento, si por el diere lo que fuere raçon y mientras le buscan se le encarga al dicho Francisco Antoni que ponga todo su cuidado y haga buena harina”.
El Molí dels Frares o Molí de la Senyoria tuvo una larga existencia como propiedad de la Orden de la Merced hasta la desamortización de los bienes de las órdenes religiosas, decretada por el gobierno español en los años 1835 y siguientes, siendo regente María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, viuda de Fernando VII y madre de Isabel II. Tras la citada desamortización, este molino fue adquirido y pasó a ser propiedad de Alonso Dasí, vecino de Algar. Posteriormente, el molino lo heredó el también vecino de Algar Ramón Lorente Dasí. Durante unos años, fueron arrendatarios del molino la empresa Escrig y Notari y José Martínez Eres y, en su última época, fue regentada por los propios herederos de Ramón Lorente Dasí, constituidos en la empresa Lorente y Cía. S.L., pasando a ser una moderna fábrica de harinas, tal vez una de las más importantes de la Comunitat Valenciana, si bien, como consecuencia de los planes del gobierno español de reconversión dels sector harinero, tuvo que cesar definitivamente en su actividad en 1968. Posteriormente, por desgracia, el edificio sufrió un aparatoso incendio en 1998, quedando totalmente en ruinas, desapareciendo así lo que , posiblemente, según el profesor e historiador Marc Ferri, hubiera sido uno de los restos industriales más importantes de la comarca.