ALFONSO ROVIRA, CRONISTA OFICIAL GRÁFICO D’ALZIRA
Jaime Fayos, fundador de la banda “Lira Castellonera”, fue en su tiempo el más destacado director y pedagogo de la Comunidad Valenciana.
Todos los años, con motivo de la Feria de Julio, en el “Carrer Xátiva del “cap i casal”, se celebraba el Certamen Internacional de Bandas de Música. Por ello, creo que es bueno recordar a uno de los maestros que más logros alcanzó en este disputado concurso, donde siempre obtuvo los primeros premios con su banda, Lira Castellonera, de Villanueva de Castellón.
Jaime Fayos Torres, llegó a ser en su tiempo, el más prestigioso director de bandas de música y mejor pedagogo de la Comunidad Valenciana. Nació en Xátiva, el 21 de octubre de 1876, en la calle Argentería, en la antigua morería. La afición a la música despertó su interés influenciado por el entorno familiar. Su abuelo, Antonio Torres Caballero, fue fundador de la Sociedad Primitiva Setabense y director de la misma. Eran tales su condiciones artísticas, que a los seis años de edad ingresó en esta banda tocando el oboe y clarinete.
Comenzó su edad laboral como forjador en la herrería de su primo Francisco Fayos, en la calle Diputado Villanueva -carrer Hostals de Xátiva- ayudando en su casa a su padre, también de esta profesión de forja de hierro.
En 1909, a sus 33 años, ya tenía decidida su vocación como director de banda de música. Salió de su Xátiva natal para dirigirse a Villanueva de Castellón, donde fundaría la banda “Lira Castellonera”, como se denomina en la actualidad, contrayendo matrimonio en esta población, con Matilde Mena.
Su labor musical fue constante, abnegada y sacrificada. La música, ejercida por él con fervor de apostolado, descubrió al pueblo su alma y le dio unidad. Se sentía misionero del arte y lo propagaba gozoso; su magisterio dictaba con la enseñanza de los instrumentos, lecciones de la mejor ciudadanía.
La primera salida que hizo con la banda, fue al Certamen de Valencia en 1925, inscribiéndose en la sección primera, donde se presentó al frente su banda de “niños”, aquella alegre y triunfadora muchachada, que lo fue a largo de los años. Al parecer el “mestre” Fayos ante el tribunal de la plaza de Toros de Valencia estalló una gran ovación. “¡Eixa es la nostra”!, gritó un castellonense con entusiasmo desde el tendido. El director recogió la partitura que se iba a interpretar, “La bella durmiente”, de Tchaikowsky y, con la mayor naturalidad la dejó caer a sus pies, seguro de poderla dirigir de memoria, quedando admirada la multitud que presenciaba el certamen. Al terminar la obra se escuchó una ovación apoteósica y el jurado le otorgó el primer premio.
Dos años más tarde, en 1927, la banda volvió al certamen con la “V sinfonía”, de Beethoven, esta vez en la sección especial, consiguiendo el primer premio. Aquella actuación nunca la olvidarían los aficionados a la música de banda que asistieron a este certamen. Fue el premio a la ilusión que ponían los muchachos en la interpretación artística, cuyo éxito resonante equivaldría al primer fruto maduro sazonado de aquel árbol armónico que en 1909 plantó el “mestre” Fayos.
La Lira Castellonera continuó presentándose en los siguiente años 1928, 1929, 1939 y 1943, consiguiendo nuevos laureles para su pueblo. En 1945 fue la última participación en el certamen. La partitura que interpretaron, como obra obligada, fue la obertura del “Tanhauser”, de Wagner y “El aprendiz de brujo”, de Paul Duckas, como obra libre, siendo tan clamoroso el éxito, que el jurado le adjudicó la máxima puntuación a ambas obras. A este certamen concurrieron las bandas Primitiva setabense, Unión Musical de Llíria y la banda de Torrent.
En el pueblo oriundo de la banda había otro aglutinante más poderoso que el de la banda creada por Jaime Fayos. Su labor pedagógica fue quizás única en los anales de la música española.
Para contribuir a la espléndida fiesta del arte, se preparaba con el orgullo de quien se ofrece en total entrega de su alma de artista. Fue uno de los mejores directores en su especialidad bandística. De los éxitos de su banda toda la Comunidad Valenciana fue testigo, teniendo resonancia nacional.
Formó a más de 1.500 músicos y su mayor orgullo fue el que muchísimos de sus alumnos ganaban en su tiempo las primeras plazas por oposición, en las más prestigiosas bandas. “Fabricaba” músicos y se los llevaban; era su dolor y su vanagloria.
El “mestre “Fayos se volcó con su banda y a su pueblo entregó su vida. El óbito ocurrió cuando se celebraban las fiestas en honor a Santa Cecilia, patrona de la música. Corría el año 1946; la banda ofrecía un concierto en el teatro Ideal; era el 21 de noviembre y precisamente cuando se interpretaba la obertura del Tanhauser, su obra favorita, en el “increscendo” del apoteosis final, los músicos observaron que algo anormal le ocurría al “mestre”, por lo que intentaron cortar la interpretación de la obra, al tiempo que el exclamava, ¡“avant”!, y en aquel momento le sobrevino una angina de pecho, cayendo desfallecido sobre la cuerda de flautas. Al día siguiente, 22 de noviembre, festividad de Santa Cecilia, en vista del estado en que se hallaba, los músicos quisieron suspender la fiesta, pero él manifestó el deseo de su celebración. Y, he aquí, que en el momento del paso por la puerta de su casa la procesión con la imagen de la santa, al oír los acordes de la banda, le repitió la angina de pecho y falleció. Muerte literaria, musical y gloriosa, a los 70 años de vida y 37 de director. Su entierro constituyó una grandiosa e impresionante manifestación de duelo, al que acudió todo el pueblo. El Ayuntamiento mandó eregir un monumento con su busto en la avenida más importante y Xátiva, su ciudad natal, le rotuló una calle.
La “Lira Castellonera” será siempre la banda del “mestre” Fayos.