DÍAS DE ILUSIÓN

Francisco Perez Puche. Foto de Juan J. Monzó

FRANCISCO PÉREZ PUCHE, CRONISTA OFICIAL DE VALENCIA

Vamos a ver si dejamos las cosas bien claras desde el principio: el turrón duro es el Alicante y el blando el de Jijona. ¿Algo que objetar?». En vísperas del Año Berlanga, definiciones de este calado suelen procurar un silencio respetable si el padre de familia las esgrime de manera sólida. Después, con la lista de los números ordenada de menor a mayor, el amante de la auténtica Navidad estará preparado de buena mañana, con la radio puesta mejor que el televisor, para el ritual del sorteo de la Lotería.

Son días muy complicados, de sensibilidad a flor de piel. Las familias han atravesado muchos debates y están literalmente exhaustas. Siempre hay un hijo dispuesto a enmendar al legislativo, al ejecutivo y al judicial; siempre hay una hija preparada para discutir la tercera acepción de la RAE a la palabra «allegado». Y no hay manera de explicar que la mayor parte de los debates son trampas que tiende el gobierno para que estemos entretenidos mientras cuela bajo mano lo de la eutanasia.

El padre está con otros desvaríos: «¿Pero cómo he podido comprar un número tan feo? Esto no puede salir jamás. Ni siquiera deberían meter este número en el bombo, !por dignidad y por estética!». Pero lo compró. Compulsivamente, obsesionado con que el Gordo tiene que tocarle este año por una mera cuestión de Justicia Histórica. Los jóvenes, sin embargo, no creen en el azar y examinan los rincones del DOGV para constatar si dicen algo sobre lo de compartir comida de un mismo plato, como hemos hecho toda la vida en esta tierra, desde la llegada de los bereberes. Pues, no. La Generalidad se ha dejado sin cubrir lo del empaquetado de regalos y no ha regulado nada sobre lo interesante que sería hablar con un tono muy bajo, con el fin de no proyectar sobre los comensales de enfrente ni aerosoles ni esquirlas de cacahuete como hacíamos antaño, en lo más recio de la barbarie de la tribu.

El lotero compulsivo juega este año más, mucho más que el anterior. Piensa que hay que ayudar a la gente de la hostelería. Y a las fallas, que lo están pasando fatal sin saber cuándo podrán montar la carpa para encerrarse dentro en espera del juicio final (del jurado de su sección). Y encima, los jóvenes lo siguen discutiendo todo y andan dando la tabarra con lo de los orígenes familiares de los que vienen a sentarse a la mesa. «No, no papá, no. Entiéndelo: son seis personas –y los niños son personas– de dos orígenes. Lo que pasa es que se han rajado y han puesto lo de recomendar, que es un absurdo jurídico. ¿Cómo se puede recomendar? O dentro o fuera».

Lotería, el canto dulce de la Navidad. Divino tesoro.

Fuente: https://www.lasprovincias.es