DE CASINOS A GÁTOVA. RUTAS POR EL CAMP DE TURIA

JOSÉ SALVADOR MURGUI, CRONISTA OFICIAL DE CASINOS

Último domingo de diciembre y del año. El sol frena el frio, aunque los termómetros apenas rozan los diez grados. El día invita a salir, ya pasó la Navidad, la vida continua dentro de la no normalidad, pero buscando la naturaleza, buscando el renacer de la vida, me pongo en camino, siguiendo la ruta desde Llíria, por Marines, Olocau, Marines viejo, y una serpenteada carretera que te lleva hasta los cofines que unen Valencia, Castellón, la Sierra Calderona y la creación, la ecología, en su más puro estado.

La carretera te va atrapando, su estrechez, unida a los fuertes colores de la tierra, de las piedras, de la vegetación acariciada por el novedoso invierno, te introducen sobre un túnel  que forman los vedes pinos, en un camino angosto, en el que además de la belleza que te circunda, oyes la suavidad de los lamentos del viento, contemplando con respeto la rápida circulación de los vehículos, siempre con prisa para llegar a su destino.

Los ciclistas ponen la nota de color, pedaleando en pequeños grupos,  o subiendo con esfuerzo las cuestas que te presenta el camino. Es un entretenimiento completo, contemplas y meditas. Intentas guardar todos los momentos en fotos, y por fin llegar a la meta. De lejos ya ves las blancas paredes,  presididas por el solemne campanario que define el punto central del lugar.

Los pocos semáforos combinados hacen más fácil la travesía por la población, hasta llegar a la zona que puedes aparcar el vehículo y comenzar la aventura pensada. ¿Quién mejor que el Señor Alcalde de la población para guiar mis pasos por ella? Le llamé a Manuel Martínez, mí querido amigo Manolo, el cual fiel a la cita me esperaba junto a la fuente de los quince caños. En otras ocasiones ya había visitado esta joya rural, pero no con un cicerone que conoce todos los rincones y recovecos de su tierra.

Con que exquisitez, me explico algo que yo no conocía, algo vital para todos nuestros pueblos: el ciclo del agua. El agua que alimenta la fuente, el agua que surca por los arcos del puente, el agua que corre cantarina por esas acequias sepultadas… la que alimenta el flamante lavadero, en el que están  separadas dos antiguas pilas; una para lavar utensilios de cocina: calderas, paellas, sartenes… y la otra para el lavado de la ropa. El sol entra por los arcos, el agua limpia se refleja cual cristal en las paredes; el techo recién rehabilitado, ofrenda una imagen al visitante digna de recrear novelescos momentos cuando las redes sociales no existían, y las largas conversaciones en invierno y en verano, se alimentaban entre jabones, sábanas, camisas y ajuares recién estrenados que salían de aquel lugar impecablemente limpios.

El empedrado de la calle es rojo, al igual que las paredes que cubren las montañas,  la piedra de rodeno, arenisca, de grano medio y tono rojo es agradable a la vista, produce una uniformidad que define el entorno. Andando hemos llegado a un punto donde se ve el puente de entrada a la población muy bien conservado, el barranco limpio, preparado para que la naturaleza no haga maldades, una balsa de agua clara en la que se reflejan los edificios que la bordean,  a la vez que descubres los peces de colores que además de ser el adorno, favorecen el orden natural.

Desde allí se descubre el partidor de las aguas, las que se gastan o gastaban para regar, las que alimentaban el viejo matadero, convertido en Centro Municipal para albergar actividades culturales, o las referidas fuentes y lavadero. Eso es saber utilizar el agua, eso es saber reciclarla, eso hace honor a aquellos pobladores que con nobles ideas trazaron el aprovechamiento de esa preciada sustancia que representa una importante fuente de vida.

Desde una alta terraza, pude contemplar  el Molino de la Ceja, el Calvario, y una bella panorámica de todo el entorno, admiré la veleta del campanario, datada en 1794 en la que se aprecia la silueta de San José y el niño. Pude oír repicar la pequeña campana de Santa Bárbara, y me dejé empapar por el dorado-ocre  que engalana la puerta de una limpia iglesia.

