FALLECE EL MÉDICO ANTONIO PAYÁ MARTÍNEZ


Sin lugar a dudas una foto histórica: Don Antonio Payá Martínez, junto al premio Nobel D. Santiago Ramón y Cajal. Madrid, 1909.

Mª CARMEN RICO NAVARRO, CRONISTA OFICIAL DE PETRER

Tal día como hoy, 22 de diciembre de 1982, hace ahora 38 años fallecía el médico Antonio Payá Martínez. Había nacido en la vecina ciudad de Elda el día 26 de agosto de 1886, hijo de Pedro Payá y de Francisca Martínez, integrados en la industria del calzado. A la edad de 4 años sus padres se trasladaron a Novelda. Antonio comenzó sus estudios en una escuela primaria regentada por sacerdotes. Desde muy pequeño acusó una gran ilusión por todo lo referente a la medicina, ya que tenía primos mayores que él que ya habían comenzado a estudiar esta carrera.

Cursó el bachillerato en Novelda, siempre bajo la supervisión de religiosos, los cuales fueron inculcándole que pensase bien lo que quería ser, ya que el sacerdocio era un medio de servir a Dios y ganar el cielo. Al preguntarle a su padre, por el que sentía una verdadera devoción, si los curas se casaban, y ante la respuesta negativa, optó por desistir completamente de esta trayectoria y seguir otros caminos. Terminado el bachillerato, decidió estudiar Medicina, por lo que se marchó a Madrid, siendo discípulo del premio Nobel Santiago Ramón y Cajal. Perteneció a la promoción 1905-1912 y se formó en la escuela del doctor Recasens eminente ginecólogo, quien le dijo en una ocasión: “Payá, serás un buen tocólogo”. Así fue, y en nuestro pueblo hizo venir al mundo a muchos de sus habitantes gracias a sus hábiles manos y a su gran conocimiento de saber muchas veces “esperar”. Sus padres, gracias a tener una tienda de zapatos, La bota de oro, situada en el centro de Novelda, pudieron sufragar los gastos de su carrera y de esta forma, en 1914, concretamente el 18 de febrero, tomó posesión como médico titular de Petrer, cargo que ocupó hasta su jubilación a los 70 años. Don Antonio Payá Martínez dedicó más de 50 años de su vida al ejercicio de la medicina en situaciones precarias las más de las veces. También tuvo que afrontar solo la epidemia de gripe de 1918 y su tratamiento consistía en infusiones, cama y alguna aspirina.

En esa época Petrer contaba con unos 4.000 habitantes y solamente con un médico, por lo que lo mismo asistía a un parto que ejercía de veterinario. En 1918 contrajo matrimonio con Eufemia Juan, natural de Elda, y tuvieron cinco hijos. De ellos, el único varón, Antonio conocido familiar y cariñosamente como don Antoñito, siguió los pasos de su padre y estudió Medicina, especializándose, como su progenitor, en ginecología y obstetricia, en traer niños al mundo.

Durante la Guerra Civil, el 28 de agosto de 1936, fue destituido de su cargo como médico titular de Petrer causando baja en el escalafón correspondiente, sin embargo, al año siguiente fue repuesto en el cargo, sin otra remuneración que el sueldo de 3.000 ptas. anuales asignado en el presupuesto.

Ejerció la medicina durante 56 años con completa dedicación. Cuando nuestro pueblo contaba con pocos habitantes y no se disponían de medios de locomoción, este médico, pequeño, pero muy grande en cuando a ideales, lo recorría de un extremo a otro sin que nunca a ningún paciente la faltara sus conocimientos, o bien una palabra de conformidad para la familia ya que la medicina muchas veces no es una “ciencia exacta”.

Don Antonio, al igual que Juan Rico Rico y Luis Sempere Berenguer, dedicó la mayor parte de su vida y lo mejor de sus conocimientos profesionales a lograr el bienestar y luchar por la salud de los habitantes de Petrer.

Siempre calado de sombrero le gustaba vestir con traje y llamaba la atención su elegancia en una época en la que pocas personas de avanzada edad vestían de esa manera. Este humilde gran médico fue un hombre recto, de carácter fuerte, serio y convencido de que su manera de hacer las cosas beneficiaba al paciente. Era extremadamente reacio a medicar y prefería aplicar remedios caseros y naturales. Habría muchísimo más que escribir sobre la vida de este médico ejemplar, pero baste decir que era tan profundo y sincero el amor que profesaba a la medicina que, tras su muerte, a los 95 años de edad, donó su cuerpo a la Facultad de Medicina del campus de San Vicente para que los estudiantes pudiesen aprender mejor y conocer a fondo el cuerpo humano.

En el pleno del 27 diciembre de 1984 se aprobó poner una calle con su nombre que, con anterioridad, desde 1951, se había denominado General Yagüe. Esta calle es paralela a Luis Andreu y perpendicular a la avenida de la Bassa Perico y en el mismo pleno se aprobaron también las calles del Médico Don Luis Sempere Berenguer y Tío Tonet el de La Foia. En la calle que lleva su nombre tiene su sede el Centro Excursionista de Petrer y la Sociedad Musical Virgen del Remedio, fundada en abril de 1989, que inauguró sus flamantes instalaciones el 2 de octubre de 1993.

Fuente: https://www.valledeelda.com