Don Rafael Fernández, el Señor Cura, nos atendió de maravilla. A los pies de la patrona de Gátova, nuestra señora de la Merced, descubrimos como la huella de los años y el fervor popular consiguió  erigir esa iglesia en honor de su patrona la Virgen de los Ángeles. Los coloridos cristales, los dorados que rematan basamentos y capiteles, la impecable pintura, así como las hornacinas que custodian los santos, invitan a la oración. Es tiempo de Navidad, está el Niño Jesús en la cuna, y un pequeño belén presidiendo a los pies del presbiterio.

Me llama la atención la imagen de san Antonio, que el 17 de enero se celebra su fiesta, lleva sobre él dos rollos anisados, atados con rojos lazos, uno en su cayado muy próximo a las barbas, y el otro lo lleva el cerdo que le acompaña. Esos dos rollos son historia, han pasado la pandemia, junto al santo anacoreta egipcio de nacimiento… a ver si a partir del  día de su fiesta remite esta epidemia por el éxito de la vacuna, y el buen criterio y comportamiento de la gente. En realidad esta pandemia, también nos ha convertido “un poco” en ermitaños, hemos aprendido a estar más en casa. En el altar mayor se puede ver elevada sobre una columna, la blanca imagen de yeso de la Virgen de la Cueva Santa. Gátova también es parte de ese camino mariano.

¡Gracias don  Rafael, por hacer posible este encuentro con la fe y la historia, pues nos despide una Pila Bautismal policromada que el próximo año celebra su I Centenario, ya que en ella se lee “Año 1921”!

El tiempo corre veloz, las calles del pueblo nos esperan, las vamos recorriendo: San Roque, Bétera, Calvario, Mayor, Enmedio…. Casas decoradas sus exteriores, con bellas y modernas pinturas.  A lo alto vemos una  blanca pared con unos azulejos dedicados a San Pedro; posiblemente allí estuviera la antigua y primitiva ermita del pueblo. Los niños el día de su primera comunión acuden a esa casa, a perpetuar el momento con la histórica foto.

Empapado no solo de la naturaleza, sino de la calidad humana de los pueblos, de la gentileza de sus moradores, del encanto de sus rincones, de la vida que encierran las casas, me dispongo a despedirme, ya es casi hora de comer; mi anfitrión me dice que a dos  kilómetros están las fuentes  de la Alameda y la Fuente del Rebollo…

De camino, paso por una seductora piscina, enfrente de la calle Pintor Sorolla, teniendo que hacer una parada obligatoria junto al Acueducto de Piñel, donde la piedra rodeno, los pinos, el brezo (erica multiflora) más conocida como “petorro” y demás plantas de leña baja, consiguen camuflar el agua, entre los verdes colores que tapizan el entorno, todo ello bajo la atenta mirada de un corral semi destruido en el que se alzan dos rojos arcos de piedra tan bien tallada como construida.

El punto final son las dos fuentes mencionadas, en el Rebollo me encuentro una alfombra de hielo, brillantes olivos cargados de años que contrastan su color con el verde de los pinos. El surco que deja el agua se hace presente a una parte del camino, y al otro la frondosidad del paisaje consigue relajar  tu mente.

Gátova: 1611-2011 cuatrocientos años de Carta Puebla, recuerdos de la Ruta de los Repobladores; no solo esta presente Camarena de la Sierra, en el Valle de Olocau,  Marines y Gátova,  están presentes en este viaje todas aquellas mujeres y hombres que fueron capaces de legar un pueblo, una historia, una fe, unas fiestas,  unas danzas populares que cada año el 24 de septiembre se presentan con renovada tradición en la plaza del pueblo, como ejercicio de amor, abrazo al visitante, exhibición de saber, porque la Jota de Gátova, suena con fuerza, junto a la música de su banda, el cantar de un pueblo y la gloriosa indumentaria que define la calidad humana de  los vecinos de Gátova.

¡Gracias Señor Alcalde, gracias Manolo, Gátova es un pueblo con honor, el honor de tenerte a ti, y el honor de ser un pueblo, abierto, generoso y hospitalario que atrae a los visitantes! Gátova es una ruta maravillosa digna de transmitir paz!

Fuente: https://www.elperiodicodeaqui.com